MADRID, 24 Nov. (EUROPA PRESS) -
La obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 son factores de riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas. Las complicaciones metabólicas e inflamatorias de la obesidad intervienen en la formación del cáncer. Sin embargo, aún no se conocen del todo las vías celulares y moleculares que median en la incidencia, progresión y metástasis del cáncer de mama en pacientes que también presentan complicaciones metabólicas.
Por primera vez, los investigadores han descubierto que los exosomas (pequeñas vesículas secretadas por muchos tipos de células y liberadas en la sangre o en los tejidos y fluidos cercanos), están implicados en la progresión del cáncer de mama y en la resistencia al tratamiento, según publican en la revista 'Science Signaling'.
"Hemos identificado una posible diferencia biológica que podría explicar este mayor riesgo e informar la toma de decisiones clínicas. Esta nueva biología también podría sugerir nuevos fármacos o tratamientos para reducir el riesgo de metástasis en pacientes con cáncer que también son obesos y diabéticos", explica el autor correspondiente, Gerald V. Denis, profesor de medicina y farmacología, y profesor Shipley, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, en Estados Unidos.
De los millones de personas son diabéticas o prediabéticas, si alguna desarrolla un cáncer provocado por la obesidad hay más probabilidades de que el cáncer haga metástasis o se vuelva resistente a los tratamientos dirigidos o a las terapias hormonales.
Los investigadores aislaron y caracterizaron los exosomas para identificar los factores que promueven la progresión y la metástasis del cáncer de mama. Descubrieron que los exosomas procedentes de adipocitos (células grasas) resistentes a la insulina o del tejido adiposo de adultos con diabetes de tipo 2 provocaban cambios mucho más peligrosos en las células del cáncer de mama humano que los exosomas procedentes de adipocitos sensibles a la insulina o no diabéticos.
Según Denis, los diagnósticos metabólicos (glucosa en sangre, niveles de A1c, perfiles lipídicos, insulina elevada, marcadores de riesgo cardiovascular como la PCR elevada) no suelen ser tenidos en cuenta por los oncólogos que evalúan el riesgo de progresión del cáncer de mama, la resistencia al tratamiento o la recidiva.
"También ha sido difícil identificar los análisis de sangre que ayudarían a los clínicos a planificar el tratamiento o a cambiar los planes de tratamiento, porque todavía no se han realizado ensayos clínicos para definir los biomarcadores más importantes. Unas pruebas de diagnóstico y pronóstico baratas, cubiertas por el seguro y que sólo requieran una pequeña cantidad de sangre, ayudarían a los oncólogos a mejorar el tratamiento de estos pacientes", afirma.
Denis cree que este descubrimiento tiene implicaciones para cualquier tipo de cáncer relacionado con la obesidad (cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas, cáncer de ovario, de útero/endometrio y (en hombres) de próstata, y (tanto en hombres como en mujeres) colorrectal, de vesícula biliar, renal, de páncreas, hepático, de tiroides, adenocarcinoma de esófago y mieloma múltiple) en los que los depósitos de grasa cercanos pueden ser metabólicamente anormales y estar inflamados.