El aumento excesivo de peso en el embarazo afecta de forma negativa a la madre y al feto

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Archivo - Mujer embarazada. - NATALIADERIABINA/ ISTOCK - Archivo
Publicado: viernes, 29 noviembre 2024 13:53

Los disruptores endocrinos, la contaminación ambiental y la publicidad que ofrece mal ejemplo impactan en la obesidad

MADRID, 29 Nov. (EUROPA PRESS) -

La especialista en Endocrinología y Nutrición Rocío Villar, del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela, ha señalado en su intervención durante el XX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) que el aumento excesivo de peso en el embarazo tiene consecuencias negativas a corto y largo plazo para la madre y el feto.

Villar ha explicado que adquirir durante el embarazo un peso superior al recomendado incrementa el riesgo de complicaciones, como diabetes gestacional, hipertensión en el embarazo, exceso de crecimiento fetal o necesidad de cesárea. Además, tras dar a luz, favorece la retención de peso materna, lo que aumenta las cifras de sobrepeso y obesidad, y también favorece la obesidad en la descendencia.

"La idea errónea de que en el embarazo hay que 'comer por dos' puede llevar a desequilibrios en la alimentación que favorezcan el exceso de peso, aunque también la falta de ejercicio físico juega un papel importante y no siempre está justificada por el riesgo obstétrico", ha adirmado Rocío Villar.

De hecho, un metaanálisis realizado recientemente reveló que el 47 por ciento de mujeres estudiadas tenían una ganancia de peso gestacional por encima de lo recomendado y solo un 30 por ciento se adaptaban a las recomendaciones. La Academia Nacional de Medicina Americana (IOM, por sus siglas en inglés) apunta que si la mujer parte de un peso "normal", la ganancia habitual estaría en torno a los 11.5-16 Kg, mientras que si presenta una obesidad sería mucho menor, entre cinco y nueve kilos.

Para prevenir las complicaciones derivadas de un aumento excesivo de peso, la especialista ha recomendado seguir un estilo de vida saludable desde el inicio del embarazo, puesto que "las mujeres que ganan mucho peso en el primer trimestre tienen mucha más probabilidad de experimentar una ganancia excesiva al final del embarazo". A este respecto, ha instado a la creación de programas de salud pública que apoyen iniciativas de formación en educación nutricional y actividad física para las gestantes.

EL EFECTO DE LA PUBLICIDAD Y LA CONTAMINACIÓN

Por otra parte, en el Congreso de la SEEDO se ha abordado la influencia de la publicidad sobre las preferencias alimentarias y la ingesta de alimentos de la población infantil y adolescente. Sobre este asunto, el director global de Investigación y Programas de la Gasol Foundation, Santi F. Gómez, ha aseverado que los anuncios son capaces de provocar un incremento de la alimentación no saludable en este grupo poblacional.

Gómez ha considerado "inaceptable que se juegue con la vulnerabilidad cognitiva que supone el hecho de ser niño o niña para vender productos que ya sabemos científicamente que no son saludables". Al hilo, ha reclamado la regulación de este tipo de publicidad a través de un Real Decreto que sea aprobado de forma "urgente". "También se deberían impulsar campañas de promoción de hábitos de vida saludables y de concienciación de la ciudadanía", ha añadido.

Por su parte, el especialista en Endocrinología y Nutrición Sergio Valdés, del Hospital Regional Universitario de Málaga, ha comentado los mayores riesgos que tiene la contaminación en las personas que tienen obesidad, quienes ven incrementada la probabilidad de desarrollar diabetes o eventos cardiovasculares.

Pero, además, la contaminación aumenta el riesgo de desarrollar obesidad en sí misma, debido a que los contaminantes incrementan el proceso de estrés oxidativo e inducen a la inflamación pulmonar intensa, que puede llegar a afectar a prácticamente todos los órganos y sistemas, en especial al sistema cardiovascular. "Los estudios epidemiológicos muestran que las personas expuestas crónicamente a altas concentraciones de PM 2.5 tienen mayor adiposidad y presentan un mayor riesgo de desarrollar obesidad", ha agregado Valdés.

En España, el problema resulta preocupante por la alta contaminación, pero el experto se ha mostrado optimista gracias a la nueva legislación aprobada por el Parlamento Europeo, que estará vigente en 2030 y obligará a reducir los niveles máximos de contaminación para mejorar la calidad del aire en la UE.

SUSTANCIAS INCLUIDAS EN ENVASES DE PLÁSTICO O COSMÉTICOS

Los disruptores endocrinos son un conjunto de compuestos químicos presentes en envases plásticos como botellas o recipientes de comida, también en perfumes, productos de cosmética, sartenes y ollas antiadherentes, algunos detergentes y disolventes. Estas sustancias están siendo estudiadas por los especialistas en obesidad y existe una sólida y creciente base científica que demuestra que el contacto con ellos a través de la dieta, la piel o la respiración aumenta el riesgo de sufrir enfermedades metabólicas, como la obesidad y la diabetes, especialmente si se acompañan de hábitos poco saludables.

"Algunos de estos compuestos pueden alterar el balance energético, modificar el metabolismo de lípidos y favorecer el acúmulo de grasa, y/o alterar el control hormonal del apetito y la sensación de saciedad entre otros efectos", ha detallado la profesora titular del Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE), de la Universidad Miguel Hernández, Paloma Alonso-Magdalena.

Además, se sabe que hay períodos de la vida donde hay mayor susceptibilidad a la acción de estos compuestos, como son la etapa de desarrollo y primera infancia. Por eso, "la mejor medida preventiva es minimizar el contacto con ellos, al menos intentando adoptar pequeños cambios en nuestra rutina diaria", ha indicado la especialista.

Entre las medidas que pueden incorporarse a nivel individual en la rutina diaria para reducir el contacto con estos compuestos, destaca evitar calentar la comida en recipientes de plástico, sustituyéndolos por vidrio o cerámica; utilizar sartenes y ollas de cerámica, hierro fundido o acero inoxidable que no contengan revestimiento antiadherente; usar botellas de acero inoxidable o de vidrio; evitar cosméticos que contienen parabenos, benzofenonas, triclosán y ftalatos; o reducir la ingesta de comida procesada y enlatada, entre otras.

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