MADRID, 22 Jul. (EDIZIONES) -
La vacuna es uno de los descubrimientos científicos más importantes y que más ha influido, y sigue haciéndolo, y mucho, en nuestra calidad y esperanza de vida. Hay pocas vacunas para las muchas enfermedades que tenemos y que podríamos prevenir con ellas.
Así lo afirma en una entrevista con Infosalus María Mercedes Jiménez Sarmiento, científica en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que junto con las también científicas del CSIC Nuria E.Campillo y Matilde Cañelles, ha escrito 'Vacunas', título de la colección ¿Qué sabemos de? (CSIC-Catarata), un manual de divulgación que recoge la historia de las vacunas, su impacto, y cómo estas actúan sobre el sistema sanitario, entre otros puntos.
Esta experta destaca que la vacuna es un "método de prevención", que prepara nuestro sistema inmunitario, encargado de defendernos de todo ataque procedente del exterior, como son los microorganismos que nos pueden provocar enfermedades.
"La vacuna es una forma 'de engañar' a nuestro sistema inmunitario haciéndole creer que nos está infectando algo que nos puede provocar una enfermedad. Pero la vacuna no nos provoca enfermedad, y actúa como si ese microorganismo se introdujera en nuestro cuerpo. Nuestras defensas se ponen en marcha, creyendo que estamos infectados, y las dejamos preparadas, porque nuestro sistema inmunitario tiene memoria, y por si esa infección realmente ocurre. De esta manera evitamos padecer la enfermedad", explica.
POR QUÉ VACUNARNOS
¿Por qué debemos vacunarnos siempre? Según argumenta Jiménez Sarmiento, es conveniente la vacunación porque, a veces, las enfermedades no sabemos cómo van a afectar a nuestro cuerpo, al tiempo que resalta que, con el paso del tiempo, nuestro sistema inmunitario también envejece, de forma que nuestra respuesta hacia los agentes externos es más frágil.
Por eso, la también microbióloga y bioquímica recuerda que, por ejemplo, la vacuna de la gripe se recomienda en la población general, pero sobre todo a las personas de edades más avanzadas, que son la población más vulnerable, o en aquellas personas que tienen propensión a enfermedades como el asma o la obesidad, y en las que se ha comprobado una peor evolución en determinadas enfermedades infecciosas.
"La gripe la tenemos considerada como leve pero en las peores epidemias de gripe anuales pueden fallecer hasta 15.000 personas víctimas de enfermedades que se pueden evitar por las vacunas, porque estas evitan el padecer esa enfermedad que en un momento determinado se puede complicar", apostilla.
Durante todo el siglo XX dice que se han desarrollado muchas vacunas, por ejemplo contra el sarampión, contra la difteria, la polio; todas ellas enfermedades que diezmaban a la población infantil, porque los niños también son más susceptibles de padecer esas enfermedades. "Pero ahora estas enfermedades, en el primer mundo están superadas gracias a la vacunación", celebra la investigadora del CSIC.
Solo está erradicada la viruela, que provocaba unas epidemias con una gran mortalidad y con secuelas muy grandes, y lo mismo la polio, con epidemias en España en los 50-60 muy graves y donde muchas personas de esa generación se quedaron discapacitadas, o muchos niños morían antes de los 5 años, y aun así se siguen produciendo epidemias en sitios donde la vacunación no llega, según cuenta.
En concreto mantiene que la polio está casi erradicada pero todavía surgen brotes, incluso en zonas geográficas donde se pensaba que estaba erradicada, y precisamente, por ejemplo, por esta pandemia se ha retardado la consecución de esa erradicación total de la polio y hay brotes en África de nuevo, donde ya se creía que estaba erradicada.
ENFERMEDADES SIN VACUNA
En este contexto, la científica en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas señala que hay muchas enfermedades para las que todavía no existe vacuna por diversos factores, uno de ellos, por ejemplo, el que se desconozca el causante de esa enfermedad, o el que no sea tan fácil de diseñar vacunas contra un determinado agente.
"Por ejemplo, el virus del sida cambia muchísimo su forma exterior y diseñar una vacuna necesita unas estructuras fijas que no cambian, para que así nuestro cuerpo sea capaz de reconocer esa estructura si realmente nos infecta. Entonces, si el virus o bacteria cambia mucho, cmo en el caso del Sida, es más difícil conseguir una vacuna que sea eficaz", aclara Jiménez Sarmiento.
