MADRID 11 Jun. (EUROPA PRESS) -
Según una investigación, la enfermedad genética de Huntington no sólo afecta a las células nerviosas del cerebro, sino que también tiene efectos generalizados en los vasos sanguíneos microscópicos. Estos cambios en la vasculatura también se observaron en las etapas presintomáticas de la enfermedad, lo que demuestra el potencial de esta investigación para predecir la salud del cerebro y evaluar los efectos beneficiosos de los cambios o tratamientos en el estilo de vida.
El estudio, publicado en ‘Brain Communications’, está firmado por Juliane Bjerkan, Gemma Lancaster, Peter McClintock y Aneta Stefanovska de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), Jan Kobal, Sanja Šešok y Bernard Meglic del Centro Médico Universitario de Liubliana (Eslovenia), Karol Budohoski del NHS Trust de los Hospitales Universitarios de Cambridge y Peter Kirkpatrick de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
El equipo investigó cambios en la coordinación entre la actividad neuronal y la oxigenación del cerebro en la enfermedad de Huntington. La vasculatura y el cerebro trabajan juntos para garantizar que el cerebro reciba suficiente energía. De hecho, el cerebro necesita hasta el 20% del consumo de energía del cuerpo a pesar de que sólo pesa aproximadamente el 2% del peso corporal. La "unidad neurovascular" consta de vasculatura conectada a las neuronas a través de células cerebrales llamadas astrocitos y garantiza que esta cooperación sea exitosa.
Para evaluar la función de estas unidades neurovasculares, los investigadores combinaron técnicas de medición no invasivas y métodos de análisis novedosos. Se colocaron sondas que emitían luz infrarroja en la cabeza de los participantes del estudio. La luz infrarroja penetró inofensivamente en el cráneo y permitió a los investigadores medir la oxigenación de la sangre del cerebro.
También se colocaron en las cabezas de los participantes electrodos que pueden medir la actividad eléctrica de las neuronas. A continuación, los investigadores estudiaron los numerosos ritmos relacionados con el funcionamiento del cerebro y del sistema cardiovascular utilizando técnicas matemáticas. Estos ritmos incluían las frecuencias cardíaca y respiratoria, relacionadas con el transporte de nutrientes y oxígeno, así como ritmos más lentos asociados con el control local del flujo sanguíneo. La actividad cerebral se manifiesta en ritmos más rápidos.
El funcionamiento eficiente del cerebro depende de qué tan bien estén orquestados todos estos ritmos. Para evaluar la eficiencia de la unidad neurovascular, se evaluó tanto la fuerza como la coordinación de estos ritmos calculando su "potencia" y su "coherencia de fase".
La profesora Aneta Stefanovska de la Universidad de Lancaster relata: "Tenemos la esperanza de que el método descrito pueda usarse para monitorear la progresión de la enfermedad y evaluar el efecto de posibles tratamientos o cambios en el estilo de vida en la enfermedad de Huntington y otras enfermedades neurodegenerativas. También esperamos que nuestro estudio estimule nuevos tratamientos para la enfermedad de Huntington dirigidos a la vasculatura y el metabolismo cerebral".