MADRID, 13 Ene. (EDIZIONES) -
Desde la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) han recordado estos días que no se debe generalizar la evitación de vacuna de la COVID-19 a todas aquellas personas que han tenido reacciones graves con medicamentos o alimentos.
Y es que son muchas las personas alérgicas que se están preguntando si deben o no vacunarse de la COVID-19 después de que la Agencia reguladora de medicamentos y productos sanitarios de Reino Unido haya aconsejado no poner la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer a aquellos que tienen antecedentes de reacciones graves a fármacos y/o alimentos.
Desde la SEIAC española piden no generalizar la evitación de la administración de la vacuna a todos aquellos que hayan tenido reacciones graves a fármacos y/o alimentos y destaca que: "La vacuna de la COVID-19 de Pfizer tiene, en principio, las mismas contraindicaciones en los alérgicos que cualquier otra. Es decir, no se recomienda en personas que han sufrido reacciones alérgicas previas a sus componentes".
Así, en una entrevista con Infosalus, la doctora Nancy Ortega, presidenta del Comité de Alergia a Medicamentos de la SEAIC subraya que, en el caso de la vacuna de la COVID-19, las únicas personas con alergia que no deben ponérsela son aquellos con alergia al polietilenglicol (PGE), un excipiente de muchos fármacos que puede producir reacciones alérgicas.
"Las personas que son alérgicas al PGE lo saben porque se trata de una sustancia que está súper presente en nuestra vida diaria y ya cuentan con un estudio y diagnóstico sobre esa alergia por parte de su alergólogo. La reacción alérgica que más se produce por esta sustancia es la dermatitis de contacto. Se encuentra en los geles de baño, en las colonias, o en el champú, por ejemplo, aparte de estar presente en algunos medicamentos, como laxantes, antibióticos, analgésicos, antiagregantes, corticoides y antihipertensivos", según resalta.
Mientras, desde el Hospital La Salud de Valencia inciden en que como principio activo, la mayor parte de las vacunas a nivel general están formadas por virus atenuados o fragmentos proteicos, y otras como la del coronavirus de Pfizer o Moderna, por ARN del virus vehiculada en nanopartículas lipídicas de polietilenglicol (PGE).
"Como excipientes, algunas, como por ejemplo la triple vírica o la de la gripe, pueden contener trazas de proteínas de huevo y algunos antibióticos. En el caso concreto de la vacuna del COVID, contiene PGE, y no contiene sin embargo trazas de huevo, ni antibióticos", subraya.
A la vez, remarca que "presentar una alergia a la penicilina, a analgésicos, o a pólenes o alimentos vegetales o seguir un tratamiento con corticoides tópicos o inhalados, por ejemplo, no tiene por qué contraindicar la administración de una vacuna". Sí reconoce que están descritas reacciones alérgicas anafilácticas al PGE, y reactividad cruzada a Tween80 o polisorbato 80 y otros polisorbatos, pero dentro de lo poco frecuente que es la presentación de alergia a esta sustancia.
Por eso, la doctora Ortega anima a las personas a vacunarse y recuerda que tras la inoculación de la vacuna de la COVID-19 (en realidad de cualquier vacuna), lo que se suele recomendar es que las personas permanezcan al menos una media hora en el centro de salud, por si les produjera una reacción alérgica, que no es lo habitual.
¿POR QUÉ PUEDE DAR ALERGIA UN MEDICAMENTO?
Aquí recuerda que cada vacuna es diferente y que las reacciones alérgicas que puedan desprenderse dependerán de la composición de la misma. Pone el ejemplo de la vacuna de la gripe, de la que antes hemos hablado, y que ha tenido que desarrollarse con huevo y sin huevo, al tratarse esta alergia al huevo como una de las más frecuentes entre la población española.
"Las anafilaxias por PGE no son frecuentes y las alergias a ello tampoco. El tema surgió con los ingleses que tuvieron tres reacciones en pacientes con mucha alergia diagnosticada, que ya llevaban consigo la adrenalina autoinyectable, y se la tuvieron que poner. Por eso desde Inglaterra lanzaron ese mensaje de que los pacientes alérgicos bien a alimentos o a medicamentos con alergia grave no se podrían poner la vacuna", sostiene.
Ahora bien, destaca el caso americano, "con millón y pico de vacunados", más que en Reino Unido, y un país que precisamente acaba de hacer público el primer documento que existe en el mundo sobre las reacciones adversas que se han recogido en ese porcentaje tan alto de vacunación de COVID-19: "Se ha visto que la única contraindicación en sí de la vacuna está relacionada con las personas alérgicas al PGE, una molécula que ayuda a proteger el ARN mensajero de la vacuna tanto de Pfizer como de Moderna".
Por tanto, la presidenta del Comité de Alergia a Medicamentos de la SEAIC insiste en que sólo deberían eximirse de la vacunación de la COVID las personas que sean alérgicas a ese componente de la vacuna, que ya deben saberlo.
Aquí recuerda que, por regla general y no sólo con esta inyección, las personas que presentan mayor tendencia a reacciones alérgicas, en caso de producirse una reacción, ésta se magnificará si cuentan con antecedentes de alergia grave a alimentos, picaduras de veneno, látex, o enfermedades alérgicas como la mastocitosis; por lo que no deben pasar media hora en el centro de salud tras la inoculación, sino igual un cuarto de hora más.
A su vez, agrega que en este millón de personas vacunadas en USA, sólo ha habido 11 casos de anafilaxia, y no ha habido ninguna muerte. "Sí que ha habido reacciones menores, cuadros de dermatitis de contacto por ejemplo, pero todas se han resuelto y sin complicaciones posteriores. Por tanto, con esta vacuna, existe un riesgo muy bajo de presentar anafilaxia, y de presentar algún efecto adverso tras la inyección estos son leves: Dolor en el punto de la inyección, o cuadros pseudogripales (cansancio, fiebre, dolor articular), que con un paracetamol en dos días se resuelven", añade la doctora Ortega.
Por otro lado, desde la SEAIC inciden en que es necesario realizar un estudio alergológico de los sujetos que refieran reacciones alérgicas a las vacunas contra la COVID-19, para poder identificar la sustancia desencadenante de la reacción; si bien asegura que no es necesario de forma sistemática hacer un estudio alergológico previo a la administración de la vacuna a todos los sujetos con reacciones graves a fármacos y/o alimentos.