MADRID 12 Nov. (EDIZIONES) -
Los enfermos graves y sus familiares se enfrentan a un intenso sufrimiento emocional, por lo que un grupo de investigadores considera que que los médicos deben entablar una 'comunicación compasiva' como parte del proceso de tratamiento y para ello han identificado lo que han llamado "palabras de nunca jamás", que no deben decirse bajo ninguna circunstancia y proporcionan un lenguaje más útil para utilizar en su lugar.
En el estudio, publicado en la revista 'Mayo Clinic Proceedings', el doctor Leonard Berry, catedrático de Marketing de la Universidad A&M de Texas y coautores del Henry Ford Health de Detroit, ambos en Estados Unidos, afirman que, a pesar de los rápidos avances en el tratamiento de enfermedades graves como el cáncer, la insuficiencia cardiaca avanzada y la enfermedad pulmonar terminal, persisten ciertos aspectos 'eternos' de la experiencia del paciente, como el miedo.
"Comunicar la naturaleza, la finalidad y la duración prevista de tratamientos a menudo complejos, y establecer expectativas realistas sobre lo que ofrecen, sigue enfrentándose a experiencias atemporales de los pacientes: miedo, emociones intensas, falta de experiencia médica y la esperanza, a veces poco realista, de curarse", escriben. La "naturaleza intensa y desalentadora de estas conversaciones" puede hacer que los médicos recurran a hábitos de comunicación aprendidos o a afirmaciones declarativas.
Incluso una sola palabra puede asustar a pacientes y familiares, hacer que se sientan impotentes y, posiblemente, anular la eficacia de la toma de decisiones compartida, recuerdan.
"Como es comprensible, los pacientes graves y sus familias están asustados y 'pendientes' de cada palabra que dice su médico --señala Berry, investigador del Institute for Healthcare Improvement--. La enfermedad grave no es sólo una cuestión de sufrimiento físico, sino también emocional. El comportamiento del médico, incluida su comunicación verbal y no verbal, puede exacerbar o reducir el sufrimiento emocional".
Berry señala que, con demasiada frecuencia, los médicos utilizan un lenguaje insensible al comunicar información crítica, y comúnmente lo hacen sin darse cuenta de la alarma u ofensa innecesaria que han infligido.
Los pacientes y sus familias deben sentirse "psicológicamente seguros" al comunicarse con los profesionales sanitarios, afirma Berry, incluso al expresar su preocupación por el plan de tratamiento propuesto o al transmitir sus temores.
Así, han identificado las llamadas 'palabras de nunca jamás', que no deben decirse bajo ninguna circunstancia; ofrecen métodos para que los clínicos identifiquen sus propias palabras de nunca jamás y proporcionan un lenguaje más útil para utilizar en su lugar.
Entiende que estas palabras "arrebatan el poder a los propios pacientes, cuya voz es esencial para tomar decisiones óptimas sobre su atención médica·.
A partir de encuestas a médicos, los investigadores identificaron las 'palabras de nunca jamás':
- "No podemos hacer nada más".
- "No mejorará".
- "Retirar la atención".
- "Está terminal".
- "¿Quiere que lo hagamos todo".
- 'Luchar' o 'batallar' o 'combatir' y términos relacionados con la guerra.
- 'No sé por qué esperaste tanto para venir'.
- "¿Qué hacían/pensaban sus otros médicos?".
En otro estudio específico sobre la atención oncológica, se preguntó a los médicos por palabras o frases que nunca utilizarían con un paciente, y los principales resultados fueron:
- "No nos preocupemos por eso ahora".
- "Tienes suerte de que sólo esté en fase 2".
- "Le ha fallado la quimio".
"'No nos preocupemos por eso ahora' no sólo no responde a una preocupación legítima del paciente, sino que es despectivo --explican los investigadores.-- Señalar que el cáncer se encuentra en una fase temprana es presuntuoso, ya que supone que el paciente debería sentir gratitud, sin dar cabida a la ansiedad y el miedo del paciente por tener cáncer". Y, según Berry, los pacientes no fallan a la quimioterapia sino que la quimioterapia falla a los pacientes.
LO QUE LOS MÉDICOS DEBERÍAN DECIR
Los profesionales sanitarios pueden entablar un diálogo invitando a los pacientes y familiares a que hagan preguntas y respondan de forma sincera y reflexiva. "Deben aprender a reconocer las palabras y frases que involuntariamente asustan, ofenden o disminuyen la capacidad de actuar y trabajar para reimaginar su propia comunicación", afirman los investigadores.
Berry afirma que esa oportunidad puede surgir cuando los médicos animan a los pacientes a hablar. "Algo tan sencillo como '¿Qué preguntas tiene para mí?', en lugar de '¿Tiene alguna pregunta?', invita a una conversación sincera", afirma.
En cuanto a las 'palabras de nunca jamás', los investigadores recomiendan un lenguaje alternativo, así como la justificación de cada una. Por ejemplo, en lugar de: 'No mejorará', el médico podría decir: 'Me preocupa que no mejore'. De este modo, el médico sustituye una firme predicción negativa por una expresión de preocupación.
El uso de palabras como 'lucha' y 'batalla' puede implicar que la voluntad puede vencer a la enfermedad y los pacientes pueden sentir que están defraudando a sus seres queridos por no luchar lo suficiente. En su lugar, los médicos podrían decir: 'Nos enfrentaremos juntos a esta difícil enfermedad' para dejar claro que los pacientes cuentan con el apoyo de un equipo.
Según los investigadores, los grupos médicos y los educadores pueden llamar la atención sobre las palabras 'nunca' de muchas maneras, por ejemplo, integrando el debate en los cursos y en el desarrollo profesional.
"Es comprensible que en las facultades de medicina se haga hincapié en la ciencia médica, pero es muy importante incorporar la formación en comunicación al plan de estudios --afirma Berry--. Una oportunidad clave es que los estudiantes y graduados de las facultades de medicina tengan magníficos comunicadores expertos y centrados en el paciente como modelos a seguir en su formación clínica durante la carrera de medicina y la residencia".
Las tutorías también tienen un valor incalculable, ya que los médicos más experimentados pueden compartir las técnicas de comunicación que les han dado buenos resultados y las que deben evitar.
El estudio señala: "Los mentores no sólo pueden revelar frases perjudiciales que ellos personalmente han abandonado y sustituido por otras más generativas, sino que también pueden servir de modelo para hacer retroceder el lenguaje que cae mal... Este tipo de tutoría facilita el progreso en la forma en que las futuras generaciones de clínicos interactúan con los pacientes y estimula el diálogo abierto sobre el sufrimiento añadido y el desempoderamiento que puede causar una comunicación deficiente y poco consciente".