MADRID, 8 May. (EUROPA PRESS) -
El 65 por ciento de la población mayor de 65 años padece rizartrosis, especialmente las mujeres, y que consiste en una alteración degenerativa de la articulación trapeciometacarpiana (TMC) que une el dedo pulgar a la muñeca y que provoca dolor, rigidez y limitación del movimiento, lo que imposibilita coger un objeto entre el pulgar y otros dedos de la mano.
Con el paso de los años y en personas que hayan desarrollado trabajos manuales se puede producir un desgaste del cartílago, que es la capa protectora de las articulaciones de la mano. "De esta forma, ese deterioro de la articulación se debe a la edad, pero también a otros factores de riesgo como la genética, aspectos hormonales, obesidad o vida sedentaria y la repetición de movimientos mecánicos por causas laborales o deportivas. Por tanto, la actividad laboral manual o relacionada con la carga directa en las manos aumenta el riesgo de padecer rizartrosis", ha comentado el experto del departamento médico de Cinfa, Eduardo González Zorzano.
SÍNTOMAS DE LA RIZARTROSIS
Los principales síntomas son dolor en la base del pulgar, dificultad para mover los dedos, pérdida progresiva de fuerza e incluso deformidad. Todos ellos se asocian y pueden acentuarse con actividades como pellizcar o sujetar objetos, hacer pinza lateral u oposición mantenida, preparación de alimentos, abrochar botones o cremalleras, escribir durante varios minutos, abrir puertas o cerraduras con llave o tender la ropa.
"Aunque la rizartrosis es una enfermedad benigna, puede ser causa de incapacidad sociolaboral de carácter crónico y tiene una importante repercusión en las tareas de la vida cotidiana por la rigidez y limitación del movimiento de la articulación del pulgar. Además, no tiene cura, por lo que el tratamiento se basa en aliviar el dolor e intentar frenar su avance mediante fármacos antiinflamatorios, el uso de muñequeras y férulas y, de forma complementaria, con la realización de ejercicios que potencien la musculatura de la mano", ha recalcado.
Ante esto, y con el fin de sobrellevar mejor esta dolencia, el experto ha aconsejado utilizar aparatos eléctricos en la cocina (exprimidor, pelador, batidora, lavavajillas o secadora); usar utensilios de plástico o aluminio con mango grueso y que sean ligeros; evitar el gesto de 'pinza'; no aguantar mucho peso con las manos; intentar no sujetar las bolsas con la mano, y distribuir el peso entre el antebrazo y el hombro; y evitar forzar el pulgar.
Asimismo, ha destacado la importancia de realizar diariamente ejercicios sencillos de estiramiento, flexión y extensión que fortalezcan la musculatura y mejoren así la movilidad de las manos; no descuidar el resto de dedos de la mano, realizando maniobras que potencien su movilidad, como sacar una cerilla de su caja, coger monedas de un monedero, abrochar y desabrochar botones o sacar garbanzos de un plato; realizar baños calientes para las manos, con el fin de reducir la rigidez; y utilizar muñequeras textiles que absorban los constantes micromovimientos que inconscientemente se realizan durante el día, aliviando el dolor sin inmovilizar la articulación y permitiendo mantener la actividad del pulgar.