MADRID, 13 Mar. (Reuters/EP) -
Investigadores del Righospitalet en Copenhague (Dinamarca) han descubierto que el consumo de tabaco durante el embarazo aumenta el riesgo de que los niños acaben desarrollando problemas oculares o glaucoma más adelante, según los resultados publicados en la revista 'JAMA Ophthalmology'.
Los investigadores se centraron en el grosor de la capa de fibras nerviosas de la retina, que transmiten información desde el ojo al cerebro. Cuando esta capa es demasiado fina, las personas tienen más riesgo de tener problemas de visión y acabar desarrollando glaucoma, lo que en último término puede derivar en ceguera.
Estudios previos habían vinculado el tabaquismo materno al bajo peso al nacer y, dado que este factor también se asocia a una capa nerviosa de la retina más fina, el tabaco también podría tener un efecto directo e indirecto sobre el nervio óptico y sus conexiones con la retina, según los investigadores.
En este caso, los autores analizaron datos de un total de 1.323 niños de 11 y 12 años para ver si el tabaquismo y su bajo peso al nacer se podía asociar de forma independiente a una capa nerviosa en la retina más fina.
"Fumar durante un intervalo de tiempo relativamente corto durante el embarazo puede tener consecuencias para toda la vida del feto", ha asegurado Christopher Kai-Shun Leung, investigador de la Universidad de Hong Kong y autor de un editorial que acompaña al estudio.
En concreto, los resultados revelaron que hasta el 80 por ciento de las madres no habían fumado durante el embarazo, un 2 por ciento dejó de fumar justo al saber que esperaban un bebé pero hasta un 18 por ciento de las fumadores admitió no haber dejado el tabaco durante la gestación de su bebé.
Aproximadamente el 4 por ciento de los bebés nacieron con un bajo peso al nacer y las pruebas de visión revelaron que el grosor medio de la fibra nerviosa de la retina era de unos 104 micrómetros.
HASTA 5,7 MICRÓMETROS MÁS FINA
No obstante, los hijos de aquellas madres que fumaban durante el embarazo tenían una fibra nerviosa retiniana unos 5,7 micrómetros más fina que la de aquellos niños cuyas madres no fumaban nada. Además, no hubo diferencia entre los hijos de madres no fumadoras y los de quienes dejaron el tabaco durante el embarazo.
Además, en los niños que nacieron con bajo peso la fibra nerviosa media de la retina era 3,5 micrómetros más fina que la de los niños nacidos con un peso normal.
Los autores reconocen que el estudio no fue un experimento controlado diseñado para demostrar que fumar o bajo peso al nacer cause daño ocular. Asimismo, reconocen que otra limitación del estudio es la falta de datos sobre el estatus socioeconómico de las madres, que también puede influir en el consumo de tabaco y el riesgo de complicaciones del embarazo.
Los investigadores también carecían de datos sobre el consumo de alcohol durante el embarazo, un hábito que a menudo acompaña al tabaquismo y que puede afectar de forma independiente el desarrollo fetal; y tampoco indagaron en la cantidad de cigarrillos que fumaban a diario.
Las diferencias en el espesor de la capa de fibras nerviosas de la retina que se encuentran en el estudio no es lo suficientemente grande como para producir problemas oculares detectables, ha reconocido Leung, que no obstante sugiere la necesidad de vigilar la salud ocular de aquellos menores cuyas madres fumaron en el embarazo, a fin de detectar precozmente un posible daño ocular.