MADRID 28 Mar. (EUROPA PRESS) -
Las pediatras del Centro Médico Quirónsalud Valdebebas Beatriz Iglesias Fernández y Richmod María Repgen han señalado que la atención pediátrica de cercanía, a través de los programas de revisiones regulares y control del niño sano, juega un "papel fundamental" en la prevención primaria de los trastornos del desarrollo y la identificación de situaciones de riesgo.
Según han detallado, un trastorno del desarrollo consiste en toda aquella desviación significativa del curso del desarrollo, como consecuencia de acontecimientos de salud o de relación que comprometen la evolución biológica, psicológica y social.
El riesgo biológico se refiere a aquellos niños que durante el periodo pre, peri o posnatal, o durante el desarrollo temprano, han estado sometidos a situaciones que podrían alterar su proceso madurativo, como por ejemplo ser prematuros, presentar bajo peso o haber padecido anoxia al nacer.
Respecto a los niños con riesgo psicosocial, estos son los que viven en unas condiciones sociales poco favorecedoras, que pueden alterar su proceso madurativo, como pueden ser la falta de cuidados o de interacciones adecuadas con sus padres y familia, maltrato, negligencias o abusos.
La prevención secundaria, a través de las visitas regulares al niño en los primeros años de vida y de los programas de control del niño sano, la observación directa del niño y la información aportada por los padres en una entrevista abierta a sus inquietudes y dirigida a obtener aquellos datos más relevantes, permitirán confirmar la normalidad del desarrollo infantil o establecer sospechas de desviación en el mismo.
En este proceso, las pediatras han explicado que es determinante realizar una correcta, sistemática y estructurada exploración física y neurológica en la que se deben valorar el tono muscular, la presencia, ausencia o mantenimiento de reflejos, las actitudes posturales y la respuesta a estímulos sonoros y lumínicos.
Como herramienta de apoyo, pueden utilizarse escalas de valoración del desarrollo, con el objetivo de determinar si se consiguen o no determinados hitos en las diferentes áreas del desarrollo en las edades estandarizadas. En función de los resultados, podrá determinarse la necesidad de un seguimiento más cercano y frecuente, la necesidad de realizar estudios complementarios o la derivación a otros especialistas o a un Centro de Atención Temprana.
En concreto, la evaluación debe proceder desde tres niveles. El diagnóstico funcional determina los trastornos y permite elaborar los objetivos y estrategias de la intervención. El diagnóstico sindrómico son los signos y síntomas que definen una patología determinada y ayuda a establecer si se trata de una patología estable, transitoria o evolutiva, de base predominante orgánica o ambiental. Por último, el etiológico informa sobre las causas de los trastornos funcionales o del síndrome identificado.
Con todo, las expertas han precisado que no se deben confundir los "trastornos" del desarrollo con los "retrasos" del desarrollo, pues en estos se alcanzarán los hitos del desarrollo, aunque de forma más tardía. "En ocasiones, algunos retrasos del desarrollo se normalizarán espontáneamente, mientras que, en otras ocasiones, será precisamente la atención temprana la que conseguirá que un retraso del desarrollo no evolucione a un trastorno del desarrollo", han finalizado.