MADRID, 11 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un trabajo de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) ha recopilado la actividad física de más de 700.000 personas de todo el mundo a partir de sus 'smartphones' y ha revelazo que en aquellas poblaciones donde existe más desigualdad en la práctica de ejercicio es donde hay un mayor riesgo de obesidad.
El trabajo, cuyos resultados publica en su último número la revista 'Nature', se basó en los datos recopilados a través de la aplicación móvil 'Azumio Argus', que rastrea el nivel de ejercicio realizado, entre otros factores relacionados con la salud.
Gracias a los pequeños sensores de los 'smartphones', que pueden registrar automáticamente movimientos escalonados, los autores han observado que existe desigualdad en la distribución de la actividad física.
De este modo, los países con las mayores diferencias entre la gente que camina grandes distancias y la que lo hace poco, es decir, con más desigualdad en la actividad, coinciden con aquellos cuyas tasas de obesidad son más elevadas.
El trabajo incorpora datos como la edad, el género, la altura y el peso de forma anónima para calcular el índice de masa corporal de cada persona. Así, el texto revela que la obesidad se incrementa más rápidamente en mujeres que en hombres cuando dicha desigualdad aumenta.
CIUDADES PROPICIAS PARA CAMINAR
Además, para entender mejor las causas y las consecuencias de estas variaciones en entornos urbanos, el grupo de científicos ha relacionado la base de datos obtenida de 'smartphones' con estudios previos sobre la edificación de varias ciudades americanas y han observado que las ciudades más propicias para caminar tienen menor desigualdad en la actividad física realizada.
Los resultados se basan principalmente en los datos de 46 países con una muestra superior a mil personas cada uno. No obstante, ha sido necesario cotejarlos con métodos computacionales más rigurosos para demostrar la validez de este nuevo enfoque.
"Con las 'apps' y los sensores apropiados podemos impulsar esta investigación. Podríamos examinar de qué modo la actividad o la inactividad puede afectar al estrés o a la salud mental, así como estudiar la manera de mejorar nuestros entornos para promover el ejercicio", según ha añadido Abby King, coautor del estudio.
Los autores esperan que su trabajo contribuya a mejorar las campañas de salud pública contra la obesidad así como a apoyar las políticas para hacer las ciudades más aptas para caminar.