La lactancia materna es fundamental para dar forma a los microbios del bebé
MADRID 20 Sep. (EUROPA PRESS) -
La leche materna regula la combinación de microbios, o microbioma, del bebé durante su primer año de vida, lo que a su vez reduce el riesgo de que el niño desarrolle asma, según demuestra un nuevo estudio realizado por investigadores de NYU Langone Health (Estados Unidos) y de la Universidad de Manitoba (Canadá) publicado en 'Cell'.
Los hallazgos demostraron que la lactancia materna después de los tres meses favorece la maduración gradual del microbioma en el sistema digestivo y la cavidad nasal del bebé, la parte superior del tracto respiratorio. Por el contrario, dejar de amamantar antes de los tres meses altera el desarrollo paulatino del microbioma y se asoció a un mayor riesgo de asma en edad preescolar.
Algunos componentes de la leche materna, como los azúcares complejos llamados oligosacáridos de la leche materna, solo se pueden descomponer con la ayuda de ciertos microbios. Esto proporciona una ventaja competitiva a los microbios capaces de digerir estos azúcares. Por el contrario, los bebés que son destetados antes de los tres meses y que luego dependen exclusivamente de la alimentación con fórmula, se convierten en el hogar de un conjunto diferente de microbios: los que ayudarán al bebé a digerir los componentes de la fórmula. Si bien muchos de estos microbios que prosperan con la fórmula terminan en todos los bebés, los investigadores demostraron que su llegada temprana está relacionada con un mayor riesgo de asma.
"Así como un marcapasos regula el ritmo del corazón, la lactancia materna y la leche materna marcan el ritmo y la secuencia de la colonización microbiana en el intestino y la cavidad nasal del bebé, lo que garantiza que este proceso se produzca de manera ordenada y oportuna", argumenta la investigadora principal del estudio y bióloga computacional Liat Shenhav. "El desarrollo saludable del microbioma no solo consiste en tener los microbios adecuados. También deben llegar en el orden correcto en el momento adecuado", añade Shenhav, profesora adjunta de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), su Instituto de Genética de Sistemas y el Departamento de Microbiología de la Facultad.
Otro hallazgo clave del estudio fue que la especie bacteriana llamada Ruminococcus gnavus apareció mucho antes en los intestinos de los niños que fueron destetados prematuramente de la leche materna que en los de los niños que fueron amamantados exclusivamente. Se sabe que la bacteria está involucrada en la producción de moléculas llamadas ácidos grasos de cadena corta y en la formación y descomposición del aminoácido triptófano. Tanto el triptófano como sus metabolitos se han vinculado a la regulación y alteración del sistema inmunológico en investigaciones anteriores, incluido un mayor riesgo de asma. Los autores del estudio señalaron que, además de ayudar a la digestión, el microbioma de un bebé desempeña un papel crucial en el desarrollo del sistema inmunológico.
El estudio siguió el flujo y reflujo de microbios en los intestinos y la nariz de los bebés durante el primer año de vida, así como detalles sobre la lactancia materna y la composición de la leche materna. Todos los niños y sus madres participaron en el estudio de cohorte CHILD, un proyecto de investigación a largo plazo que ha estado estudiando a los mismos 3.500 niños canadienses en diferentes etapas de la vida, desde el útero hasta la adolescencia.
Los datos proporcionados por el estudio de cohorte CHILD permitieron a los investigadores desenredar el impacto de la lactancia materna en el microbioma de un bebé de una variedad de otros factores ambientales, incluida la exposición al humo prenatal, los antibióticos y los antecedentes de asma de la madre.
Incluso cuando se tuvieron en cuenta estos factores, descubrieron que la duración de la lactancia materna seguía siendo un determinante poderoso de la composición microbiana del niño a lo largo del tiempo. También utilizaron esta dinámica microbiana y los datos sobre los componentes de la leche para entrenar un modelo de aprendizaje automático que predijo con precisión el asma con años de antelación. Por último, crearon un modelo estadístico para aprender relaciones causales, que mostró que la principal forma en que la lactancia materna reduce el riesgo de asma es mediante la configuración del microbioma del bebé.
"Los algoritmos que desarrollamos brindan información valiosa sobre la dinámica microbiana durante el primer año de vida de un bebé y cómo estos microbios interactúan con el bebé", insiste Shenhav. "Estos conocimientos nos permitieron ir más allá de la identificación de asociaciones, mejorando nuestra capacidad de hacer predicciones y explorar relaciones causales.Con más investigaciones, nuestros hallazgos también podrían contribuir al desarrollo de estrategias para prevenir el asma en niños que no pueden ser amamantados durante al menos tres meses", finaliza.