MADRID 9 Abr. (EUROPA PRESS) -
El jefe de servicio de Neurología del Hospital Universitario La Luz, David Pérez, ha subrayado la importancia de una evaluación integral en los pacientes con Parkinson para conseguir detectar los síntomas no visibles de la patología.
"Reducir el Parkinson a un trastorno del movimiento es una simplificación peligrosa. Necesitamos comprender el impacto global en la calidad de vida del paciente", ha afirmado el especialista con motivo del Día Mundial del Parkinson que se celebra este viernes 11 de abril.
El Parkinson es una enfermedad crónica y progresiva que afecta a más de 6 millones de personas en el mundo, con una prevalencia creciente con la edad. Se caracteriza clásicamente por temblor en reposo, rigidez y bradicinesia, acompañados en fases avanzadas por inestabilidad postural.
Sin embargo, Pérez advierte de que muchos pacientes presentan síntomas no motores desde las primeras fases, como trastornos del sueño, depresión, ansiedad, síntomas autonómicos (estreñimiento, hipotensión ortostática, disfunción urinaria), fatiga o dolor crónico.
"Muchos de estos síntomas no se detectan si no se preguntan activamente, lo que lleva a un abordaje incompleto del paciente", indica Pérez, que insiste en la necesidad de una evaluación integral que contemple no solo la función motora, sino también el estado cognitivo, emocional y la autonomía del paciente en su vida diaria, así como la carga que supone para los cuidadores.
"La evaluación global es determinante para tomar decisiones terapéuticas acertadas. Ajustar la medicación dopaminérgica solo tiene sentido si entendemos el contexto global del paciente. A veces, tratar el insomnio, la depresión o los síntomas autonómicos puede mejorar tanto o más la calidad de vida del paciente que aumentar la dosis de levodopa", afirma.
Además, asegura que una visión holística permite derivaciones oportunas a especialistas como neuropsicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales o logopedas, ofreciendo una atención multidisciplinar y centrada en la persona. "Si no evaluamos lo que no se ve a simple vista, corremos el riesgo de tratar el temblor y olvidarnos del paciente", concluye el doctor.