MADRID 12 Nov. (EUROPA PRESS) -
Para muchas mujeres, la mamoplastia de reducción o reducción de pecho "va más allá de la apariencia y responde a problemas de salud", asegura la cirujana plástica de IML CLINIC, la doctora Alba Martínez, quien añade que "dolores de espalda, cuello y hombros, así como dificultades para practicar ejercicio o usar ciertas prendas, son factores que llevan a cada vez más mujeres con mamas muy grandes a optar por esta cirugía".
Asimismo, explica que esta intervención se puede realizar a través de diferentes técnicas quirúrgicas, adaptadas al tamaño y la forma del pecho de cada paciente. Desde una cicatriz periareolar para reducciones pequeñas, hasta cicatrices verticales o en T invertida en casos de mayor volumen, cada técnica garantiza buenos resultados estéticos y funcionales. Además, mediante esta intervención se pueden corregir factores como el pecho caído o asimetrías.
Según datos de la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos, en 2023, más de 76.000 mujeres en Estados Unidos se sometieron a una cirugía de reducción de pecho, lo que representa un aumento del 64 por ciento respecto a 2019, reflejando una tendencia al alza impulsada no sólo por razones estéticas, sino por una búsqueda de bienestar físico y comodidad en la vida diaria.
La reducción de pecho permite corregir el tamaño y la forma de los senos para adaptarlos a una proporción más equilibrada con el cuerpo de cada mujer. "En un mundo donde alrededor del 70 por ciento de las mujeres no están satisfechas con el tamaño de sus senos, la tendencia hacia la reducción mamaria es una muestra clara de que cada vez más mujeres están dispuestas a tomar el control de su propio bienestar y a decidir en favor de su comodidad y salud", concluye la experta.