MADRID, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -
El director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) y del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai, Valentín Fuster, ha asegurado que el riesgo genético a padecer un infarto de miocardio se puede reducir con un estilo de vida saludable.
El experto se ha pronunciado así durante el curso magistral 'Molecular, Clinical & Population Bases of Cardiovascular Disease and Health', organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), patrocinado por Laboratorios Ferrer y que se ha celebrado en Cardona (Barcelona), ciudad que ha puesto en marcha la iniciativa 'Cardona Integral', un proyecto donde la salud se convierte en un elemento prioritario para los ciudadanos y en una herramienta de promoción social y económica para la ciudad.
Allí, el cardiólogo ha analizado las bases para un lograr un envejecimiento saludable, una edad media sana y una infancia y adolescencia saludables. "La promoción de comportamientos de un estilo de vida saludable, que incluyen no fumar, evitar la obesidad, una actividad física regular y un patrón de dieta saludable, debe ser la base de las estrategias actuales para mejorar la salud cardiovascular entre la población general", ha subrayado.
Y es que, tal y como ha informado, un estilo de vida saludable puede incluso con los genes que favorecen la enfermedad cardiovascular. Además, y en contra de la visión determinista de la predisposición genética de la enfermedad coronaria, cada vez hay más evidencias científicas que demuestran que este riesgo genético puede ser atenuado por un estilo de vida saludable caracterizado por no fumar, practicar ejercicio y evitar el exceso de peso.
De hecho, un reciente estudio publicado en 'The New England Journal of Medicine' ha demostrado que la población con una elevada predisposición genética a desarrollar una enfermedad cardiovascular puede reducir su riesgo de infarto o de episodio de muerte súbita a la mitad por el simple hecho de adoptar un estilo de vida saludable
A juicio de Fuster, los resultados han demostrado que tanto la herencia genética como los factores del estilo de vida contribuyen de forma independiente a la susceptibilidad de la enfermedad coronaria. Además, añade, que un estilo de vida saludable se asocia con reducciones similares del riesgo cardiovascular en cada estrato de riesgo genético y, aunque la reducción absoluta del riesgo asociada con la adherencia a un estilo de vida saludable fue mayor en el grupo con alto riesgo genético, los resultados apoyan los esfuerzos de salud pública que enfatizan un estilo de vida saludable para toda la población.
Del mismo modo, el cardiólogo ha aseverado que los datos proporcionan evidencia de que los factores del estilo de vida pueden modificar poderosamente el riesgo independientemente del perfil de riesgo genético del paciente.
NUEVAS HERRAMIENTAS DE DIAGNÓSTICO
Por otra parte, Fuster ha aludido a los últimos datos del estudio 'PESA-CNIC-Santande, que acaba de publicar en 'The Journal of the American College of Cardiology', en el que se señala que las nuevas técnicas de imagen, como la ecografía 3D vascular, pueden convertirse en una herramienta clave para identificar individuos con riesgo de enfermedad cardiovascular.
Y es que, este trabajo ha mostrado que la valoración de la carga de aterosclerosis global (la cantidad de colesterol acumulado en la pared de diferentes arterias del organismo) es, junto con los factores de riesgo tradicionales (colesterol, tensión arterial, diabetes, tabaco, ejercicio, obesidad), una herramienta "muy valiosa" para la estratificación del riesgo cardiovascular de una persona.
Por todo ello, Fuster ha abogado por un nuevo concepto: "De la enfermedad cardiovascular a la salud cardiovascular, del envejecimiento al nacimiento", en el que es importante la educación para cuidar la salud desde que se es pequeños.
"La esperanza radica en educar a los niños. La etapa de nuestra vida en el que más captamos y aprendemos se sitúa entre los tres y cinco años. Pero no hay que olvidar a los adultos. Se están usando herramientas de terapia de grupo que ya han dado sus frutos en otros campos. En España, por ejemplo, se ha aplicado un sencillo programa de intervención comunitaria de promoción de la salud integral, con grupos de 10 o 15 individuos que se reúnen una vez cada 2 a 4 semanas, similar a las terapias de grupo que se llevan a cabo en programas de dependencia de sustancias. Y se ha logrado un importante beneficio en el control de los 5 factores de riesgo cardiovascular más relevantes", ha explicado.
Y el último paso es el concepto de 'ciudad saludable', que debe además contemplar otros determinantes de salud como la creación de entornos físicos y sociales que promuevan la salud, zonas deportivas o auditorios enfocados a la educación de hábitos saludables.
Finalmente, Fuster ha señalado que habrá una serie de protagonistas en la enfermedad cardiovascular: el envejecimiento, la enfermedad degenerativa del cerebro y la enfermedad de Alzheimer; la identificación y gestión de la enfermedad subclínica en los jóvenes; los niños como promotores de la salud, y, por último, la genética y medicina precisión en la enfermedad cardiovascular.
"El mensaje de nuestro estudio es simple: el ADN no dicta nuestro destino. Hay muchas personas, y no solo entre la población general, sino también entre los médicos, que piensan que el riesgo genético es inevitable. Pero parece que esto no es así en lo que concierne al infarto de miocardio", ha zanjado.