MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
Unas 400.000 personas en España padecen temblor esencial, un trastorno del movimiento que afecta principalmente a las extremidades superiores, cabeza, y cuerdas vocales, y que puede alterar significativamente la autonomía y capacidad del paciente para llevar a cabo actos simples de la vida diaria.
Así se ha puesto de manifiesto durante la sesión 'Neuromodulación y Neuroestimulación Cerebral: Nuevas Perspectivas y Aplicaciones Terapéuticas', celebrada en el Hospital HM Puerta del Sur de Madrid y organizada por el director del Centro Integral en Neurociencias A.C HM CINAC, José Obeso.
El encuentro ha tenido como objetivo analizar y discutir los avances en la definición de las regiones cerebrales implicadas en el origen de procesos neuropsiquiátricos y nuevas técnicas de estimulación cerebral.
"Actualmente, la tecnología aplicada a la Medicina se está desarrollando en nuevas indicaciones y, gracias a los conocimientos que tenemos, estamos avanzando en muchas enfermedades, pudiendo realizar tratamientos que hace algunos años no éramos capaces de hacer con la neurocirugía funcional", ha señalado Obeso.
NOVEDADES EN NEUROMODULACIÓN Y NEUROESTIMULACIÓN CEREBRAL
En este sentido, los expertos reunidos en la jornada han informado de que la "gran novedad" en neuromodulación y neuroestimulación cerebral es el electrodo direccional que, junto con la capacidad del control individual de corriente en cada polo, hace que se pueda dirigir el campo eléctrico hacia cualquier punto del cerebro, haciendo la terapia "más eficiente y personalizada" para cada paciente.
Pero, tal y como han asegurado, la estimulación cerebral profunda también se ha comenzado a aplicar en otras enfermedades, como patología psiquiátrica (depresión y trastorno obsesivo compulsivo, por ejemplo) y se estudia su efecto potencial en la enfermedad de Alzheimer.
Finalmente, los participantes han informado de que los retos futuros a los que se enfrenta esta especialidad son, desde el punto de vista tecnológico, hacer sistemas más pequeños, con terapias más personales para el propio paciente; desde el punto de vista clínico, expandir la terapia a nuevas indicaciones, como puede ser el trastorno obsesivo compulsivo, el síndrome de Tourette o el deterioro cognitivo.