MADRID 2 Jul. (EUROPA PRESS) -
El uso de gafas de sol en niños es recomendable para proteger su vista de los rayos solares durante el verano, según los expertos, ya que los ojos de los menores son un 75 por ciento más sensibles que los adultos a los efectos dañinos de los rayos solares porque el cristalino, filtro natural del ojo, no ha alcanzado su pleno desarrollo.
Entre los efectos que puede provocar la radiación solar se encuentran enrojecimiento en los ojos, dolor y fotofobia. Por ello, los expertos han señalado que las gafas homologadas filtran entre un 95 y 100 por cien de la radiación UV, y también disminuyen el impacto de los rayos reflejados en superficies blancas como la arena y el agua de las piscinas.
La especialista en oftalmología pediátrica del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Lucía Fernández-Vega, ha precisado en este sentido que "el uso de las gafas no se limita a los días despejados, ya que los rayos solares afectan con la misma fuerza en los días nublados. En concreto, las nubes dejan pasar el 90 por ciento de la radiación ultravioleta".
Fernández-Vega ha animado a los padres y cuidadores a permanecer atentos a la salud ocular de lo más pequeños durante el periodo estival, "al igual que se les aplica crema solar para su piel, es muy importante cuidar sus ojos". En este sentido, ha señalado que se enseñe a los niños a no mirar directamente al sol porque una exposición prolongada puede causar daños oculares como la queratitis, que puede complicarse y derivar en lesiones degenerativas.
Otras de las molestias más frecuentes causadas por el constante contacto con la arena y el agua de las piscinas y el mar son la conjuntivitis, la irritación ocular, las infecciones víricas y bacterianas. Además, si no se toman las medidas adecuadas, se pueden presentar traumatismos oculares por los juegos y deportes, y picaduras de insectos en la zona periocular. Con el objetivo de prevenir la entrada de agentes irritantes o patógenos en los ojos, se recomienda que los niños desarrollen el hábito de lavarse las manos con frecuencia.
Por otra parte, el uso excesivo del aire acondicionado también aumenta el riesgo de sufrir problemas oculares, como el síndrome de ojo seco. Esta patología produce quemazón, sensación de arenilla, ojos pesados y molestias oculares. En los casos más leves, basta como tratamiento el uso de lágrimas artificiales en forma de colirio o gel. La doctora del Instituto Oftalmológico Fernández-Vega ha aconsejado la hidratación frecuente del ojo y evitar el flujo directo del aire acondicionado al globo ocular para evitar desarrollar este síndrome.
Las lágrimas artificiales también ayudan a solucionar problemas de irritación o enrojecimiento en los ojos. Si el niño tiene el ojo rojo por el cloro de la piscina, el agua salada o la exposición solar, se sugiere lavar el ojo con agua fría y aplicar unas gotas para hidratarlo. No obstante, si el problema persiste, es conveniente acudir al oftalmólogo para una revisión en profundidad.