MADRID, 30 Dic. (EUROPA PRESS) -
Ocho de cada diez compradores compulsivos son mujeres, un trastorno que está en aumento, según ha afirmado a la psicóloga del Hospital Quirónsalud Donostia, Vicenta Giménez, quien ha asegurado que el perfil corresponde a una mujer de entre 30 y 40 años sin diferencia en clase social y que se inició en las compras compulsivas en su adolescencia.
"Las compras no tienen porque ser para uno mismo, siendo habitual en muchas mujeres realizar la compra para los demás", además, la Navidad es un período en el que se vende la imagen de felicidad y la publicidad contribuye notablemente a ello, ofreciendo una imagen de una falsa felicidad. Lo primero que se ha de tener en cuenta es valorar cuántos regalos se han de comprar, a cuántas personas y cuál es el presupuesto del que se dispone, ha aconsejado la especialista.
Otra de las recomendaciones son no usar la tarjeta de crédito sino manejar el dinero en efectivo, siendo de esta forma más consciente del gasto que se está realizando. También es aconsejable evitar los centros comerciales durante los días de mayor afluencia o ir de compras acompañados.
CONSUMISMO
La psicóloga achaca este trastorno a que "vivimos en una sociedad consumista y en ocasiones queremos algo por el placer de poseerlo, sin valorar su necesidad real. La publicidad también nos ofrece una imagen de felicidad a través de la adquisición de objetos externos y la felicidad solo puede venir desde dentro de cada uno de nosotros, nunca desde el exterior".
"Hay una tendencia a minimizar el hecho de comprar casi a diario, de no poder regresar a casa sin una compra nueva". El incremento de las compras 'online' también es un factor que ha influido en el aumento de este trastorno debido a que ya no es necesario salir a la calle para poder comprar.
DESEO IRREFRENABLE
La compra compulsiva es un deseo irrefrenable de adquirir objetos que no se necesitan, un intento de calmar un nerviosismo, insatisfacción, tristeza, ansiedad o vacío interno. "Es como un intento de comprar felicidad que llene los vacíos internos con objetos externos, que a través de la publicidad y la sociedad consumista dan la imagen de calmarles de bienestar, felicidad y éxito", ha explicado la doctora Giménez.
"No se trata de concedernos un capricho o un regalo, sino de la satisfacción de comprar, gastar, sentirse poderosos, con la fantasía de poder tomar decisiones". En ocasiones esta conducta desemboca en un bucle de sentimiento de culpabilidad ante estas compras que acaban en una conducta adictiva, obsesiva y compulsiva, "de la que no se puede salir por sí misma", ha concluido la psicóloga.