MADRID, 17 May. (EUROPA PRESS) -
Muchos pacientes desconocen que la tensión alta también afecta a otros órganos del cuerpo como pueden ser los ojos, hasta un 11 por ciento de los hipertensos presentan problemas oculares, según ha explicado la responsable de la Unidad de Retina y Vítreo de Central Ocular, la doctora María Capote.
La hipertensión arterial (HTA) es una de las enfermedades con mayor incidencia en España. Según la Sociedad Española de Cardiología, un 43 por ciento de la población es hipertensa y más de un tercio de los pacientes está sin diagnosticar. Asimismo, su incidencia está en continuo crecimiento debido, entre otras causas, a la mayor longevidad de los españoles.
Se pueden distinguir dos tipos de retinopatía hipertensiva: crónica y aguda. La más habitual es la retinopatía hipertensiva crónica, que va dañando de forma gradual los pequeños vasos sanguíneos de la retina. Cuando la retinopatía está muy avanzada puede provocar alteraciones en los cruces arteriovenosos, arterioesclerosis con cambios en la pared vascular e hiperplasia y engrosamiento muy grave de la pared vascular.
"Los pacientes permanecen muchos años sin síntomas porque el daño que produce la hipertensión en los vasos de la retina es muy lento", ha explicado la doctora. Sin embargo, cuando la enfermedad está muy avanzada la sintomatología está compuesta de visión borrosa, disminución de la agudeza visual e, incluso, pérdida significativa de la visión.
Es por esta razón que la doctora ha resaltado la importancia de las revisiones oftalmológicas anuales a partir de los 40 años, ya que "algunos pacientes descubren que son hipertensos en la consulta del oftalmólogo".
Por su parte, la retinopatía hipertensiva aguda se presenta de manera súbita y está asociada a aumentos muy bruscos de la tensión arterial. En este caso el paciente refiere visión borrosa y dolor de cabeza. También puede producirse de forma brusca la obstrucción de una de las arterias que lleva la sangre al ojo, o en las venas que la recogen, sufriendo una disminución de agudeza visual muy significativa.
En los casos de hipertensión grave puede afectar también la coroides (capa que rodea la retina), dando lugar a una coroidopatía hipertensiva, e incluso afectar al nervio óptico.
El diagnóstico de las retinopatías hipertensivas se hacen mediante la realización de un estudio de fondo de ojo, una prueba que permite visualizar a través de la pupila el interior del ojo, la retina y el nervio óptico. "Es una prueba indolora y que permite obtener un diagnóstico en unos minutos", después, si se considera que hay alguna lesión y que el paciente necesita un estudio más exhaustivo, "se le hace en la misma consulta una Tomografía de Coherencia Óptica, una prueba no invasiva que permite a los oftalmólogos mapear las diferentes capas de la retina y, así, analizar de forma minuciosa el daño".
Asimismo, el tratamiento de la retinopatía hipertensiva pasa por un control de la tensión arterial y tratamientos específicos para los daños que ésta haya podido provocar en las estructuras oculares.