MADRID, 20 Ene. (EDIZIONES) -
Nuestra piel es nuestra primera barrera defensiva. Es el órgano más grande del cuerpo y su superficie, aunque no lo creamos, varía entre 1,5 y 2,2 metros cuadrados, siendo además su peso de unos 4 kilos, y su espesor varía entre los 2 y los 5 milímetros.
Probablemente el invierno es la época en la que más se daña nuestra piel. Sufre constantes cambios de temperatura. Estamos en casa, con la calefacción que la reseca, pero es que luego salimos a la calle con el frío que la daña. Es una época en la que la sometemos a continuos contrastes que, a la larga, nos pasan factura.
"Nuestro organismo es capaz de regular la temperatura corporal mediante un mecanismo de vasoconstricción de los vasos epidérmicos con el frío para evitar la pérdida de calor y de vasodilatación para favorecer la transferencia de calor al ambiente. Cuando estos cambios son muy bruscos y muy continuados pueden provocar alteración del calibre de los vasos de manera permanente", explica la doctora María Calvo, jefa de Servicio de Dermatología del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo (Madrid).
Así, la también miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) indica que los fenómenos que más afectan a nuestra piel se conocen como 'exposoma', y más concretamente se trata de "aquellos factores externos que influyen en el envejecimiento de nuestra piel".
"El más conocido quizá sea el sol, pero también están el calor, la contaminación ambiental, el estrés, la falta de sueño, la alimentación y el tabaco", sostiene la miembro del Grupo Español de cosmética y terapéutica de la AEDV.
Con ello, la doctora Blanco recuerda que mientras que las temperaturas elevadas y la humedad provocan una mayor actividad de las glándulas sebáceas, las temperaturas frías y secas reducen las síntesis de sebo, alterando la barrera cutánea protectora, y volviendo la piel más seca e irritable.
Por eso, según incide la especialista de Quirónsalud, el frío disminuye la hidratación de la piel, ya que como antes ha mencionado, se disminuye la producción de sebo, que es su protector natural. "Además, en invierno pasamos más tiempo en ambientes con calefacción que producen importante sequedad ambiental y vuelven la piel más frágil y con mayor tendencia a inflamarse. No hay que olvidar tampoco que el frío aumenta también la sensación de picor", resalta.
En este sentido, la jefa de Servicio de Dermatología del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo (Madrid) enumera los que, en su opinión, representan los principales consejos para proteger a nuestra piel frente al frío del invierno y los típicos cambios de temperatura a los que sometemos a nuestra piel en esta época:
1.- Limpieza: Debe realizarse con productos suaves, a ser posible sin detergentes y con agua tibia.
2.- Hidratación: Aplicar cremas hidratantes entre 1 y 2 veces al día, siempre mejor después de la ducha para facilitar su penetración.
3.- Acuérdate de las manos y de los labios: Ambos tienden a deshidratarse mucho al estar tan expuestos, por eso es importante protegerlos con sticks y cremas protectoras, así como hidratarlos a diario.
4.- Emplear fotoprotección solar todo el año: Aunque la radiación solar es menor en invierno, el efecto acumulativo de la misma es el que produce un aumento del riesgo de cáncer de piel y de fotoenvejecimiento, por eso es una buena rutina la protección solar los 365 días del año.
5.- En última instancia, pide recordar siempre evitar al máximo los exposomas que se han descrito anteriormente: Sol, calor, contaminación ambiental, estrés, falta de sueño, alimentación y tabaco.