MADRID, 2 Jun. (EDIZIONES) -
Se calcula que hasta el 5% de las gestantes tienen que continuar durante el embarazo con tratamientos que toman de manera habitual por el hecho de padecer alguna patología crónica, y que hasta el 86% toma alguno tipo de medicación en algún momento de su embarazo.
Así lo explica en una entrevista con Infosalus la ginecóloga Lara Rodrigo Molina, de la Unidad de Medicina Materno Fetal del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, quien considera que, lo idóneo en estos casos, es que las mujeres que tomen medicación crónica (hipertensas, diabéticas, asmáticas, epilépticas...) asistan a una consulta pre-concepcional para poder revisar los fármacos que se están tomando, y con el objetivo de cerciorarse de la compatibilidad con la gestación, cambiar algún principio activo por otro más seguro, o ajustar las dosis en base a los cambios fisiológicos que se producen en la mujer embarazada y el momento de la gestación en el que nos encontremos.
"Para la inmensa mayoría de las patologías existen alterativas seguras durante la gestación y no se deben de interrumpir tratamientos crónicos de golpe sin consultar con un especialista. Del mismo modo, la mujer embarazada puede sufrir de determinadas dolencias, muchas de ellas típicas del embarazo (reflujo, anemia, infecciones de orina...) que afortunadamente podemos tratar de manera segura. Es muy importante confiar siempre en nuestro ginecólogo y en seguir sus recomendaciones", agrega la doctora.
De hecho, señala que sí le llegan los medicamentos que tomamos al feto, y que la mayoría de los fármacos de uso habitual atraviesan la barrera placentaria entrando en la circulación fetal en poco tiempo, y alcanzando concentraciones similares a las de la madre en 30-60 minutos. Además, dice que el feto puede ingerir sustancias disueltas directamente en el líquido amniótico.
RIESGO DE MALFORMACIONES CON ALGUNOS MEDICAMENTOS
En este sentido, la ginecóloga advierte de que la toma de determinados medicamentos puede ser perjudicial en el embarazo porque determinados fármacos, denominados 'teratogénicos', una vez atravesada la barrera placentaria y llegando a la circulación fetal, pueden producir alteraciones morfológicas o funcionales en el mismo.
Según la literatura publicada, la doctora Rodrigo Molina mantiene que el riesgo global de malformaciones congénitas se estima en un 2-5%, estando directamente implicado en ellas la toma de medicamentos en menos de un 5%.
"Para que se produzca dicha alteración es necesario la administración de un fármaco teratogénico, a una dosis y durante un tiempo suficiente, en un feto susceptible y en un momento determinado de la gestación", precisa.
Es precisamente el momento en el que tiene lugar la exposición al fármaco lo que determina en gran medida las consecuencias derivadas de la toma del medicamento, prosigue la especialista del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Así, sostiene que si la toma del fármaco ocurre en las dos primeras semanas de gestación se produce un efecto que se denomina de "todo o nada": o no tiene consecuencias para el embrión o bien se produce un aborto. Entre la 2-10 semana, nos encontramos en el periodo de formación de los órganos y es por tanto la fase de mayor riesgo, pudiéndose producir malformaciones estructurales importantes y en muchas ocasiones incompatibles con la vida, describe esta experta.
Y ya pasadas las 10 semanas las alteraciones derivadas de la toma de fármacos están más relacionadas con alteraciones del crecimiento o de la funcionalidad del organismo del feto y suelen ser menos graves que en etapas anteriores, asegura. Por otra parte, dice que los fármacos que no atraviesan la barrera placentaria también pueden dañar de manera indirecta al feto, por ejemplo produciendo vasoconstricción de los vasos de placenta que dificulte el intercambio de gases y nutrientes, provocando contracciones prematuras o bien una reacción alérgica en la madre, entre otras.
PAUTAS PARA LA TOMA SEGURA DE MEDICAMENTOS EN EL EMBARAZO
Así con todo, Lara Rodrigo Molina, de la Unidad de Medicina Materno Fetal del Hospital Clínico San Carlos de Madrid remarca que a la hora de prescribir una medicación a una embarazada se debe de individualizar cada caso, atendiendo a los beneficios que esperamos obtener con el tratamiento, a las alternativas de las que disponemos, y a las consecuencias que pudieran derivarse tanto para la madre como para el beben en el caso de decidir no tratar a la paciente.
Insiste en que se debe huir a toda costa de la automedicación y de los fármacos de venta libres sin receta en esta etapa. "Debemos de evitar en la medida de lo posible iniciar tratamientos en el primer trimestre de la gestación, emplear siempre los fármacos con el mejor perfil de seguridad en la embarazada, utilizar la menor dosis posible que resulte eficaz y durante el menor tiempo posible, y siempre que se pueda en monoterapia", agrega.
Así por ejemplo, ante una lumbalgia leve, podemos pensar en prescribir paracetamol a dosis de 650 mg, sin prolongar el tratamiento en el tiempo y una vez puestas en marcha otras medidas analgésicas alterativas sin éxito, como pueden ser la higiene postural, el calor local o la consulta con un especialista en fisioterapia, subraya la ginecóloga.
¿QUÉ MEDICAMENTOS PUEDEN TOMARSE EN EL EMBARAZO?
Ahora bien, por motivos éticos la doctora Rodrigo recuerda que se carecen de estudios sobre la seguridad de medicamentos realizados directamente en gestantes y toda la información disponible procede de modelos de experimentación animal o de estudios epidemiológicos retrospectivos. "Esto hace que en muchos casos sea información muy limitada en base a la cual es difícil hacer recomendaciones de uso o contraindicaciones formales", agrega.
Aquí señala que con el objetivo de ayudar al médico en la prescripción, las fichas técnicas de todos los fármacos comercializados incluyen un apartado con las recomendaciones de la agencia reguladora de medicamentos de cada país (en nuestro caso, la Agencia Española de Medicamentos y productos sanitarios, AEMPS) que siguen diversos sistemas de clasificación. "Si bien nosotros nos guiamos por las directrices de la Agencia Europea del medicamento, la clasificación más famosa es la Clasificación de la Food and Drug Administration americana (FDA)", apostilla.
En última instancia, esta especialista destaca que sí que es seguro el empleo de algunas vacunas durante la gestación, y que por tanto deben administrarse durante el embarazo con el objetivo de garantizar el estado de protección para la madre y para su bebé (los anticuerpos atraviesan también la barrera placentaria). En este grupo estaría incluida la vacuna de la gripe en época invernal en cualquier momento de la gestación, y la vacuna de la tosferina a partir de la semana 28.
Del mismo modo existen vacunas con virus vivos atenuados que están contraindicadas, como son la triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis), varicela- zóster, fiebre amarilla y fiebre tifoidea oral. Tampoco estaría recomendada la vacunación frente al virus del papiloma humano, agrega.
Existe otra categoría de vacunas que solo deberían de administrarse en el caso de que estén indicadas por el elevado riesgo de exposición y la susceptibilidad materna, según afirma: vacuna de la hepatitis A y B, meningococos, neumococo, polios (inactivada), rabia, tétanos y difteria.
"En cuanto a la vacuna del coronavirus con ARN mensajero, la última evidencia científica de la que disponemos nos habla de una vacuna segura en cualquier momento de la gestación y cuya administración no debe de demorarse si está indicada por el hecho de estar embarazada", concluye la facultativo especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Clínico San Carlos.