MADRID, 30 Mar. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid en el CIBERESP y el IMDEA de Alimentación ha mostrado que seguir un estilo de vida mediterráneo completo se asocia con menor riesgo de desarrollar fragilidad en los adultos mayores.
El síndrome de fragilidad es una condición frecuente en las personas mayores, afectando al 10 por ciento de la población mayor de 60 años. La fragilidad resulta de la pérdida de reservas biológicas en muchos sistemas y órganos, que aumentan la vulnerabilidad incluso ante pequeños estresores, como una infección urinaria o un período de confinamiento.
"En las personas frágiles, esos estresores hacen más probable la hospitalización, la institucionalización o la muerte. Dado que la fragilidad es frecuente y tiene graves consecuencias, es importante identificar estilos de vida que puedan contribuir a su prevención", explica Javier Maroto-Rodríguez, uno de los autores principales del estudio.
El equipo analizó los datos de una corte de 1,880 personas de 60 y más años participantes en el estudio 'ENRICA'. Para analizar el estilo de vida mediterráneo utilizaron el instrumento MEDLIFE, un índice compuesto de 27 puntos que analiza la adherencia al estilo de vida mediterráneo.
La fragilidad se diagnosticó a partir de la presencia de al menos tres de los siguientes cinco criterios: debilidad muscular, lentitud de la marcha, fatiga, baja actividad física, y pérdida no intencional de peso. Los investigadores encontraron que las personas con una puntuación mayor (aquellas que seguían más fielmente el estilo de vida mediterráneo) desarrollaban con menor frecuencia el síndrome de fragilidad cuatro años después.
"Esto es de vital importancia. Ya sabíamos que la dieta o la actividad física son factores muy importantes en el envejecimiento saludable, pero con esto demostramos que un enfoque integral puede disminuir el riesgo de fragilidad más que mejorando componentes del estilo de vida por separado. Los hábitos típicos de la cultura mediterránea, como una dieta rica en frutas y verduras, frutos secos, cereales integrales y pescado, el uso del aceite de oliva, evitar el picoteo entre horas, las actividades deportivas en grupo, comer con la familia y descansar adecuadamente, todo cuenta aquí. El efecto del conjunto es la clave", detalla Maroto-Rodríguez.
"Los componentes del estilo de vida han sido ampliamente estudiados en la comunidad científica, pero se ignoraba si tenían un efecto sinérgico sobre la fragilidad; es decir, no se sabía si varios comportamientos saludables a la vez tenían un beneficio mayor que el que se espera de cada uno de ellos por separado", apunta Mercedes Sotos-Prieto, que dirigió la investigación.
La científica también menciona cómo esto puede trasladarse a la práctica: "Con esta información se puede abordar la prevención de la fragilidad de una forma más eficiente y sencilla, ya que es más fácil recomendar a un paciente algunos estilos de vida saludables a la vez, en lugar de centrar todos los esfuerzos en un elemento específico que tendrá menos impacto sobre su salud".
El estudio ha sido publicado en la revista científica 'Journals of Gertontology Series A: Medical Sciences'. A pesar de que no incluye a población mayor institucionalizada, los autores creen que es importante utilizar un enfoque integral de los estilos de vida en todos los ámbitos. Además, los siguientes estudios deberían valorar este enfoque en poblaciones diferentes a la mediterránea.