MADRID, 17 Ene. (EUROPA PRESS) -
Cada año se diagnostican en España cerca de 1.600 nuevos casos de cáncer en niños y adolescentes, y la resonancia magnética se ha convertido en la técnica más adecuada para su seguimiento ya que facilita información morfológica y funcional del tumor y no requiere radiación.
Así lo han reconocido los expertos participantes durante la quinta edición del Curso de Imagen Funcional y Molecular en Oncología Pediátrica, en cuya organización ha colaborado el grupo médico HT especializado en diagnóstico por imagen con el apoyo de Siemens Healthineers, entre otras entidades.
En las últimas tres décadas el pronóstico del cáncer infantil ha mejorado considerablemente, con una tasa de supervivencia del 80 por ciento, y para mejorar esas cifras "la lucha debe enfocarse en el diagnóstico y tratamiento precoz", ha apuntado Antonio Luna, director científico de Health Time (HT) y codirector del curso.
En ese sentido, los avances en las técnicas de imagen han resultado fundamentales para alcanzar las cifras de supervivencia a las que se ha llegado, ya que permiten un mejor diagnóstico, elección del tratamiento y seguimiento de los pacientes.
El diagnóstico inicial generalmente es radiológico, ha apuntado el jefe de Servicio de Oncohematología y Trasplante Hematopoyético del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, Luis Madero, lo que permite una caracterización muy importante en los tumores pediátricos, "sobre todo en los tumores como linfomas o neuroblastomas", los más comunes en niños.
Y para que la experiencia del niño sea lo menos traumática posible y que se sientan cómodos, se busca evitar anestesias e intentar utilizar la menor sedación posible. "Requerimos de tecnologías que nos permitan hacer estudios muy rápidos, y cuya precisión en la imagen no sea sensible al movimiento, porque lógicamente hacer que un niño pequeño esté totalmente quieto es complicado", según Pablo Caro, radiólogo pediátrico de Health Time en Sevilla.
Una vez detectada la masa tumoral, la resonancia magnética es la técnica más adecuada para clasificar si el tumor es benigno o maligno, "el interrogante que más preocupa a los padres y a los especialistas", ha señalado.
Otras de las características que sitúan a la resonancia magnética como la técnica de elección en estos casos es que aporta más detalles que otras sobre la anatomía del tumor, su relación con lo que tienen alrededor y su comportamiento, información fundamental para que médicos y cirujanos decidan el mejor tratamiento en cada caso.
"El hecho de que la resonancia magnética no tenga radiación es otra característica importante porque los niños se someten a controles cada tres, seis y doce meses, y es vital no radiarles durante toda su infancia porque tienen toda la vida por delante", ha señalado Caro.