MADRID 27 Oct. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación ha demostrado que el uso de la ventilación con mascarilla durante la cirugía de rutina no debe ser clasificado como un procedimiento generador de aerosoles y no aumenta el riesgo de transmisión de COVID-19 en comparación con la respiración normal / tos de los pacientes, según publican sus autores en 'Anaesthesia', la revista de la Asociación de Anestesistas norteamericana.
Por lo tanto, este procedimiento no es de alto riesgo y puede realizarse con confianza tanto para la cirugía rutinaria como para el manejo de la vía aérea de emergencia. Su uso no debería ralentizar las operaciones ni requerir el uso de equipos de protección personal adicionales para los equipos médicos, advierten.
La ventilación con mascarilla es una intervención esencial utilizada por los anestesistas como parte del "soporte vital" de la mayoría de los pacientes anestesiados sometidos a cirugía. Su designación como "procedimiento generador de aerosoles" (PGA) por parte de la Organización Mundial de la Salud ha tenido un gran impacto en la eficiencia y los procesos de los quirófanos.
Sin embargo, no existen pruebas directas que indiquen si la ventilación con mascarilla facial es un procedimiento de alto riesgo para la generación de aerosoles. Hasta la fecha, ningún estudio ha medido el aerosol generado durante la ventilación con mascarilla y las pruebas para su clasificación como AGP se basan en gran medida en un estudio de infecciones en anestesistas que se remonta a la anterior epidemia de SARS-1 en 2003.
Como resultado de esta designación como AGP, las directrices actuales dictan que los anestesistas que realizan la ventilación con mascarilla en un paciente con riesgo de padecer COVID-19 tendrían que llevar una máscara respiratoria, protección ocular y equipo de protección personal adicional. Esto también se aplicaría al personal de quirófano cercano.
Además, había que añadir tiempo extra (hasta media hora por caso) a cada operación para permitir suficientes cambios de aire en el quirófano para eliminar cualquier aerosol presuntamente infeccioso. Esto reduce en gran medida el número de casos que pueden realizarse cada día, especialmente en el caso de la cirugía urgente o de emergencia, y contribuye al retraso en el sistema sanitario.
En este nuevo estudio, los autores llevaron a cabo la monitorización de aerosoles en pacientes anestesiados durante la ventilación con mascarilla estándar y la ventilación con mascarilla con una fuga de aire generada intencionadamente, para imitar el peor escenario en el que el aerosol podría extenderse en el aire. Las grabaciones se realizaron en quirófanos ultralimpios (en el Southmead Hospital, North Bristol NHS Trust, del Reino Unido) y se compararon con el aerosol generado por la respiración normal y la tos de cada paciente.
El aerosol respiratorio de la respiración normal se detectó de forma fiable por encima de las concentraciones de partículas de fondo, muy bajas, con una concentración media de aerosol de 191 partículas por litro.
La concentración media de aerosoles detectada durante la ventilación con mascarilla sin fuga (3 partículas por litro) fue 64 veces menor que la de la respiración. Cuando se introdujo una fuga intencionada, el recuento de aerosoles fue 17 veces inferior al de la respiración (11 partículas por litro).
Al observar las concentraciones máximas de partículas, el equipo descubrió que la tos de un paciente producía un pico de 1.260 partículas por litro, en comparación con el pico de 60 por litro (20 veces menos) de la ventilación con mascarilla normal y de 120 por litro con la introducción de una fuga intencionada (10 veces menos).
El doctor Andrew Shrimpton, autor principal del estudio, explica que "este estudio demuestra que la ventilación con mascarilla, incluso cuando se realiza con una fuga intencionada, no genera niveles elevados de bioaerosol".
Los autores añaden que "la baja concentración de aerosol detectada durante la ventilación con mascarilla, incluso con una fuga intencionada, también es tranquilizadora, dado que representa el peor escenario posible. Tanto la respiración normal como la tos voluntaria generan cantidades de aerosol mucho mayores que la ventilación con mascarilla...".
Por ello, consideran que "sobre esta base, la ventilación con mascarilla no debería considerarse un procedimiento generador de aerosoles. La evidencia acumulada demuestra que muchos procedimientos actualmente definidos como generadores de aerosoles no son intrínsecamente de alto riesgo para generar aerosoles, y que los eventos respiratorios naturales del paciente a menudo generan cantidades mucho mayores", concluyen.