MADRID, 13 Oct. (EDIZIONES) -
La lactancia materna es beneficiosa en muchísimas esferas para los bebés. Les garantiza salud, pero también su supervivencia. Previene a los pequeños de enfermedades al contener anticuerpos, no sólo alimento, pero es que también presenta numerosas ventajas para las madres.
"Está claro que protege al niño por un lado. Es importante la lactancia materna por todo lo que aporta al menor tanto de péptidos bioactivos, de bacterias, de neurotransmisores, o de prebióticos; es decir, un amplio abanico de moléculas que pasan de la madre al niño gracias a la leche materna", afirma en una entrevista con Infosalus Ascensión Marcos, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y fundadora del Grupo de Inmunonutrición en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) en esta institución.
Es más, destaca que la leche materna es de "gran interés" por su capacidad y 'poder' protector inmunológico al aportar una serie de sustancias promotoras de la tolerancia y maduración del sistema inmunitario.
DEFENSA FRENTE AL CÁNCER E INFECCIONES
"Se sabe que la lactancia materna tiene beneficios tanto para el recién nacido como para la madre, ya que evita el desarrollo de patologías inmunológicas, reduciendo la incidencia de diarrea, infecciones y alergias, especialmente durante los primeros seis meses de vida del neonato, y también disminuyendo el riesgo de cáncer de mama antes de la menopausia para la madre", sostiene Ascensión Marcos.
Dice así que la madre que da de mamar a sus hijos se protege y crea con ello "una especie de defensa": "Es como si se potenciara su sistema inmune, y se ha visto menos casos de cáncer de mama en madres que dan de amamantar a los niños. Creo que sólo por eso es muy importante".
De hecho, recuerda que la argumentación tanto de la OMS como de la Asociación Española de Pediatría es la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida del menor, combinando después este periodo con la ingesta de otros alimentos hasta los dos años de edad, o el tiempo que se considere, de acuerdo con las pautas de crecimiento del menor y del pediatra.
Por otro lado, señala esta investigadora que la evidencia científica muestra un mayor riesgo de padecer infecciones respiratorias, gastroenteritis, atragantamiento, obesidad, diabetes tipo 1 o eccema atópico si se da la introducción temprana de alimentos (entre los 4 y 6 meses de edad) y por eso subraya que la recomendación actual es la introducción de esta alimentación complementaria a partir del sexto mes del bebé.
Precisamente, Ascensión Marcos ha publicado recientemente el libro 'Inmunonutrición' (CSIC-Catarata), junto a Esther Nova Rebato, Sonia Gómez Martínez, y Ligia Esperanza Díaz Prieto; científicas todas ellas del ICTAN, grupo de investigación que ha fundado.