Otra causa puede ser dónde nos afecta ese virus, y en el caso del del sida apunta que lo hace a las células del sistema inmunitario, y donde es mucho más complicado acceder, aparte de que este virus se queda de forma latente en el ser humano, y hay que despertarlo para que la vacuna funcione. "Esto ha complicado que durante 40 años desde que se descubriera el virus el sida que no haya una vacuna eficaz y segura", agrega.
En el caso de la malaria ocurriría lo mismo, según indica, una enfermedad provocada por un patógeno muy diferente de un virus o una bacteria, un organismo unicelular complicado que desarrolla parte de su vida en un mosquito, que es el transmisor de la enfermedad, lo que complica mucho todo: "Se han comenzado a desarrollar vacunas contra la malaria, y en octubre la OMS dio vía libre a una vacuna contra la malaria, aunque su eficacia es del 50%. No obstante, en las zonas endémicas, y donde la enfermedad produce un sufrimiento muy elevado y muchas pérdidas humanas es preferible tenerlas".
LA ESPERANZA DE LAS NUEVAS VACUNAS
Pero el desarrollo de vacunas, "afortunadamente", ha dado un paso más con el diseño de nuevas plataformas para las vacunas, gracias a los avances en la biomedicina y en la biotecnología, y que abren nuevas esperanzas para que se puedan desarrollar fórmulas contra más enfermedades contra las que ahora no tenemos vacuna, "el método más eficaz para prevenir enfermedades", insiste esta científica.
Entre estas destaca las vacunas desarrolladas empleando ADN y ARN mensajero, una nueva tecnología que hasta esta pandemia no se había empleado, más rápida de producir, y que aporta vacunas seguras y eficaces.
En las vacunas también resalta que hay diferente efectividad y eficacia porque lo que se quiere de una vacuna es que sea 100% eficaz y elimine la transmisión, pero esto a veces no ocurre porque no todas las vacunas son igualmente eficaces. Entonces, para que una vacuna salga al mercado y sea eficaz, lo suficiente como para prevenir esa enfermedad, su eficacia puede cambiar entre un 70 y un 90%.
Incluso donde una enfermedad puede ser muy grave, y afectar a mucha gente, según prosigue, vacunas con el 50% de efectividad pueden ser aprobadas porque son seguras, y disminuirá mucho la incidencia y gravedad de esa enfermedad y evitar fallecimientos, como así está sucediendo en el caso de la malaria que antes hemos citado.
¿HABRÁ MÁS VACUNAS PARA ENFERMEDADES GRAVES?
¿Si se unieran de nuevo todos los esfuerzos internacionales para buscar la vacuna de otras enfermedades graves se lograría? Jiménez Sarmiento considera que el esfuerzo puesto con la COVID-19 ha sido "determinante" para lograr una vacuna cuanto antes, si bien considera que esta unión de esfuerzos no dará siempre estos frutos puesto que cada enfermedad tiene su propio desarrollo.
"Ahora mismo contamos con tecnologías que al comienzo de la epidemia de sida 40 años no se tenían. Era una enfermedad de la que también se desconocía todo. Las tecnologías de ahora son diferentes y, de hecho, están ayudando a que alguna vacuna contra el sida llegue cuanto antes y en un tiempo bastante cercano", subraya.
Por ejemplo, sostiene que la viruela costó más de 20 años desde que se pusiera en marcha la campaña de vacunación global porque también depende de cómo sea la vacuna, de cómo se transporta, etc,; aspectos que igualmente influyen en la distribución de las vacunas.
"Con la polio antes de la pandemia solo quedaban reductos en Afganistán y en Pakistán, pero debido a sus características geopolíticas, y a si son accesibles o no, esta enfermedad estaba a punto de erradicarse y ahora no. Además, debido a la pandemia, en sitios de África donde no ocurrían brotes han vuelto a suceder", añade.
Con ello, Jiménez Sarmiento concluye que hay enfermedades que ya conocemos y para las que las nuevas tecnologías se pondrán de su lado y lograrán conseguir sus vacunas, cuando antes no se podían conseguir.
"Pero también debemos tener cuidado porque hay enfermedades emergentes, nuevas, como la COVID-19 y para las que también es necesaria la puesta en marcha de sistemas de vigilancia, aparte de la vacuna. En torno al 70% de las enfermedades infecciosas proceden de animales. Todas estas enfermedades emergentes pueden surgir por la deforestación, por el cambio climático, circunstancias que parecen no estar relacionadas pero sí, como también la movilidad y el mundo globalizado. Hay que tenerlo en cuenta para poner también más inversión en la prevención de enfermedades", sentencia.