MADRID 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
La exposición a altas temperaruras puede afectar el crecimiento de los fetos durante el embarazo y de los bebés hasta los dos años, sugiere un nuevo análisis publicado en 'The Lancet Planetary Health' por investigadores de la Unidad del Consejo de Investigación Médica de Gambia (MRCG) de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM) de Reino Unido.
El estudio es el primero de su tipo que muestra que el estrés por calor puede afectar el desarrollo de los bebés después de su nacimiento y se suma a investigaciones anteriores del equipo que muestran el impacto del estrés por calor en el desarrollo fetal. La investigación, que examinó datos de bebés y sus madres recopilados durante un ensayo clínico en Gambia, encontró una pequeña disminución en el peso al nacer para la edad gestacional por cada aumento de 1 °C en el estrés térmico diario promedio durante el primer trimestre.
No se observó ningún efecto sobre el crecimiento en el caso del estrés térmico experimentado durante el segundo trimestre. La investigación sugirió que podría haber un aumento de la circunferencia de la cabeza en comparación con el cuerpo para la edad gestacional en los fetos expuestos al estrés térmico durante el tercer trimestre, pero esto fue menos seguro.
Los resultados también muestran que los bebés de hasta dos años expuestos a altas temperaturas en su entorno pueden tener pesos y estaturas inferiores a los de su edad. Las mayores disminuciones se observaron en los bebés de entre 6 y 18 meses que habían experimentado niveles diarios promedio más elevados de estrés térmico en el período de tres meses anterior.
A los 12 meses de edad, los bebés expuestos a un valor promedio de estrés térmico equivalente a 30 °C tenían más probabilidades de tener un peso reducido para su altura y edad, en comparación con aquellos que experimentaron un estrés térmico equivalente a 25 °C. Los resultados se encontraron tanto en bebés varones como mujeres.
Los datos se recopilaron originalmente a través del ensayo controlado aleatorio de Desarrollo de la inmunidad y la nutrición temprana (ENID) realizado en West Kiang, Gambia, entre enero de 2010 y febrero de 2015. Se hizo un seguimiento de un total de 668 bebés durante sus primeros 1.000 días de vida, de los cuales 329 (49%) eran niñas y 339 (51%) eran niños.
El ensayo analizó la relación entre el estrés térmico y el crecimiento fetal basándose en puntuaciones clínicamente reconocidas de peso, longitud y perímetro craneal para la edad gestacional. También evaluó el efecto del estrés térmico en el crecimiento infantil basándose en puntuaciones de peso y altura de 0 a 2 años de edad.Al nacer, 66 (10%) bebés pesaron menos de 2,5 kg, descrito como bajo peso al nacer, 218 (33%) fueron pequeños para la edad gestacional y nueve (1%) nacieron prematuramente.
El estrés térmico se produce cuando la forma en que nuestro cuerpo controla su temperatura interna se ve comprometida por factores externos como el clima o la actividad física. En el estudio, el estrés térmico se definió utilizando el Índice Climático Térmico Universal, que considera factores como el calor, la humedad, la velocidad del viento y la radiación solar, y asigna una temperatura equivalente (°C) con un riesgo asociado de desarrollar estrés térmico. Durante el estudio, el nivel promedio de exposición al estrés térmico fue de 29,6 °C. La temperatura máxima diaria más alta fue de 45,7 °C y la temperatura mínima diaria más alta fue de 28,9 °C.
"Nuestro estudio demuestra que las crisis entrelazadas del cambio climático, la inseguridad alimentaria y la desnutrición están afectando desproporcionadamente a los más vulnerables, incluidos los niños pequeños. Estos hallazgos se basan en evidencia previa que muestra que el primer trimestre es un momento vulnerable a la exposición al calor y es importante que ahora consideremos qué factores pueden contribuir a la relación", señala Ana Bonell, profesora adjunta del MRCG y autora principal del estudio.
A su juicio, es probable que el estrés por calor pueda afectar el apetito, la ingesta y la disponibilidad de alimentos, y también estamos investigando si puede haber efectos directos en las vías celulares e inflamatorias, lo que se suma a la capacidad ya reducida de las madres embarazadas y los bebés para regular su propia temperatura corporal.
"Necesitamos explorar qué poblaciones se prevé que experimenten más estrés térmico y dónde se pueden estar registrando retrasos en el crecimiento, para poder desarrollar medidas de salud pública eficaces. En vista de que las tasas globales de emaciación infantil siguen siendo inaceptablemente altas y el calentamiento planetario continúa, estos hallazgos deben impulsar la adopción de medidas para mejorar la salud infantil", afirma.
Ante esta evidencia, los investigadores insisten en que los impactos de la exposición al calor deben considerarse urgentemente en las intervenciones de salud pública para reducir el impacto del cambio climático en las mujeres embarazadas y sus hijos.