MADRID 27 Oct. (EUROPA PRESS) -
El líquido cefalorraquídeo, el líquido transparente e incoloro que protege el cerebro, también puede ser un factor que haga que los cánceres cerebrales sean resistentes al tratamiento, según revelan en la revista 'Science Advances' investigadores australianos dirigidos por el profesor asociado Cedric Bardy, del Instituto de Investigación Médica y Sanitaria de Australia Meridional (SAHMRI) y la Universidad Flinders.
El estudio muestra que un ansiolítico que lleva décadas en uso puede mejorar la eficacia de la quimio-radioterapia contra el glioblastoma, el cáncer cerebral más común y letal.
Los cánceres cerebrales matan a más niños y adultos menores de 40 años que cualquier otro cáncer. Son resistentes a las terapias que eliminan los cánceres de otras partes del cuerpo. El equipo del estudio especula con la posibilidad de que a ello contribuyan unas características cerebrales únicas.
El equipo australiano de neurobiólogos, neurocirujanos y oncólogos analizó el efecto del valioso líquido cefalorraquídeo humano en el crecimiento de células tumorales de 25 pacientes locales con glioblastoma. Entre sus hallazgos, las células tumorales cambiaron rápidamente de identidad y se hicieron más resistentes a la radiación y al fármaco temozolomida, pilares del tratamiento del glioblastoma.
El profesor asociado Cedric Bardy afirma: que "el glioblastoma mata en pocos meses a muchas personas que, por lo demás, son sanas y jóvenes. Es una enfermedad horrible, y los tratamientos disponibles no son lo bastante eficaces a pesar de sus graves efectos secundarios. Este estudio nos ayuda a comprender las limitaciones de las quimioterapias actuales y nos da nuevas esperanzas para reorientar una clase de fármacos que podrían añadirse a la atención estándar --asegura--. Ahora estamos trabajando duro para probarlo en pacientes en un ensayo clínico".
Al investigar la base molecular de estos cambios, el equipo descubrió que las células de glioblastoma expuestas al líquido cefalorraquídeo eran más resistentes a la ferroptosis, una forma de muerte celular inducida por la terapia.
Además, demostraron que la trifluoperazina, un ansiolítico utilizado desde la década de 1950, podía resensibilizar las células de glioblastoma a ambas terapias. En cambio, se observó que la trifluoperazina no dañaba las células cerebrales sanas. Los investigadores concluyeron que la combinación de trifluoperazina con el tratamiento estándar puede mejorar la supervivencia de los pacientes con glioblastoma.