MADRID 17 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) han identificado un nuevo desencadenante de una forma mortal de cáncer de ovario: un subconjunto de células progenitoras que residen en el tejido de soporte de las trompas de Falopio, o estroma.
El descubrimiento de estas células de alto riesgo, descrito en un nuevo estudio publicado en 'Cancer Discovery', una revista de la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer, podría allanar el camino para mejores enfoques para prevenir y detectar el cáncer de ovario seroso de alto grado (HGSOC), la forma más común de cáncer de ovario, que mata a más de 12.000 mujeres en EE. UU. cada año.
"El cáncer de ovario es la principal causa de muerte por cáncer ginecológico en el mundo occidental, pero actualmente no disponemos de métodos para detectarlo precozmente ni de estrategias de prevención aparte de la castración quirúrgica, que solo está indicada en mujeres de alto riesgo", informa el coautor principal, el doctor Lan Coffman, profesor asociado de hematología maligna y oncología médica en la Facultad de Medicina de Pitt y miembro del Instituto de Investigación Magee-Womens y del Centro Oncológico Hillman de UPMC . "Comprender la biología subyacente a la formación del cáncer de ovario es fundamental para mejorar los resultados de nuestras pacientes".
El HGSOC se origina en las trompas de Falopio cuando las células epiteliales sanas se transforman en lesiones precursoras conocidas como carcinoma intraepitelial tubárico seroso (STIC). De forma similar a cómo los pólipos de colon precancerosos pueden convertirse en cáncer colorrectal, las lesiones STIC a menudo se convierten en tumores HGSOC.
"La mayoría de los investigadores se han centrado en las células epiteliales que se transforman en estas lesiones STIC y, finalmente, en cáncer", confirma Coffman. "Hasta ahora, nadie había analizado a fondo el microambiente estromal circundante de estas lesiones".
En el estroma del cáncer de ovario, un tipo de célula progenitora que normalmente participa en el crecimiento y la reparación del tejido sano -las células madre mesenquimales (MSC)- son reprogramadas por las células tumorales para favorecer el crecimiento del cáncer. Coffman comenzó preguntándose cuándo se forman estas MSC asociadas al cáncer y en qué etapa temprana desempeñan un papel en su formación.
Cuando los investigadores analizaron las células madre mesenquimales (CMM) en las trompas de Falopio de pacientes sin cáncer, se sorprendieron al encontrar células similares a las CMM asociadas al cáncer en estas mujeres sanas. Estas células, que los investigadores denominaron CMM de alto riesgo, eran más comunes en mujeres con mayor riesgo de cáncer de ovario (de mayor edad o con mutaciones en el gen BRCA), lo que sugiere que influyen en la aparición del cáncer.
Al introducir estas MSC de alto riesgo en organoides, o mini órganos, derivados del tejido de las trompas de Falopio del paciente, las células epiteliales sanas se transformaron en células cancerosas. "Las células madre mesenquimales de alto riesgo promueven el daño del ADN en las células epiteliales y luego ayudan a las células mutadas a sobrevivir", detalla Coffman. "Es la tormenta perfecta para la aparición del cáncer".
Las MSC de alto riesgo también promovieron el crecimiento de células tumorales y aumentaron la resistencia a un fármaco de quimioterapia. En busca del mecanismo por el cual las células madre mesenquimales de alto riesgo promueven el cáncer de ovario, los investigadores descubrieron que estas células presentan pérdida de un antioxidante llamado AMP quinasa. Niveles más bajos de AMP quinasa conllevaron niveles más altos de una proteína llamada WT1, que a su vez impulsó la formación de compuestos que causan daño al ADN.
"Este es el primer informe que demuestra que los cambios estromales en las trompas de Falopio realmente influyen en la aparición del cáncer de ovario", detalla Coffman. "También señala una vía para intervenir". Los hallazgos también podrían orientar los enfoques para la detección temprana, de la cual se carece considerablemente en el caso del cáncer de ovario. Según Coffman, los compuestos secretados por las células madre mesenquimales (CMS) de alto riesgo, detectables en el torrente sanguíneo, podrían actuar como biomarcadores del cáncer de ovario en etapa temprana.