Conjuntivitis
¿Qué es la conjuntivitis?
La conjuntivitis es la inflamación y/o irritación de la conjuntiva, es decir, la membrana delgada y transparente que recubre la esclera (parte blanca del ojo) y el interior de los párpados.
Se produce un enrojecimiento del ojo (hiperemia conjuntival), secreciones, párpados pegados (que empeora al levantarse por la mañana) y sensación de cuerpo extraño o arenilla dentro del ojo.
Por lo general afecta a ambos ojos al mismo tiempo, aunque puede afectar más a un ojo que a otro. Su duración aproximada es desde 10 días a 4 semanas y se trata de un trastorno muy común, sobre todo en niños, incluso recién nacidos.
Síntomas de la conjuntivitis
Según el origen de la infección o de la irritación, varían los síntomas de la conjuntivitis.
Vírica: los ojos tienen un aspecto vidrioso, enrojecido y presentan una secreción acuosa. Los párpados están hinchados y producen mucha incomodidad en la persona que lo sufre. Este tipo de conjuntivitis puede llegar a afectar a la córnea provocando queratitis, causa visión borrosa y puede llegar a durar varias semanas.
Bacteriana: en este caso la afección se presenta en los dos ojos y la sensación es la de tener arena y de estar muy irritados con secreción de pus. Al despertar por la mañana, pueden aparecer costras en las pestañas y los ojos pegados, que deben lavarse con abundante agua o suero fisiológico con la ayuda de una gasita suave.
Alérgica: suele ser estacional, en primavera y en verano cuando hay más polen en el ambiente, y se presenta con un importante enrojecimiento de los ojos.
Le acompaña picor, quemazón y una sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo. Aparece mayor segregación de lágrimas y, con frecuencia, va acompañada de un cuadro de estornudos y rinitis.
Tratamiento de la conjuntivitis
Al primer síntoma hay que acudir al especialista que será quien determine cuál es la causa de la infección y decidirá el tratamiento adecuado en función del tipo de conjuntivitis que presente. Si se están utilizando lentillas, deben dejar de usarse durante el tiempo que dure el proceso.
Conjuntivitis vírica: no existe un tratamiento que acorte el tiempo que dura la enfermedad. Es decir, el tratamiento tiene el objetivo de aliviar los síntomas.
Al ser muy contagiosa, se deben extremar las medidas de higiene: lavarse las manos con frecuencia, evitar tocarse los ojos, evitar el contacto directo con otras personas y no compartir objetos personales (toallas, cojines, almohadas…).
Tanto las lágrimas artificiales en monodosis, usadas 4-8 veces al día, como las compresas frías sobre los ojos alivian la inflamación y también puede recetarse paracetamol o ibuprofeno, si las molestias llegan a interferir en la rutina diaria.
Conjuntivitis bacteriana: en este caso, el tratamiento se realiza a base de gotas de antibiótico o pomada. Para eliminar las costras o los restos segregados durante la noche, hay que limpiar bien el ojo con un algodón o una gasita suave empapados en suero fisiológico.
La higiene mientras dure la infección debe ser también rigurosa y debemos lavarnos las manos después de aplicar las gotas o la pomada, después de lavar los ojos y siempre que los hayamos tocado.
En algunos casos, pueden ser necesarios los antibióticos vía oral.
- Conjuntivitis alérgica: se trata con gotas antihistamínicas. Para disminuir los síntomas, se puede administrar lágrima artificial o lavados con suero fisiológico.
- Siempre que se administren varias clases de gotas, deben transcurrir, al menos, 5 minutos entre gota y gota.
Causas de la conjuntivitis
La causa más frecuente de conjuntivitis es la vírica. La segunda más frecuente, las alergias o la irritación por la presencia de determinados elementos en el ambiente.
Cada causa le da el “apellido” al tipo de conjuntivitis:
Vírica: es la causa más común, es muy contagiosa y la provoca el mismo virus que del resfriado común; con dolor de garganta, secreción nasal, ojos llorosos y enrojecidos. Es autolimitada: por lo general empeora durante los primeros 4-7 días y puede no resolverse hasta pasadas 2-3 semanas, o incluso más, si hay afectación de la córnea.
Bacteriana: existe gran enrojecimiento y secreción purulenta de color blanco-amarillento. Los agentes causales más frecuentes son: los Staphylococcus aureus y los Streptococcus.
Alérgica: no es infecciosa ni contagiosa. Es un trastorno estacional y se da en personas que presentan reacción alérgica a elementos a los que están expuestos (polen, mascotas…), o a agentes físicos o químicos que provocan la inflamación de la conjuntiva al irritarla o dañarla... Cursa con enrojecimiento, picor, lagrimeo e hinchazón.
Tanto la conjuntivitis infecciosa vírica como la bacteriana son altamente contagiosas.
Cómo prevenir la conjuntivitis
La higiene rigurosa es la mejor forma de evitar una conjuntivitis:
No tocarse los ojos, si están afectados
Lavarse las manos con frecuencia
Utilizar siempre una toalla limpia y cambiarla todos los días. Por supuesto, no compartirla.
Cambiar a diario la funda de la almohada mientras dure la infección
- Si utiliza cosméticos, como por ejemplo rimel o perfilador, debe tirarlos y usar uno nuevo una vez pasada la infección.
En el caso de los niños, hay que tener mucha más precaución puesto que al ser una afección altamente contagiosa, es en la Escuela Infantil y en el colegio donde más casos se presentan. Durante los primeros 10-12 días de infección, las conjuntivitis son altamente contagiosas.
Los recién nacidos también están expuestos a padecerla. En el canal del parto de la madre existen bacterias que, aunque no causan síntomas en la mujer, sí que son peligrosas para el bebé que se puede contagiar durante el parto y desarrollar una conjuntivitis de carácter grave denominada oftalmia neonatal. Por eso, en las primeras horas de vida, el neonatólogo le aplica al bebé una pomada antibiótica en sus ojos para prevenir una posible infección ocular.
El pronóstico de la conjuntivitis es bueno. Normalmente no tienen complicaciones.
En el caso de la conjuntivitis bacteriana, es muy importante seguir rigurosamente el tratamiento prescrito por el especialista, tanto en la administración (número de gotas) como en la frecuencia (veces al día) y en la duración. Bajo ningún concepto debemos interrumpir el tratamiento porque haya mejorado la sintomatología o administrarlo durante más días para terminar las gotas. Conductas de este tipo pueden hacer que en el futuro el tratamiento no sea efectivo.
Nombre:Dra. Marta Suárez-Leoz
Centro:Hospital La Milagrosa
Madrid
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