MADRID, 9 Jun. (EUROPA PRESS) -
La enfermedad de Parkinson podría tener un epicentro en la región motora, según el estudio realizado por el equipo de investigadores del Centro Integral de Neurociencias AC HM CINAC Madrid, recientemente publicado en la revista 'Brain', y que avanza en el conocimiento de la evolución de la enfermedad.
Este descubrimiento avanza en el conocimiento del patrón de la evolución de la patología y, por lo tanto, podría facilitar la localización del inicio del proceso degenerativo y favorecer así la máxima eficiencia de los tratamientos o su administración de forma precoz.
El trabajo se ha realizado con el sistema híbrido de imagen multimodal PET/RM, instalado en el Hospital Universitario HM Puerta del Sur, que ha permitido el seguimiento de 42 sujetos (23 con enfermedad de Parkinson y 19 sanos) durante dos años, pudiendo cuantificar con gran precisión el grado de denervación dopaminérgica (pérdida de inervación y consiguiente falta de transmisión de impulsos) del circuito nigroestriatal, cuyo papel es fundamental en el control de la movilidad.
"Hemos podido delimitar las regiones del cerebro asociadas a los miembros superiores e inferiores (somatotopía). Esto nos ha permitido identificar que el inicio de la denervación dopaminérgica tiene alguna dependencia con la segregación espacial de las estructuras cerebrales. Para lograrlo también nos hemos apoyado en cohortes públicas que contenían datos de 1.200 personas sanas", explica el principal autor del estudio, el doctor José Pineda, ingeniero biomédico e investigador de HM CINAC Madrid.
REPRODUCCIÓN DEL PATRÓN FOCAL
La pérdida de dopamina que se produce en los hemisferios del cerebro cuando surge la enfermedad tiene un epicentro y sigue una progresión radial. El punto de inicio se focaliza en el área que representa a la mano, y avanza hacia las zonas adyacentes como la región del pie a nivel superior y la de la cara a nivel inferior.
Así lo revela el estudio longitudinal llevado a cabo con el grupo de pacientes con enfermedad de Parkinson que, en un principio, manifestaban alteraciones clínicas en los miembros superiores y, al cabo de 2 años, se identifica el mismo patrón focal de denervación dopaminérgica en el otro lado.
Otra de las conclusiones relevantes de este trabajo es que la región motora de la mano tiene más actividad dopaminérgica que la del pie, lo que se correspondería directamente con el hecho de que las habilidades motoras que el ser humano ha desarrollado en los miembros superiores requieran un nivel de conectividad y actividad mayor que la de los miembros inferiores.
"La presencia de esta mayor densidad de terminales nigroestriatales dopaminérgicos en la región motora de la mano podría hacer que esta región se encuentre más expuesta a agentes nocivos que supongan un factor de riesgo a la hora de desencadenar la enfermedad", indica el doctor Pineda. De esta manera, se identifica qué región del núcleo estriado es la más vulnerable, lo que resulta de gran relevancia a la hora de maximizar la eficiencia de los tratamientos.
"Haciendo una analogía entre este estudio y la identificación de la localización de un tsunami, si se detectara el punto exacto del mar en el que pudiera originarse, podría preverse, tomas las precauciones adecuadas y minimizar el impacto y su coste. De la misma manera, si podemos localizar el inicio del proceso degenerativo y determinar con gran precisión cuáles son las regiones más vulnerables, podremos situar nuestra diana terapéutica", señala el doctor Pineda.
Dentro del arsenal de posibilidades de estas técnicas terapéuticas, de las que HM CINAC Madrid, los ultrasonidos focalizados de baja intensidad (LIFU) permiten incrementar la permeabilidad de la barrera hematoencefálica de forma focal, abriendo una puerta hacia la entrega de agentes terapéuticos que, en condiciones normales, no podrían acceder al sistema nervioso central. Así, se contempla suministrar factores neurotróficos, anticuerpos, e incluso terapia génica a las regiones más vulnerables del cerebro.