MADRID, 3 Jun. (EDIZIONES) -
Es habitual entre las personas de edades más avanzadas el que estén polimedicadas, es decir, que tomen varias medicaciones a lo largo del día. ¿Por qué esto es tan frecuente? Aunque este colectivo representa un grupo muy heterogéneo, esto es debido a la pluripatología tan presente en este grupo de edad, de forma que coexisten múltiples enfermedades y para las que se prescribe un elevado número de medicamentos.
Según avisa la doctora María Isabel Galvá Borrás, médico especialista en Geriatría y tesorera de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) en una entrevista con Infosalus, cuando son revisadas en diferentes consultas de especialistas, se aprecia que no cuentan con un médico de referencia para coordinar las diferentes prescripciones.
"La polifarmacia se considera un síndrome geriátrico y, en general, se define como el uso simultáneo de más de cinco fármacos. Desde un punto de vista cualitativo la polifarmacia se define como el uso de más medicamentos de los que clínicamente son apropiados, ya sean prescritos por un médico o de venta libre. La prevalencia de la polifarmacia en personas mayores de 65 años oscila, según los estudios, entre un 30 y un 50%. Es más frecuente en mujeres", indica la experta.
Aquí resalta que una adecuada prescripción de medicamentos, aunque su número sea elevado, tiene beneficios frente a los riesgos que supone la polimedicación: "Una polimedicación inadecuada, cuando se toman más medicamentos de los que clínicamente son necesarios, puede provocar más efectos adversos que beneficios".
LAS POSIBLES CONSECUENCIAS O EFECTOS SECUNDARIOS
Preguntamos a la doctora Galvá Borrás por las posibles consecuencias o efectos secundarios de la polimedicación en este colectivo y explica que esta práctica facilita la no adherencia al tratamiento, la duplicidad de medicamentos, los errores en la toma de la medicación y las interacciones farmacológicas.
"Esto da lugar a un mayor número de efectos adversos que pueden tener consecuencias graves, lo que motiva su atención en servicios de Urgencias, e incluso hospitalizaciones. La polimedicación se relaciona con una mayor morbilidad y mortalidad", mantiene la geriatra.
Es más, insiste en que la polifarmacia contribuye a la no adherencia del paciente con la prescripción del médico, a lo que habría que sumarle la automedicación (con medicamentos de venta libre, medicamentos que se han pedido prestados a personas del entorno del paciente, por ejemplo).
"No adherencia significa que el paciente no toma la medicación prescrita. Es decir, los medicamentos prescritos no coinciden con los usados. No tomar medicamentos bien prescritos evita el beneficio que aporta la toma de los mismos, su omisión puede ocasionar problemas de salud importantes. El conocimiento que tiene el paciente acerca de las indicaciones de sus medicinas es uno de los factores que influyen en la adherencia", añade.
A su vez, esta médico especialista en Geriatría resalta que la polimedicación tiene relación con las caídas y especialmente con el consumo de ciertos fármacos como los psicofármacos (producen alteraciones de la marcha y sedación), los antihipertensivos (hipotensión ortoestática), o los antidiabéticos (hipoglucemias). "La polimedicación se asocia a otros síndromes geriátricos como la inestabilidad y caídas (ya comentado), la fragilidad, el delirium y deterioro cognitivo", apostilla
¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA EVITAR ESTOS EFECTOS?
Con todo ello, la tesorera de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología subraya que los profesionales sanitarios deberían dar instrucciones claras a todos los pacientes, pero especialmente a los de edad avanzada, así como proponer un plan terapéutico sencillo, basar la prescripción en los diagnósticos del paciente y tras una valoración geriátrica integral.
A su vez considera que puede ser idóneo en estos casos el conocer bien los fármacos que van a prescribirse, teniendo en cuenta los cambios que suponen el envejecimiento y las patologías del paciente en su farmacocinética, además de revisar de forma periódica y sistemática los medicamentos usados para comprobar la adherencia al tratamiento, así como la efectividad, la necesidad de continuar con la medicación y la detección rápida de efectos adversos.
"Es fundamental acordar con el paciente el tratamiento, valorar la viabilidad de lo propuesto (hay que tener en cuenta si vive solo, si cuenta con apoyo, la presencia de un déficit sensorial, entre otros parámetros), así como sus preferencias", agrega Galvá.
Con todo ello, la miembro de la SEGG y médico especialista en Geriatría insiste en la importancia que tiene el informar de forma adecuada al paciente o a su cuidador, el educar y motivar para lograr una adherencia a los tratamientos, a través de estrategias para el reconocimiento de los fármacos, o por ejemplo del uso de dispositivos como pastilleros para la dosificación adecuada. Esto ayudará, según defiende, a que las personas de edad avanzada puedan comprender los problemas relacionados con su medicación, y permite una detección precoz de efectos adversos. "La polimedicación puede ser necesaria siempre que se haga una prescripción adecuada tras la valoración individualizada del paciente", subraya.