MADRID, 11 Abr. (EUROPA PRESS) -
El gran reto en la investigación de la enfermedad de Parkinson es encontrar un biomarcador que permita el diagnóstico precoz de este trastorno neurodegenerativo y un conocimiento más preciso de su desarrollo, según ha explicado la doctora Cristina Ruiz Huete, especialista en Parkinson y trastornos del movimiento del Servicio de Neurología del Instituto de Neurociencias Avanzadas de Madrid (INEAMAD) del Hospital Nuestra Señora del Rosario.
Pese a que existen síntomas que pueden alertar de la enfermedad, "resulta difícil relacionar esta sintomatología con la enfermedad de Parkinson", subraya la experta, que recuerda que previos al desarrollo de los síntomas motores, se produce la pérdida de olfato, el estreñimiento y trastornos del sueño.
En concreto, la hiposmia, un trastorno del olfato que reduce parte de la capacidad del paciente de percibir los olores, es un síntoma altamente frecuente en las personas con enfermedad de Parkinson. De hecho, se estima que la prevalencia de la hiposmia oscila entre el 60 y el 90% de los pacientes aquejados de Parkinson, que es el segundo trastorno neurodegenerativo progresivo crónico más frecuente en ancianos.
Además de esos signos iniciales que surgen en el Parkinson, los síntomas más característicos y más evidentes de esta enfermedad, a medida que avanza, son el temblor, la distonía, la bradiquinesia, la inestabilidad postural y la alteración de la marcha.
En la actualidad, el tratamiento es básicamente farmacológico, pero los medicamentos existentes sólo logran controlar los síntomas. Por ello, la otra asignatura pendiente en la enfermedad de Parkinson es desarrollar una terapia que consiga ralentizar o, incluso, detener la progresión del trastorno. "En la actualidad, la terapia disponible es capaz de mejorar mucho la sintomatología", destaca la doctora Ruiz Huete.
La investigación ha logrado mejorar la efectividad de los medicamentos y reducir sus efectos secundarios. "Los fármacos disponibles permiten una mejor adherencia al tratamiento con un perfil de efectos secundarios cada vez más bajo", dice esta especialista.
También se han desarrollado nuevos fármacos que frenan la sintomatología y reducen las fluctuaciones de los pacientes. Las fluctuaciones son cambios que se producen en los enfermos de Parkinson, pasando de fases con control de los síntomas y actividad motora normal a estados de reaparición de la sintomatología y alteración de la función motora.