MADRID, 4 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un estudio realizado por investigadores del Centro Alemán de Primates - Instituto Leibniz para la Investigación de Primates, junto con colegas de la Facultad de Medicina de Hannover y de la Universidad Friedrich-Alexander de Erlangen-Nürnberg (Alemania), ha demostrado que la mayoría de los anticuerpos terapéuticos para el tratamiento de los pacientes con COVID-19 no inhiben las subvariantes de ómicron BA.2.12.1, BA.4 y BA.5 o sólo lo hacen con una potencia reducida.
En la investigación, publicada en la revista científica 'The Lancet Infectious Diseases', el anticuerpo bebtelovimab constituyó la única excepción, ya que este anticuerpo bloqueó todas las variantes probadas con alta eficiencia. Además, el estudio muestra que las subvariantes BA.2.12.1 y especialmente BA.4 y BA.5 son inhibidas peor que sus predecesoras BA.1 y BA.2 por los anticuerpos generados tras la vacunación o la inoculación seguida de infección.
Las subvariantes omicrón BA.1 y BA.2 del SARS-CoV-2 han dominado la pandemia de COVID-19 desde principios de 2022. En muchos países, están siendo superadas por BA.2.12.1, BA.4 y BA.5. Sin embargo, aún no está muy claro si estas "nuevas" subvariantes adquirieron rasgos biológicos que permiten una transmisión más eficiente o si son bloqueadas con menos eficacia por los anticuerpos en comparación con BA.1 y BA.2.
Las nuevas variantes del SARS-CoV-2 surgen debido a errores durante la replicación del genoma viral. Así, el virus adquiere mutaciones que cambian las proteínas víricas, incluida la proteína de superficie, la espiga, el objetivo central de la respuesta de los anticuerpos.
En caso de que las mutaciones reduzcan el reconocimiento de la proteína 'spike' por parte de los anticuerpos, dichas variantes se vuelven más hábiles para propagarse entre personas con inmunidad preexistente debido a la vacunación o a una infección pasada.
Este equipo de investigación ha descubierto que de los diez anticuerpos terapéuticos estudiados sólo dos eran capaces de inhibir, al menos parcialmente, la BA.2.12.1, la BA.4 y la BA.5, y que sólo un anticuerpo, el bebtelovimab (LY-CoV1404), bloqueaba eficazmente la infección por todas las subvariantes de ómicron.
"Estos resultados confirman una tendencia que ya habíamos observado en estudios anteriores: las subvariantes de ómicron no son inhibidas de forma apreciable por la mayoría de los anticuerpos terapéuticos y los pocos anticuerpos que las inhiben lo hacen con frecuencia de forma específica para cada subvariante. Por lo tanto, es importante desarrollar nuevos anticuerpos para estar preparados para futuras subvariantes", afirma Prerna Arora, primera autora del estudio.
Los anticuerpos de individuos no vacunados que se infectaron con las subvariantes BA.1 o BA.2 de ómicron en la primavera de 2022 neutralizaron la BA.2.12.1 con una eficacia similar, pero fueron mucho menos potentes contra la BA.4 y la BA.5. Por lo tanto, los investigadores consideran que "es probable que una infección previa con BA.1 o BA.2 proporcione poca protección contra una infección posterior con BA.4 o BA.5".
Los anticuerpos inducidos por tres dosis de la vacuna de ARNm de BioNTech/Pfizer bloquearon todas las subvariantes de ómicron. Sin embargo, la inhibición fue menos eficiente en comparación con la medida para un virus que circuló temprano durante la pandemia, y la inhibición de BA.2.12.1, BA.4 y BA.5 fue menos eficiente en comparación con BA.1 y BA.2.
También se obtuvieron resultados similares para los anticuerpos inducidos por la vacunación más la infección tras recibir las tres dosis. Aunque esta llamada inmunidad híbrida confirió una actividad neutralizante globalmente más alta contra todas las variantes probadas, la inhibición de BA.2.12.1, BA.4 y BA.5 fue significativamente reducida.
"La BA.2.12.1 y, en particular, la BA.4 y la BA.5 son variantes de evasión de anticuerpos. La vacunación seguirá protegiendo contra la enfermedad grave inducida por estas variantes, pero la protección podría ser algo menos eficiente que la medida para las variantes que circulan anteriormente", ha concluido Markus Hoffmann, autor principal del estudio.