MADRID, 26 Feb. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes mayores de 75 años que reciben un riñón de un donante de edad similar suelen permanecer sin diálisis durante el resto de sus vidas, según un estudio del Instituto de Investigación Sanitaria Hospital 12 de Octubre de Madrid, publicado en la revista 'Nephrology Dialysis and Transplantation'.
La población está envejeciendo y cada vez llega de una forma más sana en los países desarrollados, pero la prevención de la enfermedad renal crónica (ERC) se está quedando atrás, con un número de pacientes en aumento. La mayoría de los pacientes son personas mayores, porque el riesgo de enfermedad renal crónica aumenta con la edad. La edad media de los pacientes que iniciaron el reemplazo renal en 2017 fue de 63,4 años, según datos de la Asociación Renal Europea-Asociación Europea de Trasplante y Diálisis (ERA-EDTA, por sus siglas en inglés).
El mejor tratamiento disponible para la enfermedad renal terminal es el trasplante de riñón. "Sabemos que los pacientes se benefician inmensamente de este tratamiento, la supervivencia y la calidad de vida son significativamente mejores en comparación con los pacientes de diálisis", explica Ron Gansevoort, de la ERA-EDTA.
Después de un trasplante de riñón exitoso, la función de desintoxicación puede volver casi completamente a la normalidad, y no hay acumulación de toxinas y agua en el cuerpo, como en los pacientes de diálisis entre los tratamientos de diálisis. Además, los pacientes no dependen del procedimiento de lavado de la sangre (normalmente 3 veces a la semana durante 4 horas), lo que afecta en gran medida a la vida normal.
Sin embargo, debido a la escasez de órganos de donantes, no es posible que un gran número de personas reciban trasplantes. Cuando se trata de pacientes ancianos, esta escasez produce un dilema moral, ya que las personas jóvenes tiene una vida mucho más larga por delante, 'a priori'. Una solución a este estéril debate es la donación 'de anciano a anciano', en la que los pacientes de avanzada edad reciben los órganos de ancianos fallecidos. Esto plantea la cuestión de si 'vale la pena' realizar este tipo de trasplante, por ejemplo, si los órganos antiguos funcionarían correctamente y si el paciente trasplantado obtendría un beneficio significativo.
Este nuevo estudio ha respondido a esas cuestiones. Se analizaron 138 receptores mayores de 75 años que recibieron trasplantes de riñón de personas fallecidas de edad similar entre 2002 y 2015. La supervivencia de los pacientes a uno y cinco años fue de 82,1 y 60,1 por ciento, respectivamente.
"Este estudio demostró que los pacientes de edad avanzada se benefician efectivamente del trasplante de riñón, incluso cuando el órgano donante también es de edad avanzada. Se encontró que la supervivencia del injerto es excelente, y casi todos los pacientes permanecen libres de diálisis por el resto de sus vidas. En vista de ello, es posible que tengamos que reconsiderar nuestra recomendación. Siempre hemos pensado que el trasplante no debe ofrecerse en general a las personas de edad muy avanzada debido a los riesgos perioperatorios. Este estudio sugiere lo contrario. Sin embargo, también se necesitan estudios más amplios que tengan en cuenta la calidad de vida, el número de ingresos hospitalarios y la duración de las estancias en el hospital", concluye Gansevoort.