MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) han identificado una razón clave para explicar el motivo por el que aproximadamente 30 ensayos clínicos hasta la fecha no han logrado dar como resultado una vacuna humana efectiva contra Staphylococcus aureus ('S.aureus').
En concreto, tal y como publican en 'Journal of Clinical Investigation' (JCI), 'S. aureus' induce una sobreabundancia de una proteína llamada interleucina-10 (IL-10) en las células B, lo que lleva a la inactivación de los anticuerpos, dejándolos incapaces de matar a S. aureus
Igualmente, en otro estudio paralelo publicado en 'Nature Communications', los mismos investigadores encontraron que una sobreabundancia de IL-10 en respuesta a Staphylococcus aureus inhibe la capacidad de las células T auxiliares para combatir el patógeno.
El S. aureus es una de las principales causas de infecciones de la piel y los tejidos blandos que, en ocasiones, pueden derivar en sepsis y síndrome de choque tóxico. Este microbio supone una amenaza importante para la salud pública, agravada por la propagación de la bacteria Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (MRSA) en los últimos años. Según 'The Lancet', el S. aureus estuvo asociado con más de un millón de muertes en todo el mundo en 2019.
"Es un patógeno que necesita ser controlado urgentemente porque causa una morbilidad y mortalidad significativas no solo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo", insiste George Liu, profesor y jefe de enfermedades infecciosas pediátricas en la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego y el Rady Children's Hospital-San Diego.
Liu afirma que el S. aureus comparte una larga historia con los humanos. "Para que una bacteria pueda vivir fácilmente en nuestra nariz e intestino, necesita desarrollar una estrategia que amortigüe eficazmente la respuesta inmunitaria para poder sobrevivir".
En la infancia, la mayoría de nosotros somos colonizados por S. aureus , que se instala en nuestros conductos nasales. En su mayor parte, no nos hace daño. Pero un estudio anterior, se demostró que esta exposición temprana engaña a nuestras células inmunitarias para que produzcan anticuerpos modificados que no logran montar una defensa eficaz contra S. aureus . Es más, las bacterias conservan una "memoria" de esos anticuerpos no protectores que pueden recuperarse durante infecciones posteriores. Sin embargo, cuando los investigadores expusieron a los ratones a anticuerpos humanos contra S. aureus antes de la vacunación para replicar nuestra experiencia inicial con la bacteria, la vacuna ya no funcionó.
En el estudio del JCI , Liu y su equipo intentaron comprender qué hace que los anticuerpos contra S. aureus sean inútiles para combatir el patógeno después de la vacunación. Los investigadores expusieron ratones a S. aureus y luego los inocularon con la vacuna del determinante de superficie de hierro B (IsdB), que previamente había demostrado que confería inmunidad a S. aureus en ratones que no habían estado expuestos a la bacteria.
El equipo descubrió que las células B (glóbulos blancos que producen anticuerpos) secretan una gran cantidad de IL-10 cuando se las expone a S. aureus por segunda vez. Dentro de las células B, la IL-10 ordena a las enzimas que añadan un azúcar llamado ácido siálico a la región Fc de los anticuerpos (la región responsable de generar una respuesta inmunitaria adecuada). Con el azúcar abundantemente presente, la actividad antiestafilocócica de los anticuerpos producidos por las células B se neutraliza, volviéndolas incapaces de matar al patógeno.
La IL-10 ayuda a producir toneladas de este tipo de azúcar y, al hacerlo, desactiva nuestro sistema inmunológico Sin embargo, los investigadores también descubrieron que bloquear la IL-10 en el momento de la inmunización restablece la eficacia de la vacuna. "La misma vacuna que no funcionaba antes ahora funciona perfectamente en ratones", exponen los investigadores
Mientras que el estudio del JCI se centró en el papel de la IL-10 en las células B, el artículo de 'Nature Communications', dirigido por el primer autor Irshad A. Hajam, científico asistente del proyecto en el laboratorio de Liu, examinó cómo el S. aureus interactúa con los linfocitos T CD4+, también conocidos como células T auxiliares. Se trata de glóbulos blancos que detectan infecciones y activan otras células inmunitarias para atacar y matar patógenos.
Los investigadores descubrieron que, al igual que las células B, las células T auxiliares también secretan una sobreabundancia de IL-10 en respuesta a S. aureus en ratones previamente expuestos y posteriormente vacunados contra S. aureus . Así, la IL-10 inhibe la capacidad de las células T auxiliares de producir interleucina-17 (IL-17A), una citocina que resulta especialmente eficaz para combatir las infecciones por S. aureus . Pero al bloquear la IL-10 o añadir una sustancia llamada CAF01 (que se sabe que mejora la eficacia de la vacuna al aumentar la respuesta de las células T a las infecciones microbianas), los investigadores pudieron restablecer los niveles de IL-17A.
"Añadir CAF01 durante la vacunación ayudó a convertir la vacuna IsdB ineficaz en una que funcionó en ratones expuestos a S. aureus ", destaca Hajam. "Sorprendentemente, también funcionó con varias otras vacunas fallidas contra S. aureus ".
Los resultados de ambos estudios podrían ser una buena noticia para el desarrollo de vacunas humanas contra el S. aureus . Liu afirma que es posible que las vacunas contra el S. aureus ya desarrolladas pero que han fracasado sean eficaces bloqueando la IL-10 o potenciando la IL-17A durante la vacunación.
Añade que la producción de IL-10 por parte de otros microbios, como el 'Clostridioides difficile' y la malaria, podría ser una de las razones por las que las vacunas prometedoras para estas enfermedades han fracasado en los ensayos clínicos en humanos, lo que sugiere que el bloqueo de la citocina también podría restaurar su eficacia.