MADRID, 7 Dic. (EDIZIONES) -
Los anticuerpos monoclonales representan un importante instrumento para el diagnóstico y la lucha de cada vez más enfermedades. Es tal la revolución que han generado en el campo de la Medicina que este hallazgo fue condecorado con el Premio Nobel de Medicina en 1984.
Precisamente, a principios de este noviembre, la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) ha dado luz verde a los dos primeros medicamentos con anticuerpos monoclonales recomendados para su comercialización en la Unión Europea y contra la infección por SARS-CoV-2. Se trata de 'Ronapreve' (casirivimab/imdevimab) y de 'Regkirona' (regdanvimab), dos tratamientos que han de utilizarse durante las primeras fases de la infección y que se basan en anticuerpos monoclonales antivirales.
El doctor Javier de la Fuente Aguado es jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Ribera Povisa de Vigo y presidente de la Sociedad gallega de Medicina. Nos concede una entrevista a Infosalus para entender de qué manera esta herramienta forma parte del arsenal terapéutico que hoy en día los expertos manejan frente a la COVID-19, con motivo de su ponencia sobre este tema en el 42 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Según detalla, los anticuerpos monoclonales son unos anticuerpos producidos en el laboratorio que se comportan de una forma similar a los que produce el ser humano. Ayudan al sistema inmunitario a reconocer y a responder de manera más efectiva frente al SARS-COV-2 en este caso. "Lo que hacen es bloquear, neutralizar o impedir la propagación del virus en el organismo", precisa el especialista.
Su uso está cada vez más extendido, según confiesa, y de hecho, recuerda que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump recibió un tratamiento con anticuerpos monoclonales durante su infección por SARS-CoV-2, de la que finalmente se recuperó totalmente.
Pero cuidado. Recuerda que estos anticuerpos de laboratorio no solo se están empleando en la actualidad frente a esta infección, sino que también pueden dirigirse contra las enfermedades inflamatorias, autoinmunes o autoinflamatorias, en patologías digestivas como la Enfermedad de Crohn, o en la colitis ulcerosa; o bien en enfermedades reumáticas como la Artritis reumatoide o la psoriasis; en enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple; en enfermedades tumorales como algunos tipos de leucemia o de linfomas; así como en enfermedades infecciosas como la COVID, como estamos viendo.
UN ALTO RIESGO DE ENFERMEDAD GRAVE
En caso de luchar contra el SARS-CoV-2 se utilizan en aquellas personas que presenten un alto riesgo de progresión de la enfermedad, de enfermar gravemente, incluso de ser hospitalizadas, o de fallecer en última instancia. En concreto, el doctor señala que los anticuerpos monoclonales frente a la COVID-19 han sido aprobados en dos circunstancias.
Primero, para aquellos pacientes que tienen enfermedades concomitantes asociadas y que presentan con ello un mayor riesgo de que la infección por SARS-CoV-2 se complique, como por ejemplo en los trasplantados, en aquellos que padezcan trastornos de la defensa inmunitaria, pacientes con corticoides, con fármacos quimioterápicos y demás pacientes oncológicos, personas con enfermedades respiratorias como la EPOC o la fibrosis pulmonar, con insuficiencia renal, con diabetes mellitus, o con cardiopatías, entre otros.
Después, el presidente de la Sociedad gallega de Medicina sostiene que están indicados a pacientes con riesgo de desarrollar una infección grave como profilaxis, y pone el ejemplo de las personas mayores, con una reserva funcional disminuida, que se encuentran en residencias.
"En el caso de la COVID-19 se producen anticuerpos monoclonales contra la proteína Spike (espícula) del SARS-CoV-2, una proteína que tiene la capacidad de unirse a las células humanas para después invadirlas", subraya el especialista, señalando que con los anticuerpos monoclonales se intenta bloquear esa capacidad del virus para infectar a las células.
¿CÓMO SE APLICA?
Según precisa, todos ellos deben ser pacientes con infección leve o moderada de COVID-19, y el medicamento debe proporcionarse en las primeras fases de la enfermedad (los primeros 5-7 días de infección), cuando el virus está aún muy activo y antes de que se produzca una hiperrespuesta inmune. "Proporcionar anticuerpos de neutralización del virus SARS-CoV-2 impedirá que se infecten las células. Por eso, cuanto más precoz sea aplicado el tratamiento, mejor", añade el doctor Javier de la Fuente Aguado.
Se producen en el laboratorio, y son anticuerpos humanizados, es decir, lo más parecidos posibles a los humanos, para evitar reacciones alérgicas de hipersensibilidad, o bien la aparición de anticuerpos neutralizantes que impidan la acción del propio anticuerpo diseñada en el laboratorio.
Es un tratamiento intravenoso, según prosigue el especialista en Medicina Interna, y hay que aplicarlo además con un ritmo de infusión de dos o más horas. Se puede hacer en distintos contextos, desde centros de salud, hasta servicios hospitalarios, en hospitalizaciones a domicilio etc.
"Es una de las armas hoy día disponibles para pacientes con riesgo de desarrollar enfermedad grave. Todos los estudios realizados con estos anticuerpos recogen que tras su administración la mortalidad se aproxima a cero, y disminuye hasta el 70-80% la necesidad de ingreso hospitalario", agrega.
Según insiste, los anticuerpos monoclonales son una "medicación muy eficaz" en estos casos, pero advierte de que solo lo son si se administran en esa horquilla de primeros días de infección. Su precio igualmente es alto, pero según justifica el doctor, "todo lo que sea prevenir la hospitalización o la muerte no es tan caro", teniendo en cuenta además que la mayor parte de los pacientes están vacunados.
"Están saliendo además fármacos antivirales contra la COVID-19, con buenos resultados. Faltaría ver si la combinación de estos con los anticuerpos monoclonales podría mejorar el pronóstico de infección en los pacientes con riesgo", sentencia el jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospitjefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Ribera Povisa de Vigo.