MADRID, 7 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las vaginas albergan un complejo microcosmos de bacterias y levaduras que puede fluctuar con el tiempo, sin embargo, se sabe poco sobre estas comunidades microbianas y sus funciones en la salud de una persona, concluye un nuevo trabajo internacional en que han participado científicos de cuatro continentes y nueve países.
No obstante, en cuanto al bagaje científico actual, 9 de cada 10 estudios solo incluyen participantes de un continente, lo que da como resultado importantes lagunas geográficas en los datos.
Así, en un nuevo artículo publicado en la revista 'Trends in Microbiology' de Cell Press, los científicos comparten conocimientos obtenidos de esta "hermandad" de miles de científicos y demuestran cómo la colaboración internacional puede ayudar a iluminar las lagunas en nuestro conocimiento sobre el microbioma vaginal, incluidas las bacterias que son útiles o dañinas y si los microbiomas se ven diferentes para las personas de todo el mundo.
"La salud de las mujeres es esencial para el bienestar social y económico mundial, pero las disparidades en materia de salud siguen prevaleciendo", escriben las investigadoras, incluida la autora principal Sarah Lebeer de la Universidad de Amberes en Bélgica. "Los cuerpos de las mujeres y el conocimiento sobre su salud han sido desatendidos, controlados y perseguidos durante siglos, lo que ha dado lugar a una disparidad en materia de salud que persiste en la actualidad", añaden.
Las autoras participan en iniciativas de ciencia ciudadana denominadas Isala Sisterhood, cuyo objetivo es inspirar la investigación sobre la salud de las mujeres y los microbiomas en todo el mundo mediante la creación de un mapa de referencia de la microbiota vaginal.
El proyecto Isala, que se lanzó originalmente en Bélgica como el Proyecto Isala con más de 6.000 participantes, se ha convertido en una "hermandad" que incluye a microbiólogos, trabajadores de la salud, organizaciones gubernamentales y el público en general, y se ha expandido por América del Norte, América del Sur, Asia, África y Europa.
Lebeer y su equipo recopilaron información de la Hermandad Isala y otras iniciativas similares, junto con casi 100 años de investigación. Las conclusiones clave incluyen lo siguiente:
Existen cinco categorías diferentes de microbiotas vaginales "saludables" que se utilizan comúnmente en el campo, descritas en función de las especies bacterianas más dominantes en la vagina. Estas incluyen Lactobacillus crispatus (dominante), Lactobacillus gasseri (dominante), Lactobacillus iners (dominante), Lactobacillus jensenii (dominante) y una quinta categoría que incluye una mezcla de otras especies.
Sin embargo, el Proyecto Isala ha descubierto que, dentro de la población belga, más del 10% de los participantes no se encuentran dentro de estas categorías. Por lo tanto, el proyecto recomienda "considerar toda la complejidad y continuidad de la composición y funcionalidad de la microbiota vaginal" en lugar de confiar en las categorías.
Varios estudios han encontrado asociaciones entre la composición de la microbiota vaginal y las condiciones clínicas. Uno de los más investigados es el impacto de una reducción de lactobacilos, que a menudo resulta en un crecimiento excesivo de bacterias anaeróbicas, lo que puede provocar impactos en la salud, como parto prematuro, infecciones del tracto urinario, endometritis e infecciones de transmisión sexual.
Una afección común causada por una reducción de lactobacilos es la vaginosis bacteriana, que suele tratarse con antibióticos específicos con una eficacia limitada (hasta el 60% de las veces, los síntomas reaparecen). Los productos bioterapéuticos vaginales vivos, tratamientos aprobados por la Agencia Estadounidense del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) que utilizan microorganismos vivos, pueden ser más eficaces para tratar o prevenir estas y otras afecciones de salud relacionadas con la vagina que las opciones de tratamiento existentes.
Algunos estudios sugieren que ciertas conductas de higiene cultural, como las duchas vaginales, pueden contribuir a un mayor riesgo de padecer enfermedades como la disbiosis vaginal. Los autores señalan que ejemplos como este muestran que las diferencias en el microbioma vaginal (y las disparidades en la salud a las que podrían corresponder) pueden atribuirse tanto a factores biológicos como sociales.
Existen otros tipos de microbios en los microbiomas vaginales, entre ellos, levaduras, virus y otros tipos de bacterias. Sin embargo, el papel que desempeñan en la microbiota y la salud de una persona es en gran medida inexplorado.
En general, los países de ingresos bajos y medios están subrepresentados en la investigación sobre el microbioma. Los autores señalan que la infraestructura, la tecnología y las finanzas probablemente contribuyan a estas disparidades y recomiendan aprovechar las colaboraciones internacionales que comparten recursos que van desde materiales de laboratorio hasta técnicas de comunicación en un esfuerzo por superar estos desafíos.
Iniciativas como el Proyecto Isala y su hermandad -incluido el proyecto Microbioma Vaginal Humano, que trabaja para mapear los microbiomas vaginales de personas de diferentes orígenes étnicos en los Estados Unidos- destinadas a "cerrar la brecha de datos sobre el microbioma vaginal" están creciendo en número en todo el mundo.
Las autoras enfatizan la importancia de continuar estudiando el microbioma vaginal y su conexión con la salud general de una persona a través de estudios que se centren en la diversidad geográfica y socioeconómica y consideren factores sociales y culturales.
"Para promover mejores estrategias preventivas, diagnósticas y terapéuticas para las mujeres afectadas por afecciones asociadas con la microbiota vaginal, se necesita urgentemente más investigación sobre las funciones y la diversidad de la microbiota vaginal en diferentes partes del mundo", escriben las autoras. "De esta manera, podemos comprender mejor cómo es un microbioma vaginal saludable en cada ubicación geográfica".