MADRID 28 Oct. (EUROPA PRESS) -
El jefe del Servicio de Rehabilitación del Hospital General Universitario Morales Meseguer de Murcia, Juan Vicente Lozano, ha destacado que cada vez se dispone de mayores recursos terapéuticos para el control de la espasticidad, "desde los clásicos que son la fisioterapia, la terapia ocupacional y la ortoprotésica, hasta la posibilidad de controlarla de manera focal mediante infiltración muscular".
"En los últimos años, los procesos de rehabilitación neurológica están sufriendo un gran avance, sobre todo en el conocimiento de lo que se conoce como neuroplasticidad cerebral, que son los procesos por los que el cerebro se reorganiza una vez que ha sufrido un daño cerebral", ha destacado Lozano durante la presentación de nueva edición de 'Espasticidad: la secuela que nadie espera', una campaña de concienciación sobre el ictus y la espasticidad, una de las secuelas más frecuentes en pacientes que han sufrido un accidente cerebro vascular.
La campaña ha sido realizada por la compañía Ipsen, en colaboración con la Fundació Ictus, la Fundación Freno al ictus y la Asociación Catalana de Traumáticos Craneoencefálicos y Daño Cerebral (TRACE Cataluña). Además, está avalada por la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) y por la Sociedad Española de Neurología (SEN) y coincide con la celebración, el martes 29 de octubre, del Día Mundial del Ictus.
Las secuelas que caracterizan un ictus son la pérdida de la capacidad de la movilidad voluntaria, no poder caminar y/o no poder manipular objetos con la mano. "El problema es que es esa falta de control voluntario suele ir acompañada de un proceso que llamamos espasticidad, que es un aumento del tono involuntario que tiene la musculatura que está afectada por el ictus", ha explicado Lozano.
Este aumento del tono involuntario suele venir acompañada de rigidez, dolor y espasmos, constituyendo una secuela motora importante que afecta significativamente a la calidad de vida del paciente.
El desarrollo de la espasticidad es gradual y su manejo, complejo. El desarrollo puede alargarse meses, por lo que es fundamental realizar un diagnóstico temprano para iniciar su tratamiento, evitar complicaciones graves y limitar que su impacto funcional interfiera en las actividades diarias.
Los principales objetivos del tratamiento de la espasticidad son: mejorar la funcionalidad (marcha y movilidad general, equilibrio y postura en sedestación, y transferencia a la silla o la cama), y mejorar la calidad de vida y el nivel de bienestar del paciente (aliviar el dolor, mejorar la calidad del sueño, facilitar los cuidados y las actividades diarias como la higiene, el vestido y la alimentación y aliviar la labor del cuidador).
Según los expertos, es necesario disponer de un equipo multidisciplinar formado, entre otros, por especialistas médicos (médico de rehabilitación, neurólogo, geriatra), enfermeras, terapeutas (fisioterapeuta, terapeuta ocupacional) y ortopedistas.
UN ICTUS CADA SEIS MINUTOS EN ESPAÑA
En España se produce un ictus cada seis minutos, lo que le convierte en la principal causa de discapacidad en adultos. "Un ictus es un evento en el que se produce una interrupción del riego sanguíneo normal en un área de nuestro cerebro (ictus isquémico) o por la ruptura de los propios vasos sanguíneos del cerebro (ictus hemorrágico). Esta isquemia cerebral puede derivar en un infarto cerebral y en la muerte del tejido de esa zona del cerebro", ha señalado Lozano.
"No hay un ictus igual a otro. Puede ser más o menos intenso. Afectarte más a un lado que al otro del cuerpo. En mi caso, me afectó al lado derecho y, como no era zurdo, tuve que aprender a hacer todo con la mano izquierda", ha afirmado Jaume Micola, paciente que sufrió un ictus en noviembre de 2017 cuando tenía 53 años.
Además, más del 80 por ciento de los ictus son evitables, controlando los factores de riesgo modificables como la hipertensión arterial (HTA), el consumo de tabaco o alcohol, la diabetes mellitus, la dieta, la inactividad física, la obesidad, etc.