MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) -
En un gran ensayo clínico en el que se compararon directamente cuatro fármacos utilizados habitualmente para tratar la diabetes de tipo 2, los investigadores descubrieron que la insulina glargina y la liraglutida eran los mejores de los cuatro medicamentos aprobados para mantener los niveles de glucosa en sangre en el rango recomendado.
El control de la glucemia es un componente clave para mantener la salud de las personas con diabetes tipo 2. Los cuatro medicamentos evaluados se añadieron al tratamiento con metformina, que es el fármaco de primera línea para tratar la diabetes de tipo 2 en el ensayo, financiado por el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK), que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Las personas con diabetes que mantienen sus niveles de glucosa en sangre en un rango casi normal suelen tener un riesgo mucho menor de desarrollar complicaciones de la diabetes, como enfermedades nerviosas, renales y oculares. La mayoría de las personas con diabetes de tipo 2 necesitan más de un medicamento para controlar los niveles de azúcar en sangre a lo largo del tiempo.
Aunque los profesionales de la salud están de acuerdo en que la metformina combinada con la dieta y el ejercicio es el mejor enfoque inicial en el cuidado de la diabetes, no hay consenso sobre qué hacer después para mantener la glucosa alta bajo control.
Lanzado en 2013, el proyecto Glycemia Reduction Approaches in Diabetes: Un estudio de eficacia comparativa (GRADE) se llevó a cabo en 36 centros de estudio de Estados Unidos. Se diseñó para comparar cuatro de los principales medicamentos aprobados por la FDA en el momento en que se inició el GRADE para tratar la diabetes en combinación con metformina. Los principales resultados se publicaron en un par de artículos en 'The New England Journal of Medicine'.
"Este estudio se diseñó para proporcionar a los profesionales sanitarios información importante sobre cómo orientar el tratamiento a largo plazo de la diabetes de tipo 2 --explica el doctor Henry Burch, científico del proyecto GRADE del NIDDK--. Se trata de un paso integral hacia la medicina de precisión para el cuidado de la diabetes, ya que estos resultados pueden utilizarse ahora en el proceso de toma de decisiones para cada paciente individual a la luz de sus niveles de control de la glucosa, lo bien que se toleran los medicamentos y las demás consideraciones de salud de la persona".
En el estudio participaron 5.047 personas con diabetes de tipo 2 de diversos grupos raciales y étnicos que ya tomaban metformina. Los participantes fueron distribuidos aleatoriamente en uno de los cuatro grupos de tratamiento. Tres grupos tomaron metformina más un medicamento que aumentaba los niveles de insulina, sitagliptina, liraglutida o glimepirida. El cuarto grupo tomó metformina e insulina glargina U-100, una insulina de acción prolongada.
Tras una media de cuatro años de seguimiento, el estudio descubrió que los participantes que tomaban metformina más liraglutida o insulina glargina alcanzaban y mantenían sus niveles sanguíneos objetivo durante más tiempo en comparación con sitagliptina o glimepirida. Esto se tradujo en aproximadamente seis meses más de tiempo con los niveles de glucosa en sangre en el rango objetivo en comparación con la sitagliptina, que fue la menos eficaz para mantener los niveles objetivo. Los efectos del tratamiento no difirieron en función de la edad, el sexo, la raza o la etnia.
Sin embargo, ninguna de las combinaciones superó de forma abrumadora a las demás. Aunque los niveles medios de azúcar en sangre disminuyeron durante el estudio, casi tres cuartas partes de todos los participantes no pudieron mantener el objetivo de glucosa en sangre durante cuatro años, lo que subraya la dificultad de mantener los objetivos recomendados en muchos pacientes con diabetes de tipo 2.
"GRADE muestra eficazmente qué fármacos funcionaron mejor a la hora de alcanzar y mantener los objetivos de glucosa en sangre a lo largo del tiempo, pero necesitamos establecer estrategias aún más eficaces para el mantenimiento a largo plazo de unos niveles de glucosa aceptables --afirma el presidente del estudio GRADE, el doctor David M. Nathan, director del Centro de Diabetes del Hospital General de Massachusetts--. Todavía nos queda trabajo por hacer, como evaluar otras intervenciones y combinaciones de tratamientos para ayudar a las personas con diabetes tipo 2 a conseguir un control de la glucosa a largo plazo".
El estudio también analizó los efectos de los tratamientos sobre el desarrollo de enfermedades cardiovasculares relacionadas con la diabetes y descubrieron que los participantes del grupo de liraglutida eran los menos propensos a padecer cualquier enfermedad cardiovascular en general, en comparación con los otros grupos.
Asimismo, examinaron los efectos secundarios de los fármacos, y han descubierto que la hipoglucemia grave, a menudo denominada reacción de hipoglucemia, fue en general poco frecuente, pero afectó a más participantes asignados a glimepirida (2,2%) y los síntomas gastrointestinales fueron más frecuentes con liraglutida que con los otros tres grupos de tratamiento.
Además, en promedio, los participantes de todos los grupos de tratamiento perdieron peso. A lo largo de cuatro años, los participantes de los grupos de liraglutida y sitagliptina perdieron más peso (una media de 2,5 y 4 kilos, respectivamente) que los de glargina y glimepirida (menos de 2 kilos).