MADRID, 29 Oct. (EUROPA PRESS) -
La demencia es un síndrome en el que hay un deterioro cognitivo que se manifiesta por la afectación de dos o más áreas cognitivas que tienen curso progresivo. Hasta ahora numerosos estudios han recomendado que para prevenirla nada mejor que la estimulación del cerebro, es decir que esté activado y siga trabajando, de forma que las neuronas estén estimuladas y se mantengan en funciones lo máximo posible. Y para ello una de las recomendaciones es que los mayores se mantengan activos, es decir que participen en actividades de ocio que les ayuden a ejercitar la memoria.
Sin embargo, una nueva investigación cuestiona estudios anteriores que apuntaban en este sentido, es decir que pone en duda que participar en actividades de ocio como jugar a las cartas o hacer jardinería puede estar asociado con un menor riesgo de desarrollar demencia.
Según publican los autores en la edición en línea de 'Neurology', la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología, no encontraron asociación entre participar en actividades de ocio a los 56 años y el riesgo de demencia durante los siguientes 18 años. También encontraron que algunas personas que luego fueron diagnosticadas con demencia dejaron de participar en actividades de ocio años antes del diagnóstico.
"Por supuesto que hay muchas razones para participar en actividades de ocio, y este hallazgo no cuestiona la importancia de mantenerse activo para la salud y el bienestar en general, pero sugiere que simplemente aumentar la actividad de ocio puede no ser una estrategia para prevenir la demencia", advierte el autor del estudio, Andrew Sommerlad, del University College del Londres, en el Reino Unido.
"Nuestro estudio sugiere que los cambios en la cantidad de actividades de ocio pueden ser un signo temprano de demencia, posiblemente debido a síntomas como apatía u otros cambios sociales o dificultades cognitivas tempranas", explica.
El estudio involucró a 8.280 personas con una edad promedio de 56 años que fueron seguidas durante un promedio de 18 años. Su participación en actividades de ocio se evaluó al inicio del estudio, cinco años después y nuevamente 10 años después. Los investigadores revisaron los registros médicos para identificar a las personas que desarrollaron demencia.
Las actividades de ocio incluyeron leer, escuchar música, tomar clases, participar en clubes, visitar a amigos y familiares, jugar a las cartas o juegos, participar en actividades religiosas y jardinería. Las personas fueron ubicadas en grupos bajos, medios y altos en función de sus niveles de participación.
Durante el estudio, 360 personas desarrollaron demencia. La tasa general de demencia fue de 2,4 casos por 1000 personas-año. Los años-persona toman en cuenta tanto el número de personas en el estudio como la cantidad de tiempo que cada persona pasa en el estudio.
Los investigadores no encontraron relación entre participar en más actividades de ocio al comienzo del estudio y tener un menor riesgo de demencia casi 20 años después. Solo hubo una relación cuando se evaluó la participación en actividades de ocio en la vejez. Las personas que participaron en más actividades de ocio a la edad promedio de 66 años tenían menos probabilidades de que se les diagnosticara demencia durante los siguientes ocho años que las personas que tenían una menor participación.
Con cada aumento de una desviación estándar en las actividades de ocio, equivalente aproximadamente a realizar tres nuevas actividades de ocio mensualmente o dos actividades por semana, las personas tenían un 18% menos de probabilidades de ser diagnosticadas con demencia 8 años después. Estos resultados tomaron en cuenta otros factores que podrían afectar el riesgo de demencia, como diabetes, presión arterial alta e índice de masa corporal.
Además, las personas cuyo nivel de participación disminuyó durante el transcurso del estudio tenían más probabilidades de desarrollar demencia que aquellas cuyo nivel de participación se mantuvo igual a lo largo de los años.
De las 1.159 personas cuya actividad disminuyó, 53 (5%), desarrollaron demencia, en comparación con 17 de las 820 personas (2%), cuyo nivel de actividad se mantuvo bajo a lo largo de los años.
"Se necesita más investigación para confirmar estos resultados, pero sabemos que los primeros cambios en el cerebro pueden comenzar décadas antes de que surjan los síntomas --precisa Sommerlad--. Es plausible que las personas disminuyan su nivel de actividad hasta 10 años antes de que se diagnostique realmente la demencia, debido a cambios sutiles y síntomas que aún no se reconocen".