MADRID, 14 Sep. (EUROPA PRESS) -
En caso de incompatibilidad Rh materno-fetal, que ocurre cuando una mujer embarazada tiene sangre Rh negativa y el feto posee sangre Rh positiva, es "muy poco frecuente" que haya problemas en el primer embarazo, pero sí en los embarazos sucesivos, según advierte el fundador y director de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional de Madrid, el doctor Juan José Vidal.
En primer lugar, el doctor explica que los diferentes grupos sanguíneos 'A', 'B', 'AB' y '0' dependen de unas proteínas que se localizan en la superficie de los glóbulos rojos. A su vez, cada uno de estos grupos sanguíneos pueden tener otra proteína que se llama Rh. Aquellas personas que tengan esta proteína serán Rh positivos y las que no, Rh negativos.
El 85 por ciento de las personas son Rh positivo y el 15 por ciento es negativo. Si una mujer es Rh negativo y se queda embarazada de un varón Rh positivo, el bebé que se engendra puede heredar al 50 por ciento la probabilidad de la sangre del padre (Rh positivo), pero también al 50 por ciento de la madre (Rh negativo). "Si se da esta situación, entonces estaremos ante un caso de incompatibilidad Rh materno-fetal", asevera el doctor.
Algunos de los problemas que pueden ocurrir durante el primer embarazo tienen que ver con hemorragias durante la gestación, puesto que la sangre del feto no está en contacto con la sangre de la madre hasta que tiene lugar la expulsión de la placenta durante el parto. Según el doctor Vidal, "el organismo de la madre generará unos anticuerpos 'anti-Rh' para combatir esa "sustancia extraña" que suponen las células sanguíneas fetales Rh positivos.
La problemática, explica el experto, vendrá dada cuando dichos anticuerpos accedan al feto a través de la placenta, destruyendo de esta manera los glóbulos rojos del bebé. En su descomposición, estos glóbulos rojos producen bilirrubina y esta provoca que el feto adquiera una coloración amarilla en la piel, de mayor o menor intensidad, en función de la cantidad de bilirrubina originada.
Con todo, en sucesivos embarazos, advierte el doctor, este proceso sería "aún más probable y grave", ya que los anticuerpos permanecerían en la sangre de la madre y entrarían fácilmente en contacto con el feto a través de la circulación placentaria, produciendo anemia severa en el feto que puede precisar transfusiones intrauterinas.
Cuando una mujer Rh negativo se queda embarazada, se realiza un análisis de sangre, el llamado 'Test de Coombs' para comprobar la presencia de estos anticuerpos que, aunque inofensivos para la mujer y el feto, si este es Rh negativo, pueden complicar el embarazo. "Para evitarlo, se administrará una dosis de la vacuna 'anti-Rh' (Gammaglobulina) alrededor de las 28 semanas de gestación y otra en los 3 primeros días después del parto si el niño es Rh positivo, también en caso de aborto", explica el especialista.
Asimismo, si durante la gestación existe la necesidad de realizar amniocentesis o una biopsia corial para descartar enfermedades genéticas, habrá que aplicar la "vacuna" después de cada una de ellas.
"Tras el nacimiento del bebé, será necesario realizar una o varias exanguinotransfusiones para cambiar su sangre por otra que sea Rh negativo hasta asegurarse de que los anticuerpos anti-Rh trasmitidos por la madre desaparecen por completo", concluye el doctor Vidal.