MADRID 23 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las mujeres que portan una forma particular de un gen del dolor tienen más probabilidades de responder bien a un medicamento común utilizado para tratar el malestar a largo plazo, según muestra una investigación de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido) publicado en 'iScience'.
En concreto, en el estudio, las mujeres con dolor pélvico crónico que tenían una variación natural de un gen, conocido como Neuregulin 3, en su ADN tenían más probabilidades de experimentar alivio después de tomar el analgésico gabapentina. Los expertos afirman que orientar el uso de gabapentina a quienes tienen este marcador genético evitaría un tratamiento ineficaz y efectos secundarios no deseados en aquellos que probablemente no responderán. Asimimso, los hallazgos podrían mejorar el uso de gabapentina en el tratamiento del dolor pélvico crónico, un dolor persistente e incapacitante que afecta a una de cada cuatro mujeres en todo el mundo.
La gabapentina, que a menudo se receta para el dolor crónico, actúa sobre el sistema nervioso central (que transmite mensajes entre el cerebro y los nervios de todo el cuerpo) para reducir la mayor sensibilidad al dolor que afecta a las personas con enfermedades de larga duración.
Los hallazgos, de la Universidad de Edimburgo, siguen a un estudio previo del mismo equipo que sugirió que el tratamiento con gabapentina era beneficioso para ciertas mujeres, con mejoras moderadas en el dolor pélvico peor o promedio para el 40 por ciento de las participantes. El último estudio, en colaboración con la Universidad de Oxford (Reino Unido), estudió la composición genética de 71 mujeres con dolor pélvico crónico que recibieron gabapentina: 29 respondieron a la medicación y 42 no vieron ninguna mejora.
Así, encontraron una variación natural del gen Neuregulin 3, que determina quién respondería a la gabapentina. El gen da origen a una proteína del mismo nombre, presente en el cerebro y la médula espinal, que interviene en la sensación y transmisión del dolor.
Los hallazgos ofrecen una nueva perspectiva sobre los mecanismos subyacentes detrás del dolor crónico y pueden tener implicaciones para otras afecciones además del dolor pélvico, dicen los expertos. El equipo afirma que se necesitan más investigaciones para confirmar los hallazgos en una población más amplia de mujeres.