MADRID, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los impactos durante la actividad física diaria pueden retrasar el deterioro óseo, según un estudio de la Universidad Jyvskyl (Finlandia), realizado por la Facultad de Ciencias del Deporte y la Salud y el Centro de Investigación en Gerontología en 2017-2020 a 299 hombres y mujeres de entre 70 y 85 años de la localidad finlandesa.
Los participantes, inactivos físicamente antes de que comenzara la investigación, participaron en un entrenamiento progresivo de fuerza muscular, resistencia, equilibrio y flexibilidad de un año de duración. La mitad de ellos participaron en un programa de capacitación en computación enfocado en habilidades de procesamiento de información, además del programa de ejercicios.
El estudio, basado en la investigación de los efectos del ejercicio en el sistema óseo, revela que aquellos que habían acumulado una actividad más moderada y de alta intensidad no experimentaron tanto deterioro en la densidad ósea como aquellos que eran menos activos o acumulaban su actividad diaria a menor intensidad.
"Incluso los breves estallidos de actividad pueden ser importantes para el esqueleto, por lo que también analizamos el movimiento en términos del número y la intensidad de los impactos individuales", señala una de las investigadoras, Tiina Savikangas.
"Por ejemplo, caminar y correr provocan impactos de diferente intensidad. Descubrimos que los impactos comparables a al menos una caminata rápida se asociaban con una mejor preservación de la densidad mineral ósea", añade.
La cantidad y la intensidad de la actividad física suelen disminuir y la salud ósea se deteriora con el envejecimiento. Sin embargo, los expertos señalan que el entrenamiento de fuerza y los ejercicios de impacto, como correr y saltar, pueden atenuar la pérdida ósea relacionada con la edad.
Una novedad de este estudio fue que, además del ejercicio físico, se analizó la importancia de la actividad física en la vida cotidiana. En este sentido, otro de los investigadores del estudio, Tuuli Suominen, explica que "es posible incorporar más actividad de alta intensidad a la vida cotidiana en pequeños períodos, como caminatas rápidas y subir escaleras".
Savikangas y Suominen también sugieren que, especialmente en las personas mayores que no hacen ejercicio con regularidad, aumentar la actividad física diaria también puede ayudar a mantener la salud ósea y prevenir fracturas mediante una mejora de la capacidad funcional y la fuerza muscular.
En esta línea, advierten de que el cuello femoral es particularmente propenso a sufrir fracturas relacionadas con caídas. Tanto la densidad mineral ósea en el cuello femoral como la prevención de caídas son fundamentales para la prevención de las fracturas de cadera.