MADRID 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un importante porcentaje de las mujeres que padecen un trastorno alimentario manifiestan que no han sido diagnosticadas (38,9%) y hasta el 70,5 por ciento no está recibiendo ningún tipo de tratamiento, según el estudio 'Mujeres jóvenes y trastornos de conducta alimentaria. Impacto de los roles y estereotipos de género', que muestra como redes sociales, medios de comunicación, entorno y familia puede pueden apoyar una imagen ideal, homogénea e irreal que hace que mujeres se sientan mal.
De las mujeres encuestadas que han cumplimentado la pregunta sobre su diagnóstico, se observa que la anorexia nerviosa y el trastorno por atracón representan el 23,5 y el 20,5 por ciento, respectivamente; el diagnóstico de bulimia nerviosa, el 10,2 por ciento y el diagnóstico de trastorno alimentario especificado, el 6,9 por ciento.
En el estudio publicado por el Instituto de las Mujeres han participado más de 660 mujeres de entre 18 y 30 años que padecen o han padecido un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), lo cual ha permitido poner de manifiesto cómo diariamente las mujeres reciben comentarios que descalifican sus cuerpos, multiplicando su insatisfacción corporal y una baja autoestima.
Los testimonios recabados procedentes de mujeres que padecen o han padecido un TCA con cuerpos no normativos muestran cómo el estigma del peso provoca que estas eviten ir al médico por miedo a ser humilladas por su peso, que se sometan a interminables ciclos de dietas y que su salud mental se vea afectada por experimentar situaciones de discriminación e infravaloración.
Asimismo, las mujeres con trastornos alimentarios perciben con mucha frecuencia situaciones de discriminación en entornos de la publicidad, redes sociales, medios de comunicación y ámbito audiovisual y, a veces, en entornos médicos, laborales y educativos.
La investigación, desarrollada por la psicóloga Calado Otero, profundiza en la necesidad de poner en marcha trasformaciones sociales que promuevan una imagen corporal basada en el bienestar social, físico y emocional.
El 87,6% de las encuestadas considera necesaria la representación de las mujeres con diversidad corporal, más del 82% subraya la importancia de no hablar del cuerpo ni del aspecto físico de las mujeres y la necesidad de desvincular la salud del peso y el 90,7% propone no asociar el éxito de una mujer con su peso corporal o su apariencia física.
Y un 90% de las mujeres encuestadas opinan que, para favorecer la presencia de una mejor relación de las mujeres con sus cuerpos y una mayor autoestima, sería necesario trabajar en la concienciación de la población general, el pensamiento crítico en la infancia y adolescencia, así como en la información actualizada de profesionales de educación y medicina.
Según la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, se estima que, en España, aproximadamente entre el 4,1% y el 6,4% de las mujeres desarrollan anualmente alguno de los cuadros incluidos en los trastornos alimentarios. Un estudio de revisión de ámbito internacional ha constatado que el número de casos de trastornos alimentarios se ha duplicado en los últimos 18 años, pasando de una prevalencia del 3,4% de la población al 7,8% entre 2000 y 2018. El informe presentado este martes estima que los datos podrían ser mayores.
"El ideal social de las mujeres, por el que se nos presiona desde diferentes ámbitos, no solamente los medios de comunicación y las redes sociales, también está en nuestras familias, nuestras compañeras de trabajo o de estudios, los medios de comunicación y las redes tiene que ver con delgadez, con belleza, con impresensualización", se ha lamentado Otero, investigadora en la UNIR.
Durante su investigación, ha observado que las mujeres viven situaciones de discriminación diarias, y esas situaciones se dan tanto en el entorno cercano, que puede ser familiar, escolar, médico y, también, a través de los medios de comunicación. Desde la potenciación del discurso de que ser delgado es sinónimo de buena salud o que una buena imagen ayuda a mejorar la posición laboral.
El 90% de las personas que tienen trastorno de la conducta alimentaria son mujeres. Y, ha señalado la autora, "las mujeres que no tienen un trastorno de la conducta alimentaria están insatisfechas con su cuerpo y se sienten inseguras y tienen una baja autoestima". El informe muestra desde los efectos de la cosificación de los demás hasta el de las propias mujeres, a la imposición del patriarcado que ha provocado que la mujer se apoye en las dietas extremas y el consumismo del sector de la belleza.
"El 90% de las mujeres considera que sería necesario concienciar a la población general sobre los perjudiciales que resultan los estereotipos y los errores de géneros tradicionales para que también llegue esta visión a las familias y al entorno de las mujeres. "Consideran que se debe trabajar el pensamiento crítico en la infancia y la adolescencia sobre los contenidos que aparecen en los medios de comunicación y las redes sociales", señala la autora.
LOS ESTEREOTIPOS Y ROLES DE GÉNERO EN LA CONDUCTA ALIMENTARIA
Antes de la presentación del informe, la directora del Instituto de las Mujeres, Cristina Hernández Martín, ha defendido este informe que pretende profundizar en el impacto que "los estereotipos y roles de género tienen en la conducta alimentaria de las mujeres jóvenes".
Uno de los resultados de este estudio es que las mujeres reciben, diariamente comentarios y descalificaciones sobre sus cuerpos y como esto multiplica su insatisfacción corporal. "No solo es una cuestión de salud, nuestra insatisfacción devora nuestro tiempo, nuestra energía y también nuestra alegría y además genera muchísimo dinero. Hay un mercado que se alimenta de la inseguridad de las mujeres y que por tanto nos quiere siempre insatisfechas con nuestro cuerpo", ha señalado Hernandez.
"Somos educadas en la obligación de gustar, de no molestar y de encajar en los deseos de otros. Se espera de nosotras que estemos delgadas, que quiere decir que estemos siempre a dieta. Ese estar guapa, ese estar delgada, sabemos que es una tarea que no termina nunca. La cultura de la dieta es sobre todo una conducta que determina nuestra forma de estar en el mundo", ha añadido. Esta situación convierte a las mujeres en insatisfechas e inseguras y, "por qué no decirlo, en competición las unas con las otras", ha adviertido.
El secretario general, Javier Padilla, ha apostado por responder desde la "conectividad" al abordaje de los trastornos de la comida alimentaria, que a su juicio es imposible resolver "sin hacerlo con perspectiva de género". Asimismo, ha apostado por avanzar hacia un cambio de la práctica clínica que tenga su orientación comunitaria.
Además, ha incidido en la necesidad de contar con un sistema sanitario "menos prescriptivo y más cuidador, escuchador y habilitador". "El porcentaje de mujeres que acuden a una consulta y que posteriormente narran situaciones de infravaloración es fundamental, por lo que hay que avanzar hacia una práctica clínica que tenga una orientación comunitaria y desculpabilizadora", ha afirmado Padilla.