MADRID, 29 Ene. (EDIZIONES) -
Lo normal es que la sangre fluya por el sistema circulatorio sin coagularse. Sí se coagula cuando nos hacemos una herida, por ejemplo, para taponarla. Ahora bien, también puede coagularse en situaciones patológicas, es decir, que haya personas que tienen una mayor facilidad a la hora de desarrollar trombos o coágulos.
A estas personas, por regla general, se les suele indicar la toma de un fármaco anticoagulante que dificulte esa propensión a 'fabricarlos', con el objetivo de evitar así males mayores, y que estos trombos obstruyan venas o arterias impidiendo el riego sanguíneo y con ello, provocando serias complicaciones de salud, como un ictus o una embolia pulmonar, el infarto de miocardio o la trombosis arterial o venosa, por ejemplo.
"Se anticoagula a través de un fármaco a una persona cuando se quiere que su sangre sea más fluida de lo normal. Con ello, presentará más dificultad a la hora de formar un trombo. En concreto, se suele realizar en personas que por una serie de características tienen una mayor probabilidad de generarlos", explica en una entrevista con Infosalus la doctora Carmen Suárez, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) y jefa de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario La Princesa de Madrid.
Sobre las características que se asocian a este problema, señala que "algunas son raras e incluso heredadas", pero las más frecuentes son, según enumera:
1- La fibrilación auricular, la arritmia más frecuente. Se les prescribe medicación por su elevado riesgo de formación de un trombo en el corazón, que pueda llegar hasta el cerebro y ocasionar un ictus: "La probabilidad de que aparezca en una persona aumenta mucho con la edad y hace que las personas mayores tengan más probabilidad de requerir tratamiento anticoagulante. Por otro lado, para desarrollar esta arritmia hay factores como la hipertensión, la diabetes, el tener factores de riesgo cardiovascular, o enfermedades del corazón que lo hacen más probable".
2.- Paciente con trombosis venosa profunda: "Aquellas personas que han tenido o presentan una mayor propensión a que se forme un trombo en una de las venas, habitualmente de las extremidades inferiores, que en caso de liberarse puede llegar al pulmón, provocando una embolia de pulmón, una situación grave".
En concreto, la doctora Suárez destaca que es bastante frecuente que los ancianos sean pacientes anticoagulados puesto que en las personas de edad avanzada aumenta la probabilidad de padecer fibrilación auricular, así como la enfermedad tromboembólica venosa de las que hemos hablado. "La edad es un factor de riesgo para tenerlas", subraya la experta.
EL TRATAMIENTO
En este contexto, la portavoz de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) subraya que el tratamiento suele ser de por vida en el caso de la fibrilación auricular; mientras que para los pacientes con enfermedad tromboembólica no suele ser una medicación permanente, sino que deben tomarlo hasta que la situación se solucione.
Según concreta, los tipos de estrategias para anticoagular a pacientes son:
1.- Inyectables, las heparinas de bajo peso molecular. Su problema es que te tienes que autoinyectar de por vida. "Esto sería inviable. Por eso se usan en la fase inicial, y no siempre cuando el paciente es recién diagnosticado", aclara.
2.- Comprimidos anticoagulantes orales. Dentro de estos hay dos tipos, el clásico y famoso 'Sintrom', y otro grupo de fármacos que ya disponemos de ellos desde hace una década, los anticoagulantes de acción directa. Estos últimos, que a su vez disponemos un total de 4 comercializados en España, han permitido también abordar los tratamientos crónicos indefinidos, al mismo tiempo que en el momento agudo del diagnóstico pueden sustituir a las heparinas de bajo peso molecular.
Aquí, la también jefa de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario La Princesa de Madrid recuerda que, por regla general, estos pacientes deben ser controlados regularmente.
"La mayor parte de las personas anticoaguladas lo estará gracias a los anticoagulantes orales y aquí se encuentran las diferencias entre los dos tipos de pastillas. Los pacientes que toman 'Sintrom' deben cambiar su dosis continuamente, siempre con el control del médico, y cada cierto tiempo tienen que someterse a un análisis de sangre para vigilar sus niveles de coagulación. Mientras, en el caso de los anticoagulantes de acción directa, su dosis no depende de un análisis de sangre, sino que todos los días se toma la misma cantidad de medicación, siendo su capacidad de coagular estable", detalla.
A su juicio, es importante que los pacientes tratados con Sintrom conozcan que su alimentación influirá en su coagulación, y por ejemplo, todas las verduras de hoja verde tienen vitamina k y bloquean la acción de estos anticoagulantes.
En el caso del Sintrom, la doctora Suárez especifica que para saber la dosis de cada paciente se debe realizar un análisis específico llamado 'INR', y para que alguien esté bien anticoagulado debe estar entre el 2 y el 3. "Para conseguir estos valores, cada 3 o 4 semanas se deben realizar un análisis, aunque todo dependerá del paciente. Hay algunos más estables, pero otros muy irregulares y sobre todo en cuanto introduces un nuevo alimento, o incluso un nuevo medicamento en estos pacientes, pueden cambiar sus niveles de coagulación", agrega.
Aunque esto se evita con los de acción directa, según revela la médico internista, sí afirma que con estos fármacos también se debe vigilar porque por ejemplo la dosis dependerá de cómo funcione el riñón.
"Los anticoagulantes no son medicinas inocuas, son anticoagulantes, fármacos que hacen sangrar, por lo que las personas anticoaguladas sangran más. Eso sí, el riesgo-beneficio es favorable, si bien tienen más riesgo de sangrar que una persona no anticoagulada. Por tanto, deben evitar situaciones que pueden facilitar un sangrado, desde actividades de riesgo, como traumatismos, o determinados medicamentos. No se pueden automedicar estando anticoagulados, ni tomar antiinflamatorios o aspirinas, por ejemplo, porque aumentan el riesgo de sangrar en estas personas anticoaguladas", añade.
En otro orden de cosas, la especialista de la SEMI llama la atención sobre cómo la COVID-19 ha dificultado mucho el problema de estos pacientes ya que son crónicos, de alto riesgo, y que necesitan unos controles periódicos que se han visto impedidos muchas veces por el confinamiento; de forma que las comunidades autónomas durante esta etapa han promovido el cambio del Sintrom a los anticoagulantes de acción directa para evitar esos controles periódicos en los pacientes.