MADRID, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de Uppsala (Suecia) ha encontrado hallazgos novedosos sobre por qué los ganglios linfáticos humanos pierden su función con la edad y las consecuencias para la eficacia de nuestro sistema inmunitario.
Los ganglios linfáticos son normalmente la sede de nuestro sistema inmunitario. Cuando contraemos una infección o nos vacunamos, los ganglios linfáticos son los lugares donde las células inmunitarias se congregan, se activan y proliferan para poder movilizar una defensa inmunitaria eficaz.
Sin embargo, a medida que envejecemos, el tejido normal de los ganglios linfáticos (el estroma) es sustituido progresivamente por tejido adiposo (grasa). Este fenómeno se conoce como lipomatosis ganglionar. Aunque la lipomatosis es muy frecuente y aumenta con la edad, hasta ahora los investigadores le habían dedicado muy pocos debates e investigaciones.
Mediante el análisis minucioso de más de 200 ganglios linfáticos, el grupo de investigación de Maria Ulvmar demuestra que la lipomatosis comienza en la parte central del ganglio linfático, conocida como médula, y presenta pruebas que relacionan la lipomatosis con la transformación de las células de sostén de los ganglios linfáticos (fibroblastos) en adipocitos (células grasas). También demuestran que tipos específicos de fibroblastos localizados en la médula son más propensos a convertirse en adipocitos.
El estudio, publicado en la revista científica 'The Journal of Pathology', demuestra que, incluso en las primeras fases de la lipomatosis, se producen cambios negativos que merman la capacidad del ganglio linfático para proporcionar una inmunidad eficaz.
Entre otras observaciones, señalan que los vasos sanguíneos y linfáticos especializados que normalmente proporcionan canales para que las células inmunitarias entren y salgan del ganglio linfático se destruyen en las partes del ganglio donde se ha formado la grasa.
Por tanto, la lipomatosis de los ganglios linfáticos, incluso en fases tempranas, puede ser un factor importante que explique la peor respuesta a las vacunas observada en las personas mayores. En última instancia, la grasa se apodera por completo del ganglio linfático y éste pierde su capacidad de funcionamiento.
"Nuestro estudio es un primer paso hacia la comprensión de por qué se produce la lipomatosis, y hacia el objetivo a más largo plazo de encontrar formas de prevenir su progresión y la destrucción del ganglio linfático", ha comentado Tove Bekkhus, primera autora del estudio.
En la actualidad, los investigadores no pueden imitar los efectos que observan en los ganglios linfáticos humanos en los modelos animales que suelen utilizarse para estudiar los efectos del envejecimiento. Esto subraya la importancia de los estudios basados en el análisis directo en sujetos humanos de los cambios asociados al envejecimiento.
"Espero que nuestro trabajo despierte el interés de otros investigadores por incluir la lipomatosis de los ganglios linfáticos como factor a la hora de estudiar las respuestas de las personas mayores a la vacunación y las infecciones. Los cambios que observamos también son muy relevantes para la investigación del cáncer, ya que en varios tipos de cáncer los ganglios linfáticos son el primer lugar al que se diseminan las células cancerosas", ha resaltado la líder del trabajo, Maria H. Ulvmar.
"Nuestra publicación ofrece el primer capítulo de una historia sobre la grasa y la pérdida de función de nuestros ganglios linfáticos cuando envejecemos. Ahora seguiremos desarrollando esta historia diseñando nuevos estudios para conocer mejor las causas subyacentes y las consecuencias de estos cambios", ha remachado Ulvmar.