MADRID, 19 Jul. (EDIZIONES) -
La desnutrición es frecuente entre el colectivo de personas de edad avanzada y es que, el envejecimiento, 'per se', implica un mayor riesgo de desnutrición que en otras etapas de la vida.
"Sabemos por estudios que los pacientes mayores de 70 años presentan un riesgo nutricional tres veces mayor que los adultos de menor edad. Este riesgo, lógicamente, variará en función, sobre todo, de los problemas de salud asociados o del ámbito de población que se analice (institucionalizada en centros residenciales, hospitalizada o que viva en la comunidad)", afirma en una entrevista con Infosalus la doctora Nieves Fernández Letamendi, responsable Asistencial de la Unidad de Geriatría de Quirónsalud de Zaragoza.
La también vocal clínica de la Sociedad Aragonesa de Geriatría y Gerontología recuerda así que, más allá de las patologías asociadas con la edad, hay varios factores asociados al envejecimiento (como los problemas de masticación, deglución, digestivos, por ejemplo) o más de orden psicosocial (dificultades para hacer la compra y cocinar, soledad, depresión, entre otros) que explican que cerca del 35% de la población mayor que vive en casa está en riesgo nutricional y que un 7% está ya desnutrido.
"España es uno de los países de la Unión Europea más envejecidos, con una esperanza de vida media de 80 años y, previsiblemente, la población mayor de 65 años supondrá el 20% del total hacia mitad de siglo. La desnutrición se asocia a un mayor riesgo de mortalidad, a mayores tasas de infección, a un aumento del número de caídas y de fracturas, a estancias hospitalarias más largas, así como un agravamiento de las enfermedades agudas y/o crónicas subyacentes. Por tanto, supone un deterioro general de la calidad de vida", afirma.
A su juicio, por todo ello es tan importante conocer que este problema es real, cada vez va a ser mayor, es mucho más frecuente de lo que nos parece, y debemos activar mecanismos para su prevención y detección precoz.
Es más, mantiene que aproximadamente el 50% de las personas mayores que viven en sus domicilios no realiza una dieta saludable y que, de estos, aproximadamente un 10% padecen ya parámetros de desnutrición. "Hay muchísima tendencia, especialmente si viven solos, a alimentarse con comida precocinada o conservas, a tomar poca fruta y verdura y al abuso de dulces o bollería industrial", lamenta Fernández Letamendi.
CÓMO DEBE SER LA DIETA DE UNA PERSONA DE EDAD AVANZADA
La dieta saludable, variada y equilibrada, va a ser para una persona mayor (como a cualquier edad) la que le aporte la energía necesaria para mantener su actividad diaria y un peso estable, según defiende, es decir, la que mantiene un equilibrio entre la ingesta energética y el consumo o gasto orgánico; siendo la dieta prototipo la mediterránea (consumo de frutas, verduras, pescado azul, legumbres, frutos secos y aceite de oliva).
Pero en las personas mayores, además, la experta de Quirónsalud mantiene que su dieta debe estar adaptada también a las recomendaciones de los distintos especialistas si padecen patologías crónicas (como hipertensión, diabetes, o insuficiencia renal) o toman determinados fármacos.
La dieta, además, destaca que debe ser "fácilmente manejable" para la alimentación de los mayores, presentando una textura fácil de masticar para aquellas personas que así lo precisen.
"Las personas mayores sanas pueden digerir la mayor parte de los alimentos, si bien presentan un enlentecimiento fisiológico de este proceso de digestión, y por ello se toleran peor las ingestas copiosas, los fritos, los asados, los guisos y las salsas", reconoce.
Por ultimo, la doctora Fernández Letamendi ve importantísimo resaltar que en los mayores, el verdadero equilibrio dietético se alcanza cuando se combina la dieta saludable junto a ejercicio o actividad física regular, acorde siempre a las posibilidades de cada persona.
"Si es posible se recomiendan paseos de 25-30 minutos, dos veces al día, a un ritmo de paseo cardiovascular (aquel en el que pueden caminar sin fatigarse , pero no podría ir hablando y caminando a la vez a ese ritmo porque tendrían que parar)", manifiesta la geriatra.
En última instancia, la doctora Fernández Letamensi subraya que la dieta saludable para el anciano ha de ser adaptada a su actividad lógicamente, variada (incluyendo alimentos de todos los grupos), equilibrada y moderada (sin excluir ni abusar de ninguno), y repartida en al menos cuatro comidas al día, tomando menores cantidades de alimentos en cada una y procurando especialmente que las cenas sean menos copiosas.
La dieta equilibrada ha de responder a dos características esenciales:
1.- Valor energético o calórico que oscile entre 1.750- 2.500 kcal/día: dietas inferiores a 1.500- 1.600 kcal/día, en los mayores deben ser suplementadas y llevar un estricto control.
2.- Aporte energético equilibrado:
-60% hidratos de carbono (sobre todo simples, como legumbres, patatas, cereales, pasta o arroz)
-menos del 30% grasas (preferible en forma de aceite de oliva, pollo, pescado, frutos secos..)
-15% de proteínas (procedente de carne, pescado, huevos y leche)
-adecuado contenido en fibra (20- 35 g, presente en los cereales integrales, frutas y verduras)
-vitaminas, minerales (calcio de 1.200 mg) que estarán presentes sobretodo en leche, frutas y verduras
-líquidos (mínimo 6 vasos al día, preferentemente agua, zumos, caldos, infusiones, entre otros)
"Es aconsejable limitar las bebidas estimulantes, carbonatadas y alcohólicas (1 vasito pequeño de vino en la comida y en la cena, máximo y siempre que no esté contraindicado), controlar la sal (por debajo de 6 g/día), las especias y los condimentos, moderar el consumo de azúcar y reducir el consumo de embutidos a un máximo de 1-2 días por semana", sentencia la geriatra de Quirónsalud Zaragoza.