MADRID, 17 Sep. (EUROPA PRESS) -
La vacunación contra determinadas proteínas del cáncer puede potenciar la respuesta general de las células T y ayudar a reducir los tumores en ratones, según publican científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en la revista 'Cell'. Los resultados podrían ayudar a los investigadores a decidir qué proteínas incluir en las vacunas contra el cáncer.
Durante la última década, los científicos han estado explorando la vacunación como una forma de ayudar a combatir el cáncer. Estas vacunas experimentales contra el cáncer están diseñadas para estimular el propio sistema inmunitario del cuerpo para que destruya un tumor, mediante la inyección de fragmentos de proteínas cancerígenas que se encuentran en el tumor.
Hasta ahora, ninguna de estas vacunas ha sido aprobada por la FDA, pero algunas se han mostrado prometedoras en ensayos clínicos para tratar el melanoma y algunos tipos de cáncer de pulmón. En un nuevo hallazgo que podría ayudar a los investigadores a decidir qué proteínas incluir en las vacunas contra el cáncer, los investigadores del MIT han descubierto que la vacunación contra determinadas proteínas cancerígenas puede potenciar la respuesta general de las células T y ayudar a reducir los tumores en ratones.
El equipo de investigación descubrió que la vacunación contra los tipos de proteínas que identificaron puede ayudar a despertar poblaciones de células T inactivas que se dirigen a esas proteínas, reforzando la respuesta inmunitaria general.
"Este estudio destaca la importancia de explorar en profundidad los detalles de las respuestas inmunitarias contra el cáncer. Ahora podemos ver que no todas las respuestas inmunitarias contra el cáncer son iguales, y que la vacunación puede desencadenar una potente respuesta contra un objetivo que, de otro modo, se ignoraba eficazmente", afirma Tyler Jacks, catedrático de biología David H. Koch, miembro del Instituto Koch de Investigación Integral del Cáncer, y autor principal del estudio.
Cuando las células comienzan a volverse cancerosas, empiezan a producir proteínas mutadas que no se ven en las células sanas. Estas proteínas cancerosas, también llamadas neoantígenos, pueden alertar al sistema inmunitario del organismo de que algo ha ido mal, y las células T que reconocen esos neoantígenos empiezan a destruir las células cancerosas.
Con el tiempo, estas células T experimentan un fenómeno conocido como "agotamiento de las células T", que se produce cuando el tumor crea un entorno inmunosupresor que inhabilita las células T, permitiendo que el tumor crezca sin control.
Los científicos esperan que las vacunas contra el cáncer puedan ayudar a rejuvenecer esas células T y ayudarlas a atacar los tumores. En los últimos años, han trabajado en el desarrollo de métodos para identificar neoantígenos en los tumores de los pacientes para incorporarlos a las vacunas personalizadas contra el cáncer. Algunas de estas vacunas se han mostrado prometedoras en ensayos clínicos para tratar el melanoma y el cáncer de pulmón de células no pequeñas.
"Estas terapias funcionan de forma sorprendente en un subconjunto de pacientes, pero la gran mayoría sigue sin responder muy bien --afirma Megan Burger, postdoctorante del MIT y autora principal del estudio--. Gran parte de la investigación en nuestro laboratorio está dirigida a tratar de entender por qué es así y qué podemos hacer terapéuticamente para que un mayor número de esos pacientes respondan".
Estudios anteriores han demostrado que de los cientos de neoantígenos que se encuentran en la mayoría de los tumores, sólo un pequeño número genera una respuesta de las células T.
El nuevo estudio del MIT ayuda a esclarecer por qué ocurre esto. En estudios realizados en ratones con tumores de pulmón, los investigadores descubrieron que, a medida que surgen las células T que se dirigen al tumor, los subconjuntos de células T que se dirigen a diferentes proteínas cancerosas compiten entre sí, lo que finalmente conduce a la aparición de una población dominante de células T.
Una vez que estas células T se agotan, siguen permaneciendo en el entorno y suprimen cualquier población de células T competidoras que se dirijan a diferentes proteínas encontradas en el tumor.
Sin embargo, Burger descubrió que si vacunaba a estos ratones con uno de los neoantígenos a los que se dirigían las células T suprimidas, podía rejuvenecer esas poblaciones de células T.
"Si se vacuna contra antígenos que tienen respuestas suprimidas, se pueden desencadenar esas respuestas de las células T --asegura--. Tratar de identificar estas respuestas suprimidas y dirigirse específicamente a ellas podría mejorar las respuestas de los pacientes a las terapias vacunales".
En este estudio, los investigadores descubrieron que tenían más éxito cuando vacunaban con neoantígenos que se unen débilmente a las células inmunitarias encargadas de presentar el antígeno a las células T. Cuando utilizaron uno de esos neoantígenos para vacunar a ratones con tumores de pulmón, descubrieron que los tumores se reducían una media del 27%.
"Las células T proliferan más, se dirigen mejor a los tumores y observamos una disminución general de la carga tumoral pulmonar en nuestro modelo de ratón como resultado de la terapia", afirma Burger.
Tras la vacunación, la población de células T incluía un tipo de células que tienen el potencial de reabastecer continuamente la respuesta, lo que podría permitir el control a largo plazo de un tumor.
En futuros trabajos, los investigadores esperan probar enfoques terapéuticos que combinen esta estrategia de vacunación con fármacos contra el cáncer llamados inhibidores de puntos de control, que pueden frenar las células T agotadas, estimulándolas para que ataquen los tumores. En apoyo de este enfoque, los resultados publicados hoy también indican que la vacunación aumenta el número de un tipo específico de células T que han demostrado responder bien a las terapias de punto de control.