MADRID, 11 Nov. (EDIZIONES) -
La enfermedad pélvica inflamatoria es una infección de los órganos reproductores de la mujer que, en la mayoría de ocasiones, surge como complicación causada por algunas enfermedades de transmisión sexual.
"Los gérmenes patógenos ascienden desde la vagina y el cuello uterino al interior del útero y, de ahí, a las trompas, a los ovarios y a la cavidad peritoneal", precisa en una entrevista con Infosalus el jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid), el doctor Manuel Albi.
Y, en efecto, una enfermedad de transmisión sexual que no ha sido "convenientemente tratada" es la causa más frecuente de enfermedad pélvica inflamatoria. "Son enfermedades bacterianas, principalmente clamidia y gonococo", especifica el experto.
No obstante, "otras infecciones que no son de transmisión sexual también pueden causar enfermedad pélvica inflamatoria. Por ejemplo, la afectación de las trompas y de los ovarios puede ser secundaria a una infección abdominal que determina la llegada de gérmenes patógenos al aparato genital simplemente por continuidad", agrega el doctor Albi.
El experto también menciona otra vía de llegada de gérmenes al aparato genital interno: la sangre. Pero no es habitual. "Aunque existen casos descritos de enfermedad pélvica inflamatoria por la llegada de gérmenes al aparato genital interno por vía hematógena, es algo muy inhabitual en la práctica clínica", tranquiliza el experto de la Fundación Jiménez Díaz.
En cualquier caso, pueden citarse diversos factores para padecer enfermedad pélvica inflamatoria. El doctor Albi menciona "tener más de una pareja sexual; tener una pareja sexual que tiene relaciones sexuales también con otras personas; antecedente personal de enfermedad pélvica inflamatoria; inicio de actividad sexual antes de los 20 años; uso de duchas vaginales y las tres primeras semanas tras la inserción de un dispositivo intrauterino".
En cuanto a las complicaciones que la dolencia pueda revestir, el experto detalla que "en el período agudo de la enfermedad no son frecuentes siempre que exista un tratamiento adecuado y precoz". Pero, si aparecen, las más frecuentes son, según el doctor Albi, "peri-hepatitis o síndorme de Fitz-Hugh-Curtis, que consiste en una inflamación de la cápsula hepática y del peritoneo abdominal, asociada a clamidia, y peri-apendicitis".
Hay más. El jefe de Obstetricia y Ginecología también enumera la "rotura de abscesos tubo-ováricos y la sepsis generalizada y el 'shock' endotóxico" que, en la actualidad, "son, afortunadamente, muy poco frecuentes", celebra el experto.
"De la misma manera, el retraso en la instauración del tratamiento adecuado aumenta la incidencia de secuelas a largo plazo", continúa el doctor Albi, que especifica infertilidad, dolor pélvico crónico y complicaciones con los embarazos. Así, "la infertilidad complica el 15 por ciento de los primeros episodios no tratados de enfermedad pélvica inflamatoria; el 35 por ciento de los segundos episodios no tratados y hasta el 55 por ciento de los terceros", matiza el experto.
Por su parte, "el dolor pélvico crónico es una secuela de hasta el 20 por ciento de los casos no adecuadamente tratados, que además tienen un riesgo siete veces mayor de embarazo ectópico e infecciones recurrentes", agrega el doctor Albi. Por último, la enfermedad pélvica inflamatoria "se relaciona con aumento de nacimientos pretérmino y de morbilidad materno-fetal junto con complicaciones neonatales, como la transmisión perinatal de gonococo y chlamydia", expone el experto.
SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
En referencia a los síntomas, el jefe de Obstetricia y Ginecología de la Fundación Jiménez Díaz destaca como "el más frecuente" el dolor abdominal localizado en el hipogastrio y en ambas fosas ilíacas. Está "presente en la mayoría de los casos", apunta el experto.
Además, otros síntomas son el "aumento del flujo vaginal que presentará características anormales, presente en tres de cada cuatro casos y el sangrado vaginal anormal y la sintomatología urinaria, que aparecen en casi la mitad de los casos", añade el doctor Albi.
"Ocasionalmente existen vómitos y/o afectación del estado general", según el experto, que también matiza que "en ocasiones existen muy pocos síntomas clínicos o incluso la enfermedad es asintomática, siendo la exploración la que nos orienta el diagnóstico".
En referencia al tratamiento, el doctor Albi asegura que "es posible y debe iniciarse en cuanto se determine el diagnóstico, sin esperar al resultado de los cultivos de las muestras que se pudieran extraer".
Los objetivos del tratamiento son "erradicar la infección mediante antibioterapia en fase aguda. Los regímenes de antibióticos recomendados están diseñados para ser efectivos frente a gonococo, clamidia y bacterias aerobias y anaerobias más comúnmente aisladas; aliviar los síntomas con reposo y analgésicos y prevenir las complicaciones mediante antiinflamatorios", explica el experto.
Si el tratamiento fracasa, puede usarse cirugía. "Actualmente la cirugía se reserva para los casos de fracaso del tratamiento o para el abordaje de complicaciones", comenta el experto, que incide en que "el pronóstico de la enfermedad y la completa curación serán posibles con un tratamiento adecuado y precoz, al que siempre habrá que añadir los cambios necesarios en el estilo de vida para evitar una futura infección de transmisión sexual".