MADRID, 15 Mar. (EDIZIONES) -
El proceso de envejecimiento se asocia con cambios en el aspecto, en la biomecánica, en la estructura y en la función del pie, y puede estar relacionado con una presencia marcada de las condiciones del pie, con el dolor, con la discapacidad y con otros problemas de salud generales, y que constituyen en el fondo un problema importante de salud pública.
Así lo remarca un estudio elaborado por científicos españoles, y que vio la luz en marzo de 2018, 'Foot disorders in the elderly: A mini-review', que destaca que la investigación, además, así lo ha demostrado con los años: "Hay una mayor incidencia de problemas en los pies conforme se van ganando años y aumentan las expectativas de vida".
De hecho, varios estudios demuestran que estos trastornos del pie afectan actualmente entre el 71 y el 87% de los pacientes mayores, y son una causa frecuente de atención médica. No obstante, el problema se encuentra muchas veces en que se infravaloran estos problemas en la atención de salud geriátrica, según el estudio elaborado por los investigadores españoles.
Según remarca el trabajo, estos problemas suelen ser bastante comunes en la población general, pero especialmente en los ancianos, y se asocian a una mala calidad de vida, al deterioro del equilibrio, aumentan el riesgo de las caídas, dificultan la colocación de los zapatos, favorecen las fracturas, restringen la movilidad y el desempeño de las actividades de la vida diaria; hechos que en el fondo pueden repercutir a la larga en graves consecuencias físicas, mentales y sociales en las personas de edad avanzada.
En una entrevista con Infosalus, el profesor Daniel López, de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña, y uno de los responsables del citado estudio, recuerda que el calzado de las personas mayores es fundamental, y no vale cualquier cosa, porque "va a ser su medio de locomoción en su día a día, el dispositivo que les permite relacionarse con otras personas, mantener un ritmo de vida activo, sano".
Aquí recuerda que la OMS recomienda, como mínimo, andar 30 minutos al día, para poder preservar nuestra salud a nivel general, y por ello resalta que el calzado siempre es fundamental.
"Si utilizamos uno diferente al que nuestro pie necesita originará callos, queratosis, deformidades como juanetes, dolor en el talón, en la zona metatarsal, en el arco interno del pie, y otras enfermedades a nivel general como la depresión, ya que la gente cuando no es capaz de caminar, ni de llevar una vida activa, esto influye en su malestar emocional", advierte el experto.
Por eso, ve fundamental que las personas se calcen con los pies, "y no sólo con los ojos", con lo que aparentemente les parece bonito. "Hay que pensar en el pie como una estructura del cuerpo humano que cambia y varía, y que es fundamental para nuestra movilidad. Por eso también es necesario un control periódico por parte del podólogo, o del médico de familia", señala López.
A su vez, especifica que aquellos enfermos de diabetes, o que padecen artrosis o artritis, deben atender aún más al calzado que lleven. Así por ejemplo, cita que en los casos de diabetes tiene lugar un alto porcentaje de personas que padecen heridas o úlceras que, cuando se infectan, pueden generar amputaciones. "Por lo general, a una persona a la que se le amputa el dedo o parte del pie, en menos de 5 años se les amputará parte del otro pie, y en otros 5 años esos pies 'morirán'", advierte el experto.
"A nadie se le puede ocurrir la idea de conducir con un coche que tenga las ruedas desgastadas y con el calzado es algo parecido. Si no se generarán dificultades a todos los niveles, tanto a nivel mental, como físico, y el social", insiste el profesor de la Facultad de Enfermería y Podología de la Universidad de A Coruña.
CÓMO ES EL PIE DE UNA PERSONA MAYOR
Habitualmente, el pie a partir de la quinta y sexta década de la vida el pie se ensancha y surgen las neuropatías, indica López. "La neuropatía es algo habitual y se tiende a perder sensibilidad, es algo que se conoce, y la única forma de combatirla es utilizando un calzado adecuado. Si durante mucho tiempo usas un calzado inadecuado eliminas todo lo que es el tema sensitivo del pie. En este caso, las personas mayores son más proclives a usar calzado que no pueden llevar. Son heroínas porque muchas veces llevan un calzado que no les molesta, pero que les deforma de manera sustancial la morfología del pie", agrega.
En un estudio que realizó en 2015 constató que la tolerancia al dolor de las personas de edad avanzada provocaba que estos emplearan un calzado inadecuado para su situación. "Los expertos confirmaron que la mayoría (83%) no utilizaba el número correcto y que, en ocasiones, requerían utilizar uno diferente para cada pie", añade.
Con ello, recuerda que el pie varía con el paso del tiempo, ni tampoco los dos pies son iguales. Otras veces hay factores externos, según menciona, como un golpe, o un zapato más estrecho de lo normal, que hacen que se nos deformen los pies. De esta manera, el profesor López enumera las principales características que debe cumplir el zapato de una persona de edad avanzada:
1.- Suela de goma para amortiguar los huesos del pie. "Con los años se pierde grasa a nivel de la planta del pie, del miembro inferior o de la pierna y ese material será indispensable para reducir el impacto que se producirá al pisar de manera articular".
2.- Si eso se combina con una horma ancha, ya que el pie se ensancha a partir de los 50-60 años, se facilitará que los pies se puedan mover con normalidad.
3.- Un calzado con un sistema de ajuste de cordón, correa y velcro facilitará esa vida activa.
4.- Un calzado que genere confianza y seguridad. "Las personas mayores tienen mayor riesgo de caerse y las que usan un calzado inadecuado tienen una mayor probabilidad de caerse. Si se caen muchas veces tienen miedo a volver a andar, lo que eso repercutirá en su salud", remarca.
5.- Acudir al podólogo con regularidad al tratarse de población vulnerable y con los pies generalmente deformados.