MADRID, 22 Dic. (EUROPA PRESS) -
Reducir la fragilidad en los adultos mayores podría ser una estrategia eficaz para prevenir la demencia, según un nuevo estudio internacional a gran escala publicado en la revista 'Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry'.
La investigación descubrió que la fragilidad es un fuerte factor de riesgo de demencia, incluso entre personas con un alto riesgo genético de padecerla, y que podría modificarse mediante un estilo de vida saludable.
El equipo internacional de la Universidad de Dalhousie y Nova Scotia Health, en Canadá, y de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, trabajó con datos de más de 196.000 adultos mayores de 60 años del Biobanco del Reino Unido.
Calcularon el riesgo genético de los participantes y utilizaron una puntuación de fragilidad desarrollada previamente, que refleja la acumulación de síntomas, signos, discapacidades y enfermedades relacionadas con la edad. Analizaron esto junto con una puntuación sobre comportamientos de estilo de vida saludables, y quiénes llegaron a desarrollar demencia.
"Cada vez hay más pruebas de que tomar medidas significativas a lo largo de la vida puede reducir considerablemente el riesgo de demencia --afirma el autor principal, el doctor David Ward, de la División de Medicina Geriátrica de la Universidad de Dalhousie--. Esto es emocionante porque creemos que algunas de las causas subyacentes de la fragilidad son en sí mismas prevenibles. En nuestro estudio, esto parece ser posible en parte a través de la participación en comportamientos de estilo de vida saludable", añade.
Durante el periodo de 10 años del estudio del Biobanco del Reino Unido, se detectó la demencia a través de los registros de ingreso hospitalario en 1.762 de los participantes - y estas personas eran mucho más propensas a tener un alto grado de fragilidad antes de su diagnóstico en comparación con los que no desarrollaron demencia.
La importancia de prevenir o reducir la fragilidad se puso de manifiesto cuando los investigadores examinaron el impacto del riesgo genético en personas con diferentes grados de fragilidad.
Los factores de riesgo genéticos ejercieron su efecto esperado sobre el riesgo de demencia en los participantes del estudio que estaban sanos, pero los genes fueron progresivamente menos importantes en los participantes del estudio que eran más frágiles. En esos participantes frágiles del estudio, el riesgo de demencia era alto independientemente de sus genes.
Incluso en las personas con mayor riesgo genético de demencia, los investigadores descubrieron que el riesgo era menor en las personas que estaban en forma, y mayor en las que tenían mala salud, lo que se midió como un alto grado de fragilidad.
Sin embargo, la combinación de un alto riesgo genético y un alto grado de fragilidad resultó ser especialmente perjudicial, ya que los participantes tenían un riesgo de demencia seis veces mayor que los que no tenían ninguno de los dos factores de riesgo.
En comparación con los participantes del estudio con un bajo grado de fragilidad, el riesgo de demencia era más de 2,5 veces mayor (268%) entre los participantes del estudio que tenían un alto grado de fragilidad, incluso después de controlar los numerosos determinantes genéticos de la demencia.
La investigación identificó vías para reducir el riesgo de demencia. Los participantes en el estudio que declararon estar más comprometidos con un estilo de vida saludable tenían menos probabilidades de desarrollar demencia, en parte porque tenían un menor grado de fragilidad.
"El riesgo de demencia refleja factores genéticos, neuropatológicos, de estilo de vida y de salud general que, a su vez, dan lugar a una serie de anomalías en el cerebro", afirma el doctor Kenneth Rockwood, catedrático de Medicina Geriátrica y Neurología y profesor Kathryn Allen Weldon de Investigación sobre el Alzheimer en la Universidad de Dalhousie, y director médico principal de la recién creada Red de Atención a la Fragilidad y a los Ancianos de Nueva Escocia.
"Nuestro estudio es un importante paso adelante en el papel de la fragilidad, que parece tener una vía única y potencialmente modificable para influir en el riesgo de demencia --añade--. Es una perspectiva increíblemente emocionante que debemos explorar urgentemente para beneficiar potencialmente al creciente número de personas afectadas por la demencia en todo el mundo".
La coautora, la doctora Janice Ranson, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, resalta que "estos hallazgos tienen implicaciones extremadamente positivas, ya que demuestran que no es inevitable la demencia, incluso si se tiene un alto riesgo genético. Podemos tomar medidas significativas para reducir nuestro riesgo; abordar la fragilidad podría ser una estrategia eficaz para mantener la salud del cerebro, así como para ayudar a las personas a mantenerse móviles e independientes durante más tiempo en la vejez".